jueves, 9 de octubre de 2008

Los diseños del amor

TEORICO Nº 20
LOS DISEÑOS DEL AMOR

Guía de lectura

"Los diseños del amor" diseño.com capítulo 14

1. El amor como subjetividad
2. Subjetividades de amor.
3. Amor y comunicación.
4. Baudrillard y Barthes para ingresar al tema del amor.
5. Del amor se puede decir “todo”.
6. Un pequeño punto de la nariz.
7. Modos Comunicacionales.
8. La relaciones de comunicación.
9. El amor: lo poético.
10. El amor: homólogo, interpares, etc.
11. El amor: invención incesante en el tiempo.
12. Malentendido.
13. Bieentendido.
14. Construcción cultural
15. Discurso Amoroso: las Funciones del Lenguaje.
16. Discurso Amoroso: las Figuras del Mito.
17. La pareja: vínculo oxímoron.
18. Amor y Epistemología. Amor y Poder.
19. “Brevísima epistemología”
20. El amor funcionalista: las cuantificaciones del amor. El debe y el haber amoroso.
21. El amor estructuralista: lo vincular, el nosotros inclusivo. Estructural y Estructurado.
22. El amor como devenir: el concepto de “devenir”. El amor como constructo.
23. El Discurso Amoroso y “su” Diseño: El diseño amoroso.
24. Historia del Amor. Amor y matrimonio. Amor y pareja. Circunstancias históricas.
25. Perspectiva histórica y cultural del Romanticismo.
26. Religiosidad y Deseo.
27. El cruce en el Cuadrado Semiótico: “otros” cuatro modelos.

Fragmentos de un discurso amoroso
Roland Barthes

EN LA CALMA TIERNA DE TUS BRAZOS
1. El abrazo (definición)
2. “estamos en el sueño, sin dormir”
3. “incesto prorrogado”
4. surge lo genital: la lógica del deseo
5. dos sujetos a la vez: maternidad y genitalidad.
6. La saciedad: la contracción y contradicción de los dos abrazos.

UN PEQUEÑO PUNTO DE LA NARIZ
1. Alteración (definición)
2. Una marca ligera, mas una clara marca de corrupción
3. Un punto que vincula a l otro con un mundo “simple”.
4. alteración de la imagen: vergüenza por el otro
5. la imagen mezquina
6. “una relación de calidad”
7. el lenguaje, sobre todo, por el lenguaje
8. los lenguajes que “otros” le prestan
9. deseo, respecto de un tercero (no celoso)
10. La imagen de otro es, entonces, otro, un extraño
11. El deseo “loco”
12. El reflujo de la imagen.

LOS CELOS
1. Celos (definición)
2. Los celos: discurso del Otro.
3. “no soy el único”.
4. “sufro dos veces”
5. Ser celosos es algo propio.
6. Celos: burgueses, feos, etc.
7. “sufro cuatro veces...”

“QUIERO COMPRENDER”
1. Comprender (definición)
2. ¿Qué se piensa del amor?
3. Reparar en el proverbio chino que se cita.
4. Querer comprender.
5. El grito del amor.
6. No interpretar más...
7. ¿La “ciencia de los lapsus” puede descubrirlo?

EL CUERPO DEL OTRO
1. Cuerpo (definición)
2. El cuerpo propio y el “otro cuerpo”
3. Escrutar: desarmar, investigar, etc.
4. Fetichizar
5. La fascinación: el extremo del desapego.
6. “Leer sin comprender” , la causa de mi deseo.

“ESTOY LOCO”
1. Loco (definición)
2. La “locura” de amor.
3. El amor vuelve como loco.
4. La locura, despersonalización.
5. La locura de amor: consistir.
6. Enamorado: ser asocial.

AMAR EL AMOR
1. Anulación (definición)
2. “para que traslade mi deseo”
3. “es mi deseo lo que deseo2
4. “sufro al ver al otro (que amo) así disminuido...

LA CONVERSACION
1. Declaración (definición)
2. El lenguaje es una piel...
3. Doble contacto: “yo te deseo” y “acaricio”.
4. Hablar morosamente es...
5. No es posible hablar de amor, salvo...
6. Nadie tiene deseos de hablar de amor si no es por alguien.

EL MUNDO ATONITO
1. Desrealidad (definición)
2. “El mundo está lleno sin mí” (“en un acuario”)
3. “Vivo el mundo (el otro mundo) como una histeria generalizada”
4. “Sufro la realidad como un sistema de poder”.
5. El mundo ya no resulta irreal sino disreal.

TRAJE AZUL Y CHALECO AMARILLO
1. Indumentaria (definición)
2. “Trajeándome, adorno lo que fracasará del deseo (vincular a moda).
3. Parecerse a quien ama.
4. “Quiero ser el otro, quiero que él sea yo...”
5. “La indumentaria que lo “disfraza” de enamorado lo encierra tan fuerte que...”


Metodología recomendada:

Lea (estudie) el capítulo 14 de diseño.com: “Los diseños del amor”

1. Relea (estudie) el texto bajo el subtítulo “El diseño romántico”.

Págs. 227 a 229 de diseño.com.
2. Lea el siguiente TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO: Werther.
3. Lea (estudie) los textos escogidos de Fragmentos de un discurso amoroso.



TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO
Werther
Johann W. Goethe

Fragmento del prólogo de Gabriela Adamo:
La más desdichada historia de amor

(…) ¿De que trata entonces esta historia tan fascinante? Por lo pronto, el mismo autor se encargó de indicar que se basa en un episodio autobiográfico. Tras recibirse de abogado, el joven Goethe hizo un período de prácticas en la ciudad rural de Wetzlar. Allí, en un baile, conoció a una muchacha de diecinueve años, hija de un funcionario real que, como era viudo, le había encargado el cuidado de sus nueve hijos. Charlotte –así se llamaba la damisela en cuestión- era encantadora, y Goethe se enamoró a primera vista. Pero ella estaba comprometida con Johann Kestner, otro joven funcionario que, paradójicamente, se convirtió en íntimo amigo del escritor. Este triángulo amoroso prosperó y se intensificó durante un tiempo, hasta que Goethe decidió apartarse del idilio enfermizo y buscar otros horizontes (donde no faltarán, desde ya, amores imposibles y también reales). Como correspondía a un romántico de ley, guardó celosamente el lazo del vestido de su amada y alimentó durante buen tiempo los recuerdos más melancólicos. Pero su vitalidad arrolladora no permitió que este desencanto lo hundiera, sino que lo obligó a convertir la experiencia en una obra maestra de la literatura universal.
Su doble en el papel, en cambio, no corrió tan buena suerte. La situación inicial es idéntica; hasta el nombre la protagonista, Lotte, no es más que el apodo de Charlotte. Werther la conoce antes de un baile y se enamora de pies a cabeza. El sentimiento crece a lo largo de varios meses de una amistad cada vez más estrecha con ella, su familia y su prometido, hasta adquirir una intensidad y una vehemencia tal que se vuelve insostenible. Werther es el personaje que condensa todas las expectativas de su época, es un “genio del sentimiento, alguien a quien todo lo impresiona, abierto a todas las alegrías y a todos los dolores, pero sacudido y destrozado por esa misma exhuberancia.
El texto comienza a ofrecer indicios, pintorescos o dramáticos, según el caso, de los peligros que implica una vida intensa, una expectativa irracional, un anhelo sin fundamento. En varios fragmentos queda claro que para Werther la vida es una cárcel, y que la única libertad del ser humano radica en saber que la puede abandonar cuando quiere.
Las descripciones idílicas y alegres del principio se vuelven cada vez más desesperadas, ansiosas y funestas; sólo recobran la calma cuando el protagonista está decidido a llevar a cabo su plan. Werther no puede salvarse por el arte, como Goethe; sólo dispone del final más extremadamente romántico. (…)


Fragmento de
Werther
Johann W. Goethe

Después de las once
“Todo está en paz a mi alrededor, y así de tranquila está mi alma. Te agradezco, Dios, que me regales en estos último instantes este calor, esta fuerza.
Me asomo por la ventana, amada mía, y miro, y veo todavía entre las nubes tempestuosas que pasan volando algunas estrellas en el cielo infinito. ¡No, no, ustedes no se caerán! El Eterno las lleva en su corazón, lo mismo que a mí. Veo las estrellas de la Osa mayor, mi constelación favorita.
Cuando salí de noche de tu casa, al traspasar la puerta, estaba justo delante de mí allí en lo alto. ¡Con qué embriaguez la he contemplado tantas veces, con las manos alzadas, convirtiéndola en señal, en monumento sagrado de mi dicha presente! Y además… ¡Oh Lotte! ¿Qué cosa no me recuerda a ti? ¡Si en todo lo que me rodea estás tú! ¿Y no me he apoderado, insaciable como un niño, de toda suerte de pequeñeces que tú, santa, habías tocado?
¡Querido retrato! Te lo devuelvo como legado, Lotte, y te ruego que lo honres. Miles, miles de besos grabé sobre él; miles de saludos le dediqué cada vez que salí o volvía a casa.
Le he pedido a tu padre en una nota que proteja mi cadáver. En el cementerio hay dos tilos, atrás, en una esquina que mira al campo; allí quisiera descansar. Puede hacerlo y lo hará por su amigo. Pídeselo tú también. No quiero exigir a cristianos devotos que sus cuerpos descansen junto al de un pobre desdichado. ¡Ah!, cómo quisiera que me enterraran en el camino, o en el valle solitario, para que sacerdote y levitas pasaran santiguándose ante la lápida señalada y el samaritano derramara una lágrima.
¡Aquí Lotte! ¡No me estremezco al agarrar el cáliz frío, espantoso; del que he de beber el éxtasis de la muerte! Tú me lo alcanzaste y no vacilo. ¡Todo, todo! ¡De este modo quedan satisfechos todos los deseos y esperanzas de mi vida! Golpear así y tieso a las férreas puertas de la muerte.
¡Si hubiera sido partícipe de la dicha de morir por ti! ¡De sacrificarme por ti, Lotte! Moriría valiente, alegre, si pudiera devolver la tranquilidad, el placer de tu vida. Pero, ¡ay! Eso le fue dado a pocos elegidos, derramar su sangre por los suyos y, con su muerte, animar una vida nueva, centuplicada, para sus amigos.
Con estas ropas, Lotte, quiero que me entierren, tú las has tocado y santificado; también se lo he pedido así a tu padre. Mi alma flota sobre el féretro. Que no revisen mis bolsillos. Este lazo rosado que llevabas entre tus pechos cuando te vi por primera vez entre tus niños… ¿Oh, bésalos mil veces y cuéntales el destino de su desdichado amigo! ¡Queridos niños, corretean a mi alrededor! ¡Ah, cómo me uní a ti! ¡Desde el primer momento no pude dejarte!... Quiero que entierren este lazo conmigo. ¡Me lo regalaste para mi cumpleaños! ¡Cómo devoraba todo!... ¡Ah, no pensé que el camino me conduciría aquí!... ¡Quédate tranquila! Te lo ruego, ¡quédate tranquila!...
Están cargadas… ¡Son las doce! ¡Pues que así sea! ¡Lotte! ¡Adiós! ¡Adiós!”

Un vecino vio el resplandor de la pólvora y oyó el disparo, pero como todo volvió a estar en silencio, no prestó atención.
A las seis de la mañana entró el criado con la lumbre. Encontró a su señor en el suelo, la pistola y la sangre. Gritó, lo sacudió; ninguna respuesta estaba en los últimos estertores de la agonía. Corrió a buscar al médico, a Albert. Lotte, oyó sonar la campanilla, y un temblor se apoderó de sus miembros. Despertó a su marido, se levantaron, el criado trajo sollozando y tartamudeando la noticia, Lotte cayó desmayada a los pies de Albert.
Cuando el médico llegó para atender al desdichado, lo encontró tendido en el suelo sin salvación; el pulso aún latía, pero todos sus miembros estaban paralizados. Se había disparado un tiro por encima del ojo derecho, que le atravesó la cabeza; la masa encefálica sobresalía. Le abrieron una vena en el brazo para que corriera la sangre en abundancia, todavía respiraba.
Por la sangre en el respaldo del sillón pudieron inferir que había cometido el acto sentado ante el escritorio; luego se había caído al suelo y se había retorcido convulsivamente alrededor del sillón. Yacía contra la ventana, de espaldas, inerte, vestido de pies a cabeza y con las botas puestas, de frac azul y chaleco amarillo.
La casa, el vecindario y la ciudad estaban alborotados. Albert entró. Ya habían recostado a Werther sobre la cama y vendado su cabeza; su rostro lucía ya como el de un muerto, no movía ni un miembro. Los pulmones aún producían un estertor espantoso, por momentos débil, por momentos más intensos; todos esperaban su fin.
Permítanme que no diga nada sobre la consternación de Albert, la desolación de Lotte.
El anciano administrador acudió al galope apenas recibió la noticia y besó al moribundo con lágrimas ardientes. No tardaron en llegar a pie sus hijos mayores, y se echaron de rodillas ante el lecho, con la expresión del dolor más incontenible, besaron sus manos y su boca; y el mayor, al que más había querido, estuvo pendiente de sus labios hasta que expiró, y hubo que arrancarlo de su lado con violencia. Murió a las doce del mediodía. La presencia del administrador y sus instrucciones evitaron un alboroto. De noche, hacia las once, hizo que lo enterraran en el sitio que había elegido. El anciano siguió el cadáver, acompañado por sus hijos. Albert no pudo hacerlo. Todos temían por la vida de Lotte. Unos artesanos acarrearon el cuerpo. Ningún sacerdote lo acompañó.
FIN

TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO

Una breve, muy breve...
HISTORIA del AMOR

Resumen de Historia de la vida privada
de Philippe Ariés y Georges Duby. Editorial Taurus ( 10 tomos )

Esclavismo machista y rechazo de la esclavitud pasional: tales eran las fronteras del amor romano en tiempos del Imperio. La pasión amorosa resultaba temible pues podía convertir al hombre libre en esclavo de una mujer, la llamará su dueña. La pasión amorosa no era , como para los modernos, un refugio de la imaginación individualista. Roma rechazaba la tradición del amor cortés de las pasiones efébicas griegas, porque veía ahí la exaltación de la pasión pura. Cuando un romano “enloquecía de amor”, sus amigos y él mismo consideraban o bien que había perdido la cabeza por una mujerzuela por exceso de sensualidad, o bien que había caído en esclavitud y con toda docilidad, como un buen esclavo, el enamorado ofrecía a su amada su propia muerte, si ella se lo ordenaba así. Los poetas eróticos no celebraban ese tipo de pasión, los cantaban como un vuelco de la “normalidad”, como una paradoja humorística.
La pareja, conyugal o no, se anima en los textos del siglo XI. No debemos concluir que comience entonces a existir, sino que en esta época se consiente en verla y escucharla, y esto es mucho más significativo. Psellos describe con obsesiva exactitud las maniobras de seducción que prepararon la unión del joven y guapo Miguel con la ya más que madura e inflamable Zoé, titular entonces de la legitimidad imperial. “El ejercitaba los ademanes de los enamorados ; tomándola en sus brazos, le dio fugaces besos, le tocó el codo y la mano, aleccionado sobre la manera de proceder por su hermano ( el eunuco Juan ), luego sus besos desembocaron en su unión y se dejaron sorprender por mucha gente durmiendo juntos en el mismo lecho.”
Hacia mediados de los años 1300 el ambiente privado es también la cuna de los sentimientos. Lo privado liga por supuesto a personas muy cercanas, cuya suerte conmoverá especialmente. Lo privado es el marco de vida y el lugar de expresión y a veces único de expresión de los sentimientos femeninos. En lo privado se constituye la familia, los sentimientos comunes refuerzan los sentimientos individuales. Un primer testimonio nos viene de la iconografía. Por primera vez en la historia italiana, la pintura religiosa, el fresco, adquiere el alcance de una escena en episodios cuyos actores (una Sagrada Familia ) expresan sentimientos profundos. Ver por ejemplo la obra de Giotto. Vivir armoniosamente en la propia familia, cosa frecuente en la época, es encontrar y mantener dentro de ella un clima de afecto más cálido que afuera.
Los moralistas se hallan convencidos de ello y se esfuerzan por señalar que cualquier forma de afecto se debe subordinar al amor conyugal. La conversación familiar, el desahogo de los corazones, el placer, los hijos, el cuidado de la casa, todo concurre a cimentar el amor de la pareja. El afecto lleva consigo su cortejo habitual de sentimientos que se expande con espontaneidad en la intimidad privada.
La alegría desbordante, el colmo de la alegría, de acuerdo con Bocaccio que la describe en numerosas ocasiones, es un acontecimiento propio de la vida privada.
La mirada amorosa y las reflexiones que de ella resultan provocan una actitud nueva ante el propio cuerpo y las propias ropas. El enamorado que se aseaba con esmero, se esmera aún más. El rey Enrique IV , entrado en años, no se cuidaba el cabello ni la barba y llevaba ropas gastadas y manchadas cuando se enamora de la joven Carlotta. De repente, empieza a peinarse, a asearse con esmero y a llevar ropas nuevas y relucientes. Todo el mundo en la corte sabe que el rey está enamorado, mucho antes de que corra el rumor.
Los efectos internos de la pasión multiplicarán las introspecciones. La presencia de la amada, su mirada, sus gestos, su sonrisa, sus palabras y sobre todo los objetos que tocan su cuerpo serán sagrados para el que ama. Los discursos amorosos se materializan en la vida íntima por medio de objetos - reliquia , la carta, la esquelita, hasta una sola palabra con la letra de la amada. La dama que recibe una carta de su amante la guarda bajo su vestido, cerca del corazón, las cartas de amor se llevan como talismanes en una bolsita de piel colgada del cuello. Los peines femeninos, las cintas, las sortijas, los brazaletes, los pañuelos, los espejos, los collares de perlas, los cinturones y las ligas son, todos, objetos de favor. El hombre enamorado da a la amada su anillo o una de sus cintas , a cambio de una cinta o un pañuelo.
La familia es jerárquica, por lo tanto descansa en la desigualdad que la mantiene y la reproduce y al tratar de mitigarla la dramatiza.. Con las mujeres hay dos posibilidades : el amor y el matrimonio. El primero está sujeto al ritmo del deseo y se desvanece cuando entra en terrenos de la amistad. El segundo es un pacto que se hace con determinados fines y sufre las repercusiones de demasiados elementos exteriores. El matrimonio no comporta el valor de la amistad. Para Montaigne , que sin duda alguna no cree en la igualdad entre los sexos, las mujeres no son aptas para la amistad, “no tienen ni la habilidad ni el alma firmes para soportar la presión de un lazo tan apretado y duradero”.
A partir de la Revolución Francesa las estrategias matrimoniales se complican. El dinero adopta diversas formas: muebles, inmuebles, negocios y esperanzas. Un hombre de edad y con dinero busca una muchacha joven y hermosa “como si fuera un rey”. Las apariencias, revalorizadas por la individualización del cuerpo, son un arma de la seducción femenina. Los hombres, sin embargo, quieren otra cosa. Ya no se contentan con la sumisión pasiva de su mujer, aspiran al consentimiento, si no a la actividad de su esposa al menos a su amor, para algunos , incluso, a la igualdad de intercambio. “Es republicana e intelectual, siente como yo sobre todo tipo de cosas y yo me siento orgulloso de sentir como ella”, dice Jules Ferry. Se aspira a la unidad de fusión de la pareja que habría de bastarse a sí misma, el marido como confidente de su mujer. En un espacio globalmente dominado por el hombre, la mujer disfruta de compensaciones propicias al consentimiento, una relativa protección, menos incriminaciones. El lujo de ostentación de las pequeñas burguesas dedicado al culto de las apariencias proporciona una longevidad más enérgica. Se trata de una sociedad preocupada por la utilidad, llena de ansiedad por sus hijos y presa de sus contradicciones . “¿Cómo resolver (se preguntaba Kant) la afirmación contradictoria del derecho personal, ya que la mujer es una persona y el derecho conyugal del amo, de esencia monárquica?. El feminismo comenzó a deslizarse por esta grieta de los derechos y los principios, del mismo modo que lo hizo también el discurso de la maternidad social desplegado por la Iglesia y el Estado. La configuración del sentimiento amoroso y las conductas que inspira revelan a la vez los sueños eróticos y las tensiones que atraviesan la sociedad.
El amor cortés y sus procedimientos de liberación, el neoplatonismo del Renacimiento y su antropología angélica, el discurso clásico sobre el huracán de las pasiones y la condena al “amor loco” por los clérigos de la Reforma católica, pesan sobre los comportamientos de los amantes del siglo XIX, lo sepan o no. La reflexión de los metafísicos sobre los estatutos del alma, la de los médicos y los psiquiatras sobre los estatutos de la pasión, la existencia de dos naturalezas sexuales, los peligros del exceso fisiológico así como también el pensamiento de los teólogos sobre la falta sexual como una de las formas del pecado, forman las conductas amorosas. Pero no deja de ser lo esencial la elaboración y luego el declive del amor romántico. Marcada con el sello de la antigua alianza con el demonio, la hija de Eva corre todo el tiempo el riesgo de precipitarse en el pecado, su misma naturaleza hace imprescindible el exorcismo. La mujer, cercana al mundo orgánico, disfruta de los secretos mecanismos de la vida y la muerte. Los novelistas, Zola, por ejemplo, asediados por el miedo a la mujer, harán deslizar este modo de mujer devoradora hasta los suburbios. Interviene entonces el código religioso.
Después de 1850, mientras diccionarios como el Larousse manifiestan fidelidad a la primacía idealista, el modelo de amor romántico comienza a disgregarse. La pérdida del amor romántico es simultánea a su difusión, a su democratización, se ha convertido en objeto de consumo, casi en mercancía.
Probablemente las cosas empiezan a cambiar en los años 1930 y s.s. Pero esta transformación es imposible de fechar, pues en un primer momento se encuentra recubierta por un discurso que continúa siendo tradicional. En el medio católico, la aparición de la “espiritualidad conyugal” constituye un punto de referencia. En un notable artículo de 1953 , Philippe Ariés señala como un hecho nuevo la valoración de todos los aspectos del amor conyugal, sobre todo del sexual - aparece la palabra - y describe que en 1948 el 12% de los estudiantes están casados, se ve en este hecho el signo de un cambio importante, pues casarse antes de labrarse una posición social es una gran novedad y los matrimonios de estudiantes son matrimonios de amor. Cambia la norma social. Las revistas femeninas dan la palabra a médicos y psicólogos que legitiman los sentimientos y vulgarizan los principales conceptos freudianos. Se piensa que los hijos, para ser bien educados, tienen necesidad no solamente del amor que les dan sus padres, sino también del que se dispensan mutuamente. Ahora, el término “pareja” es utilizado en expresiones tales como “vida en pareja”, “problemas de pareja”. De ahora en adelante el amor ocupa un lugar central en el matrimonio: es su fundamento mismo. El amor no se disocia del matrimonio y la sexualidad permanece ligada a la procreación. No porque la contracepción sea desconocida sino porque depende sobre todo de los hombres. La opinión se mostraba tolerante frente a la sexualidad extraconyugal siempre que los prometidos se amen y quieran llevar una vida en común, pero la reprobación seguía siendo fuerte respecto a las madres solteras.
Hacia 1968 las ideas feministas se extienden rápidamente. El movimiento a favor de la contracepción toma un sentido diferente, con el planeamiento familiar se desarrollan temas tales como el control del calendario de los nacimientos o el de las consecuencias nefastas de los embarazos no deseados. La liberalización de la mujer sucede a la maternidad voluntaria. Se generaliza la contracepción femenina y la sexualidad se disocia de la procreación. El matrimonio deja progresivamente de ser una institución para convertirse en una formalidad, ya no es necesario casarse para escapar al poder de los padres, tampoco es necesario hacerlo para mantener relaciones sexuales regulares con alguien del otro sexo.
En mayo de 1985, en Rajasthan, uno de los Estados de India, se celebraron 40.000 matrimonios de niños en 24 horas, se piensa allí que el amor es un sentimiento demasiado aleatorio como para ser el fundamento del matrimonio. Hoy en día, en Francia se concibe a la familia apoyada en la existencia de una pareja enamorada. La sociedad occidental es la única que corre un riesgo de esta naturaleza.
(Amor y matrimonio es una asociación histórica y geográficamente circunscripta.)


TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO

LA NACIÓN, lunes 6 de octubre de 2008
Disquisiciones sobre el comportamiento sexual
El mamboretá, un insecto que pierde la cabeza por amor
La hembra lo devora antes, durante o después del apareamiento, pero se resiste
Por Susana Gallardo De la Redacción de LA NACIÓN

El macho de la mantis religiosa suele ser devorado por la hembra durante la copulación o después de ella. Pero, según una investigadora de la UBA, no es cómplice, sino que se esfuerza para evitar ser "almorzado".
El mántido macho -el mamboretá o "tatadiós"- es capaz de perder la cabeza por amor. En efecto, la hembra puede devorarlo ya sea antes, durante o después del apareamiento. El primer bocado es la cabeza y, muchas veces, el macho decapitado puede seguir copulando.
Frente al canibalismo de estos insectos, los biólogos han barajado dos explicaciones: o el macho es cómplice de su verdugo -prefiere inmolarse en pos de perpetuar sus genes- o, por el contrario, en una contienda silenciosa, busca salir airoso, con su cabeza puesta. La disyuntiva es entre complicidad o conflicto. Pero la hipótesis de conflicto es la que parece contar con evidencias más sólidas.
"No hay complicidad, sino conflicto -asegura la doctora Lorena Pompilio, investigadora del Conicet y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA-. A la hembra le conviene comerse al macho, y a éste le conviene sobrevivir", aclara, a partir de experimentos realizados en su laboratorio de la Ciudad Universitaria. La hembra devora al macho en aproximadamente un 40% de los casos, dependiendo de cuan hambrienta esté. "Si todos los machos se dejaran consumir en forma pasiva, uno debería pensar que hay para ellos algún beneficio, traducido en un incremento en su éxito reproductivo", conjetura Pompilio, que es psicóloga y doctora en Biología por la Universidad de Oxford.
Hay unas dos mil especies de mántidos, cuyos parientes más cercanos son las cucarachas. Son insectos voraces y muy buenos cazadores: algunas especies llegan a comer pájaros e, incluso, pequeñas ratas. Sus patas anteriores, que mantienen recogidas ante la cabeza como si rezaran, están provistas de fuertes espinas para sujetar las presas.
Pompilio diseñó una serie de experimentos para averiguar si el macho va ciegamente a la muerte o si aplica alguna estrategia de salvación. En uno de ellos (realizado con el biólogo Fabián Gabelli, profesor en la Facultad de Psicología de la UBA, y Esteban Avigliano, estudiante de biología de la FCEyN), el macho es colocado en un pequeño recinto frente a dos hembras, una de ellas más hambrienta que la otra.
¿Cómo sabe el macho cuál es la que está hambrienta? El mejor indicador es mostrarle una hembra mientras almuerza una presa versus una hembra sin su plato. Previamente, ambas habían sido privadas de alimento.
El macho prefería a la hembra que se alimentaba, que estaba menos hambrienta que la otra. Pero, "para controlar que el macho no fuera a la hembra sólo por la presa, tuvimos que agregar al grupo un macho que también estuviera ingiriendo alimento", comenta Pompilio. Si el macho elige siempre la hembra que se alimenta, ello sugiere que evita ser canibalizado.
"Con el estudio de estos mecanismos -señala-, uno puede llegar a conclusiones de tipo evolutivo. En este caso, por ejemplo, se puede apoyar la hipótesis de conflicto."
La investigadora demostró que el macho es sensible a la observación de una hembra que ingiere una presa; ahora bien, ¿es capaz de evitar a la hembra que mostró intención de atacarlo? "Si el macho es sensible a esos indicadores, podemos decir que esos mecanismos de evitación del canibalismo se seleccionaron a lo largo de la evolución; es decir, tuvieron más descendencia los individuos más selectivos a la hora de elegir una hembra para aparearse", señala.
El experimento muestra que los machos cuidan de no acercarse demasiado a la hembra que no ha ingerido alimento y se quedan más del doble del tiempo junto a la otra hembra. Además, en más de un 60% de los casos, los machos eligen copular con la hembra a la que han observado comer.
En resumen, la evolución parece haber actuado sobre los comportamientos de estos insectos, de manera que el que salvó su cabeza fue el que más descendencia tuvo.
Para Pompilio, los comportamientos sexuales de las especies tienen un componente en común, producto de la historia evolutiva que compartimos. "El conflicto entre sexos no es exclusivo de los mántidos, sino que existe cuando machos y hembras maximizan su éxito reproductivo de manera diferente. Por ejemplo, en mamíferos, las hembras maximizan su éxito reproductivo si eligen un macho que provea buenos genes y cuidado a las crías. Pero el macho maximiza su éxito al aparearse con la mayor cantidad posible de hembras. Machos y hembras buscan cosas diferentes, y allí surge el conflicto", aventura.

Centro de Divulgación Científica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA

EJERCICIO:

a) Analice y explique las metáforas a las que recurre la doctora Lorena Pompilio para explicar el comportamiento del mamboretá.

b) Analice y explique este texto desde la perspectiva falocéntrica como metáfora del amor humano (bah, del amor de pareja).



Para la clase de trabajos prácticos del viernes 17 de octubre:

Estudiar

"Los diseños del amor" capítulo 14 de diseño.com


Textos escogidos de Fragmentos de un discurso amoroso
de Roland Barthes Módulo 2

TEXTOS COMPLEMENTARIOS OBLIGATORIOS

"Werther"

"Una breve, muy breve… Historia del Amor"


TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO

"El mamboretá: un insecto que pierde la cabeza por amor"

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