miércoles, 1 de julio de 2009

Deleuze y Nietzche

ESTOS TEXTOS SON DE LECTURA COMPLEMENTARIA (NO OBLIGATORIOS) PARA EL CURSO DE COMUNICACIÓN Y CRÍTICA.

Deleuze y Nietzche
Textos seleccionados por María Mascheroni

Sólo tengan relación con lo que aman. Hay sensibilidades sustanciales, existen los que tienen una sensibilidad sustancial. Yo sueño con hacer alguna cosa sobre la sensibilidad filosófica. Es así que encontrarán los autores que cada uno amará. No estoy diciéndoles que sean spinozistas, porque me importa un bledo. Lo que no importa un bledo es que ustedes encuentren lo que les hace falta, que cada uno de ustedes encuentre los autores que les hacen falta, es decir, los autores que tienen algo para decirles.
Lo que a mí me atormenta en filosofía es esa elección. Es igual que cuando se habla de una sensibilidad artística, por ejemplo de una sensibilidad musical. La sensibilidad musical no es indiferenciada, no consiste solamente en decir: Amo la música. Quiere decir también que extrañamente, en cosas que yo mismo no comprendo, tengo algo que ver particularmente con tal: “ah, para mí es Mozart. Mozart me dice algo”. Es curioso eso. En filosofía es lo mismo. Hay una sensibilidad filosófica. Allí también es una cuestión de moléculas, si aplicamos todo lo que acabamos de decir hace un momento. Nos encontramos con que las moléculas de alguien serán atraídas, serán ya, en cierta forma, cartesianas. Hay cartesianos. Bueno, comprendo, un cartesiano es alguien que leyó bien a Descartes y que escribe libros sobre Descartes. Pero eso no es muy interesante. Al menos hay cartesianos a un nivel mejor. Consideran que Descartes les dice algo al oído a ellos, algo fundamental para la vida, incluida la vida más moderna. Bueno, a mí, tomo mi ejemplo, realmente Descartes no me dice nada, nada, nada, nada… Se me va de las manos, me embola.
Sin embargo, no voy a decir que es un pobre tipo, es evidente que tiene genio. Bueno, de acuerdo, tiene genio, pero yo, por mi cuenta, no tengo nada que hacer con él. Jamás me dijo nada. Bueno ¿y Hegel... ¿Cómo se explican estas cuestiones de sensibilidad, qué es eso, qué quieren decir estas relaciones moleculares? Yo abogo por relaciones moleculares con los autores que leen. Encuentren lo que les gusta, no pasen jamás un segundo criticando algo o a alguien. Nunca, nunca, nunca critiquen. Y si los critican a ustedes digan: “De acuerdo” y sigan, no hay nada que hacer. Encuentren sus moléculas. Si no las encuentran, ni siquiera pueden leer.

Leer es eso, es encontrar vuestras propias moléculas. Están en los libros. Vuestras moléculas cerebrales están en los libros. Yo creo que nada es más triste en los jóvenes en principio dotados que envejecer sin haber encontrado los libros que verdaderamente hubieran amado. Y generalmente no encontrar los libros que uno ama, o no amar finalmente ninguno, da un temperamento…, y de golpe uno se hace el sabio sobre todos los libros. Es una cosa rara. Nos volvemos amargos. Ustedes conocen la especie de amargura de ese intelectual que se venga contra los autores por no haber sabido encontrar a aquellos que amaba…, el aire de superioridad que tiene a fuerza de ser tonto. Todo eso es muy enojoso. Es preciso que, en última instancia, sólo tengan relación con lo que aman.
Gilles Deleuze


Se tiene que aprender a amar. Así nos sucede en la música: primero se tiene que aprender a oír, a entreoír, a distinguir una figura y un motivo, a aislarla y a delimitarla como a una vida por sí sola, luego se requiere esfuerzo y buena voluntad para tolerarla a pesar de su extrañeza, paciencia frente a su mirada y expresión, practicar la generosidad frente a lo sorprendente que hay en ella -: finalmente llega un instante en que estamos habituados a ella, en que la esperamos, presentimos que nos haría falta, si faltase; y luego ejerce más y más su imposición y hechizo y no acaba hasta que nos hemos convertido en su humilde y arrobado amante, que no quiere nada mejor del mundo más que a ella y solo a ella.Pero no sólo con la música nos sucede así: precisamente así es como hemos aprendido a amar todas las cosas que amamos. Por último, siempre seremos recompensados por nuestra buena voluntad, nuestra paciencia, equidad, dulzura frente a lo extraño, cuando lo extraño se despoja lentamente de su velo y se muestra como una nueva e indecible belleza: es su agradecimiento por nuestra hospitalidad. También quien se ama a sí mismo lo habrá aprendido por esa vía: no hay ningún otro camino. También el amor se tiene que aprender.
Friederich Nietzsche

jueves, 25 de junio de 2009

El perfil del diseñador está errado

TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO PARA EL CURSO DE COMUNICACIÓN Y CRÍTICA.

El perfil del diseñador está errado
Jorge Piazza
FOROALFA
Buenos Aires 23/06/2009

Es necesario operar cambios en la educación del diseño en pro de una capacitación que sirva para enfrentar la realidad laboral.
El 95% de los estudiantes se proyectan en su vida laboral futura como profesionales independientes. (1)
El dato no es menor porque, con absoluta contundencia, pone de manifiesto una necesidad específica de capacitación para el futuro profesional. A ese dato estadístico hay que sumarle otras realidades del mercado:

Existen muy pocos puestos laborales en relación de dependencia ocupados por
diseñadores que superen los diez años de vida profesional. Cumplida esa etapa
o incluso antes, el profesional-empleado suele aventurarse al emprendimiento
propio.

La salida laboral en relación de dependencia para profesionales jóvenes no
parece convocar diseñadores sino a operarios. Basta leer los anuncios que se
publican en diversos medios: «Se busca diseñador con manejo en entorno Mac/PC,
con conocimiento de programas: Photoshop, Ilustrator…».

La independencia
En estudios realizados acerca del emprendedorismo en América Latina se menciona que la principal escuela donde se forjan la vocación y la competencia para crear y manejar un emprendimiento es el empleo en el que el emprendedor trabajó previamente.(2) En el caso del diseño, si ese trabajo consistió en estar frente a una computadora bocetando o armando originales, la consigna no se va cumplir. Y, en efecto, quienes realizan esa función, que es la que abunda en el formato de relación de dependencia, no adquieren ninguna de las competencias necesarias para posteriormente formar y llevar adelante el estudio propio.
Estos mismos informes aseguran que la baja presencia de modelos de rol y la débil contribución del sistema educativo a la adquisición de capacidades emprendedoras figuran entre los principales aspectos culturales que obstaculizan, en alguna medida, el surgimiento de nuevas vocaciones empresarias.
¿Qué curioso que una profesión donde los modelos de rol están ausentes, y donde la educación es por demás deficiente en lo que hace a capacitar en aspectos de emprendedorismo, tenga una tendencia tan marcada hacia la salida laboral
independiente?
La ausencia de modelos no se debe a que no existan, sino a cierto hermetismo por parte de los estudios de diseño a hablar de temas relacionados con el negocio (durante años el precio del servicio del diseño pareció ser un tabú, y aún hoy, hay estudios que ni quieren tocar ese punto). A lo que hay que sumar una fuerte tendencia por parte del estudiantado a interesarse en apreciar sólo los productos gráficos de los estudios referentes del mercado, observándolos casi como figuritas, y mostrando un preocupante desinterés por indagar en temas referidos al negocio del diseño. De esta manera, armar un estudio propio está más emparentado con la idea de auto-emplearse que con la de formar una empresa de diseño.
La consecuencia directa de la situación descripta es que los profesionales terminan transitando un arduo camino de aprendizaje que se basa en el anti-método del tropezón-caída-levantada, con la posibilidad no segura de sacar conclusiones que eviten nuevas caídas. Este proceso suele implicar diez años de penurias, donde nada asegura llegar a buen puerto ni conservar la autoestima necesaria para continuar.
A esto debe agregarse que la puerta de entrada al diseño está plagada de futuros estudiantes con una fuerte inclinación hacia lo artístico —y el correspondiente estilo «bohemio» que eso conlleva—, totalmente alejados de conceptos empresariales y de negocios. Los diseñadores nos sentimos mucho más cercano a un artista plástico que a un contador. ¡Lástima que uno de los primeros pasos para armar un estudio sea contactar justamente a un contador!
En respuesta al hecho de no contar con una inclinación natural que nos predisponga a llevar adelante un negocio, con todo lo que ello implica, este tipo de contenidos deberían convertirse en prioritarios durante nuestra etapa de formación. La palabra clave en este asunto es: «Gestión».

La gestión
Es una tarea difícil explicar a los estudiantes de los primeros años, que con cierta razón consideran que estudian para diseñar, cuán determinante será el capacitarse en gestión para el desarrollo de su profesión. Es lógico que un estudiante considere que para diseñar no se requiere de conocimientos de gestión. Pero es incomprensible e inaceptable que casi todo el sistema educativo, ignore el dato estadístico con que iniciamos este texto y, en definitiva, no brinde la capacitación necesaria a los estudiantes.
Paradójicamente, el censo antes mencionado arrojó también el siguiente dato: Para el 65.5% de los profesionales y docentes las casas de estudio no contribuyen a la adquisición de capacidades emprendedoras y de gestión Imaginemos una estructura unipersonal, en la que el diseñador hace frente a todas las tareas. No pasará mucho tiempo hasta que, ante al crecimiento en la demanda de trabajo, deba comenzar un proceso de delegación a través de
tercerizaciones y alianzas (en la medida que no desee que su estructura crezca).
¿Cuáles serán la tareas tercerizadas? O, para simplificar, ¿cuál es la única tarea que no se puede delegar?: La gestión.
¿Cómo es posible que lo único indelegable sean aquellas tareas que requieren de conocimientos y habilidades que no hemos incorporado? La realidad marca que el diseñador novel tiende a vivir frustraciones profesionales, y no por falta de trabajo, sino por no saber gestionar el trabajo. El profesional con más años de trayectoria vive otro tipo de frustraciones, en este caso porque pese a tener un alto ritmo laboral, no termina de convertirlo en negocio.
Para que se cumpla la premisa planteada en la frase que inicia este texto (que los profesionales logren desarrollarse como profesionales independiente), es necesario un importante ajuste a nuestro perfil profesional. La incapacidad de gestionar un estudio de diseño —que generalmente conlleva no trazar estrategias, desconocer como posicionarse en el mercado y no tener una misión y visión claras—, colabora muy estrechamente con la imagen que proyectamos al mercado.
Esto, además de perjudicar a cada diseñador, contribuye al desmerecimiento de la profesión. Lamentablemente, para la mayoría de los clientes, el diseñador gráfico es una persona que sabe hacer dibujos.
Un estudio de diseño que enfrenta continuamente al mercado con una inseguridad absoluta del servicio que brinda, del por qué de sus costos, sin saber como venderse, vive a diario situaciones de roce y desgaste con los clientes.
Situaciones que terminan por predisponer mal al cliente frente al diseño y a la importancia que puede tener para su empresa. Cuando me refiero al cliente pienso en la infinidad de PyMEs que conforman el mercado, que no contratan diseño, o lo hacen mal. Esa inmensa porción del mercado es vital frente al desmesurado crecimiento en la oferta educativa, con el consiguiente incremento en el número de egresados. No se puede seguir proyectando la profesión poniendo el foco únicamente en las pocas grandes empresas, que conocen muy bien el aporte del
diseño, pero tienen una larga lista de estudios esperando la oportunidad de brindarles servicios.

Los diseñadores ¿en contra de los negocios?
Quienes eligen al diseño como profesión suelen tener ciertas características personales en común. Una de ellas es carecer de habilidad para todo aquello relacionado con asuntos de negocios. Esta carencia debería alentar la capacitación en aspectos de gestión empresaria. Sin embargo, en los ámbitos académicos se oculta el tema y, en lugar de hablar de «clientes», se habla de «comitentes». Ese extraño uso llama poderosamente la atención. Podemos suponer
que algunos diseñadores quieren alejarse todo lo posible del concepto de negocio, para así mantener limpia «tan digna profesión». De esta manera, nos asemejamos al médico, que no tiene clientes, sino pacientes. Pero la medicina es uno de los grandes negocios del mundo. Cada vez que uno ingresa a un consultorio, lo hace abonando previamente al entregar su carnet de obra social o medicina prepaga, para luego tener que aguardar el tiempo que sea en una soporífera sala de espera, y (posiblemente) terminar escuchando lo que no quiere
oir. En cambio el diseñador, acostumbrado a las demoras del cliente, trata de mostrarle aquello que supone le «gustará», para mucho después intentar cobrar lo que considera que vale su trabajo, aunque pocas veces lo sepa a ciencia cierta.
¿Por qué creímos que la palabra negocio ensuciaba al diseño?, ¿cuándo decidimos tener comitentes y no clientes? Suele coincidir que muchos de los que defienden esta posición extremista de un diseño «noble», alejado de los intereses y banalidades del mercado, son justamente los que decidieron no vivir de la práctica del diseño como profesión.
¿A qué obedece la ausencia de herramientas de gestión en los planes de estudio de una carrera en la que el 95% de los estudiantes aspira a formar una empresa?
Cuesta encontrar una explicación. Lo cierto es que desde su formación, se enseña al diseñador gráfico a rechazar en forma sistemática la palabra «negocios».

El panorama resulta desalentador: a nuestra incapacidad natural para la venta, hay que sumarle nuestro perfil profesional errado —asociado a la informalidad y la bohemia—, que contribuye a una sub-valoración de la actividad por parte del mundo empresario, en un mercado en el que la oferta de diseñadores supera con creces a la demanda, determinando precios cada vez más bajos para los servicios de diseño gráfico (ley básica del mercado) y, por ende, también un deterioro en los sueldos de los diseñadores asalariados.
Los diseñadores gráficos formamos parte de una actividad que constituye una porción ínfima de la economía y, a pesar de esa realidad, nos han inculcado cierta ¡culpa! por tener «clientes» a quienes les «vendemos» nuestros servicios.
En tanto no asumamos nuestra «responsabilidad con nosotros mismos» y nuestras familias (o futuras familias), seguiremos teniendo problemas económicos o, llegada cierta edad, nos veremos obligados a cambiar de actividad por otra que nos permita ganarnos la vida.

(1) Dato obtenido en el Primer Censo de Aproximación a la Realidad del Mercado del Diseño Argentino, realizado por Redargenta en el año 2004. La investigación se llevó a cabo a través de encuestas a estudiantes, profesionales y docentes, habiendo abarcado a nueve mil personas, y obteniendo respuestas de todas las provincias argentinas donde se enseña Diseño Gráfico.

(2) «Empresarialidad en economías emergentes», Informe Argentina. Banco Interamericano de Desarrollo - Universidad Nacional General Sarmiento.

jueves, 18 de junio de 2009

Bésame poco

EL SIGUIENTE TEXTO SE INCLUYE COMO APLICACIÓN DE FUNCIONES DEL LENGUAJE, FIGURAS DEL MITO Y OPERACIONES RETÓRICAS EN EL APUNTE CORRESPONDIENTE AL TEÓRICO Nº 10.
SE REPITE ABAJO EN NEGRO

Bésame poco
Por Sandra Russo
Página/12, 30/04/09

Pandemia, pandemia, pandemia. Uno no puede dejar de escuchar un morbo mediático en la reiteración de la palabra que describe la globalización por otras vías. Hay un estallido generalizado de símbolos. Se derrumba un sistema político y económico que tenía al individuo como eje, y ataca al mundo en forma de pandemia un virus mutante que supo de vuelos y estiércol y que presenta la forma de una simple gripe. Pero el primer efecto de la pandemia es eliminar las simples gripes. Ya no las hay. Cualquier calentura es señal de alarma. Las personas son interceptadas en los aeropuertos en busca de información sobre su organismo. Y desde México, donde se juegan partidos de fútbol “a puertas cerradas”, también llega la noticia de las telenovelas sin besos. Nuestro mundo se está modificando.
No es que uno crea en las enfermedades de diseño, sobre las que ha visto unas cuantas películas norteamericanas. Ni que participe de posiciones conspirativas que imaginan a diez personas decidiendo en secreto algo que cambiará incluso (y sobre todo, como es costumbre, que eso no cambia) nuestras vidas periféricas. Pero justo en el momento en que la economía real hace revisar el ideario neoliberal que condujo al desastre, un ideario posneoliberal asoma en el único otro punto más sensible que la economía: la salud.
El posneoliberalismo está pronto a adquirir nuevas formas, porque va de suyo que embriona, y se diría que no se llamará así, que es muy pomposo. Podría llamarse, por ejemplo, Política de Manos Limpias, no porque deje atrás su intrínseca corrupción, sino porque hará eje en la desinfección obsesiva del espacio público, que de todos modos dejará de usarse, ya que cualquiera puede tener fiebre, y es más: cualquiera puede estar incubando fiebre. ¿Cuánto apostamos a que las señoras caceroleras serán las primeras en enchufarles barbijos a sus mucamas, que llegan desde el suburbio? No puede uno imaginarse, si la pandemia sigue siendo pronunciada con tanto énfasis y excitación, lo peligrosos que serán todos y cada uno de los pasajeros del transporte público. Es que es el aire que media entre uno y otro ser el que contiene la peste. Es que ya no es conveniente aproximarnos.
Escucho a un sanitarista hablar de “planes de contingencia”. Claro, la maldita contingencia. Es aquí cuando debería intervenir el Chapulín Colorado, pero bueh, es mexicano. La contingencia es algo de lo que siempre escapamos, algo que preferimos creer que no existe, un fantasma. La civilización que se globalizó y llevó sus hilachas virtuales a los lugares más lejanos es una civilización cimentada en la idea de que todo puede preverse y planificarse. Pero paradójicamente, esa civilización que vende imágenes de gente segura y tranquila se asienta en un sistema de explotación de un planeta que da probadas muestras de cansancio.
En las telenovelas mexicanas los amantes ya no se besan, y es posible presumir que si la pandemia pasa del grado 5 al 6, como se indica una y otra vez en los noticieros, los bunkers antiaéreos de este nuevo desastre serán unipersonales. Cada criatura aislada en su propio cuerpo. Cada uno cuidándose de las cosas terribles que pueden salir del cuerpo del otro.
Justo cuando un modelo político y económico basado en el más encarnizado individualismo se fractura y deja ver sus intestinos, el sistema sanitario mundial se pone en alerta por la peste que nos vuelve a todos Michael Jackson, todos un poco chiflados sospechando de la tos del vecino.

No es que uno crea en las enfermedades de diseño, pero qué justo.

miércoles, 10 de junio de 2009

Signos y palabras

TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO PARA EL CURSO DE COMUNICACIÓN Y CRÍTICA

Libros en agenda
Signos y palabras
Silvia Hopenhayn Para LA NACION
Miércoles 10 de junio de 2009 Publicado en edición impresa

La poesía siempre está al borde de decirlo todo, o por lo menos de atisbar un todo insondable. Como si los poetas pudieran tocar con las palabras algo constitutivo de lo humano que no se deja nombrar tan fácilmente. Este aspecto táctil de lo escrito los acerca a la pintura. Muchos han buscando algún secreto escondido entre el signo y el trazo, la línea y la mancha. Henri Michaux fue uno de ellos. Anduvo por los bordes: primero, en el lejano Oriente, viaje que volcó en su libro Un bárbaro en Asia , traducido por Borges en 1941; luego, el borde de adentro, lo que Michaux llamó el "lejano interior", tras su experiencia con las drogas, sobre todo la mescalina, que aparece en libros, como Miserable milagro o Infinito turbulento . Este tanteo vertiginoso tiene antecedentes ya en su primera obra publicada, Caso de locura circular (1923) y en otros textos, como Conocimiento por los abismos , La vida en los pliegues o Ailleurs ("por afuera").
Si bien no llegó a caerse, Michaux sufrió del "exilio de las palabras", al decir de Le Clézio. En realidad, buscaba desligar las palabras de su significado para rescatar el impulso verbal. Llegar a la abstracción total que, según él, constituía la velocidad. Por eso -de manera más solitaria y rabiosa que Apollinaire- fue arrimándose al ideograma, al pictograma, haciendo del signo una huella del deseo. "Signos/ signos no de techo, de túnica o palacio/ no de archivos ni enciclopedia del saber/ sí de torsión, de violencia, brusquedad/ de deseo cinético [Michaux]." Como Mallarmée, le interesaba no tanto describir las cosas, sino sus efectos. Atrapar al voleo el efecto de las palabras y plasmarlo. Claro que, para ello, las mismas palabras no le bastaban; era como si éstas no llegaran a tiempo. De allí su vuelco al trazo, primero ligado a la línea del alfabeto, luego indagando en figuras más recónditas, ciudades ocultas, animales por lo general monstruosos, pájaros, insectos o larvas. El mismo escribió: "El arte es lo que ayuda a salir de la inercia". Es interesante que su apego a cultores del surrealismo o su amistad con Paul Klee o De Chirico no lo asimilaran al movimiento artístico de la época. La obra de Michaux, en este sentido, es tan singular como aislada.
El libro-catálogo de la actual muestra Un diálogo de signos , en la galería La Ruche, que reúne la obra de León Ferrari con Henri Michaux, da cuenta de esta experiencia en los bordes. Apela al movimiento de las palabras, a la velocidad de la letra que se hace dibujo para liberarse de la convención. El diálogo que entablan Ferrari y Michaux es desfasado en el tiempo, pero ligado en el espacio. Como si entre ambos tejieran el enlace entre las palabras y el dibujo. Vale recordar el genial Cuadro escrito (1964), de Ferrari, en el que el artista describe la pintura que haría si supiera pintar, y todo el cuadro consta de palabras que revelan el carácter pictórico de la pintura que no está.
Quizá la apuesta mayor, el revés del signo sea, más que representar, hacer presente.

miércoles, 3 de junio de 2009

CyC.2009. 08 OPERACIONES RETÓRICAS

UBA FADU - DISEÑO DE INDUMENTARIA – DISEÑO TEXTIL
COMUNICACIÓN Y CRÍTICA - SEXE
CURSO DE VERANO 2009
5 de junio

TEÓRICO Nº 8
OPERACIONES RETÓRICAS

Para la clase de Trabajos Prácticos del viernes 12 de junio:

Estudiar:
“Retórica y diseño” capítulo 9 de DISEÑO.COM


Aplicación conceptual

- Analizar Figuras Retóricas en los siguientes poemas (canciones) de Andrés Calamaro, Luis Miguel, Carlos Gardel, Joan Manuel Serrat, Mario Benedetti y Jorge L. Borges.

- Señalar el NIVEL y las OPERACIONES que se presentan en cada caso.

- Para el caso de las metáforas y las metonimias: explicar su funcionamiento indicando generalizantes y particularizantes. Clasificar las metáforas según: particularizante presente / ausente, metáforas por comparación, y “es” de equivalencia.

Flaca
Andrés Calamaro

Flaca no me claves, tus puñales, por la espalda, tan profundo, no me duelen, no me hacen malLejos, en el centro, de la Tierra, las raíces, del amor, donde estaban, quedaránEntre “no me olvides” me deje nuestros abriles olvidados, en el fondo del placard, del cuarto de invitados, eran tiempos dorados de un pasado mejor.Aunque casi me equivoco y te digo poco a poco “no me mientas”, “no me digas la verdad”, “no te quedes callada, no levantes la voz, ni me pidas perdón”.Aunque casi te confieso que también he sido un perro compañero, un perro ideal que aprendió a ladrar y a volver al hogar para poder comer.Flaca no me claves, tus puñales, por la espalda, tan profundo, no me duelen, no me hacen malLejos, en el centro, de la Tierra, las raíces, del amor, donde estaban, quedarán


Por debajo de la mesa
Luis Miguel

Por debajo de la mesa, acaricio tu rodilla,
y bebo sorbo a sorbo tu mirada angelical
Y respiro de tu boca esa flor de maravilla
las alondras del deseo,cantan, vuelan, vienen, van.

Y me muero por llevarte, al rincón de mi guarida,
en donde escondo un beso con matiz de una ilusión
se nos va acabando el trago,sin saber qué es lo que hago,
si contengo mis instintos
o jamás te dejo ir.

Y es que no sabes lo que tú me haces sentir
si tú pudieras un minutoestar en mí…
Tal vez te fundirías a esta hoguera de mi sangre,
y vivirías aquíy yo abrazado a ti.
Y es que no sabeslo que tú me haces sentir
que no hay momento queno pueda estar sin ti…
Me absorbes el espacio y despacio me haces tuyo…
Muere el orgullo en mi,y es que no puedo estar,
sin ti.


Cuando no estás
Carlos Gardel

Solo en la ruta de mi destino,
sin el amparo de tu mirar,
soy como el ave que en el camino
rompió las cuerdas de su cantar.

Cuando no estás, la flor no perfuma.
Si tú te vas, me envuelve la bruma.
El zorzal, la fuente y las estrellas,
pierden para mí su seducción.

Cuando no estás, muere la esperanza.
Si tú te vas, se va mi ilusión.
Oye mi lamento, que confío al viento,
todo es dolor… cuando tú no estás.

Nace la aurora resplandeciente,
clara mañana, bello rosal,
brilla la estrella, canta la fuente,
ríe la vida, porque tú estás.


No hago otra cosa que pensar en ti
Joan Manuel Serrat

No hago otra cosa que pensar en ti...
Por halagarte y para que se sepa,
tomé papel y lápiz, y esparcí
las prendas de tu amor sobre la mesa.

Buscaba una canción y me perdí
en un montón de palabras gastadas.
No hago otra cosa que pensar en ti,
y no se me ocurre nada.

Enciendo un cigarrillo, y otro más...
Un día de ésos he de plantearme
muy seriamente dejar de fumar,
con esa tos que me entra al levantarme...

Busqué, mirando al cielo, inspiración,
y me quedé "colgao" en las alturas.
Por cierto, al techo no le iría nada mal
una mano de pintura.

Miré por la ventana y me fugué
con una niña que iba en bicicleta.
Me distrajo un vecino que también
no hacía más que rascarse la cabeza.

No hago otra cosa que pensar en ti...
Nada me gusta más que hacer canciones,
pero hoy las musas han "pasao" de mí.
Andarán de vacaciones…


Te quiero
Mario Benedetti

Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos,
te quiero porque tus manos trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo
y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada,
te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía, tu boca no se equivoca,
te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo
y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero, y tu paso vagabundo,
y tu llanto por el mundo, porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aureola ni cándida moraleja
y porque somos pareja que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso, es decir, que en mi país,
la gente viva feliz aunque no tenga permiso.
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.


¿Por qué cantamos?
Mario Benedetti

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo era una cueva de ladrones
los aires ya no son tan buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil
y usted, preguntará por qué cantamos.

Si los nuestros quedaron sin abrazo,
la patria casi muerta de tristeza
y el corazón del hombre se hizo añicos
antes que estallara la vergüenza.
Usted, preguntará por qué cantamos.

Cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río, suena el río,
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo,
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos

Si fuimos lejos como un horizontes
iaquí quedaron árboles y cielosi
cada noche siempre era una ausencia
y cada despertar un desencuentro,
usted, preguntará por qué cantamos

Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.
Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca,
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.

Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta.


Y ahora:

Fundación mítica de Buenos Aires
Jorge Luis Borges
En Cuaderno San Martín (1929)

¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.
Pensando bien la cosa, supondremos que el río
era azulejo entonces como oriundo del cielo
con su estrellita roja para marcar el sitio
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.
Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imanes que enloquecen la brújula.
Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.
Una manzana entera pero en mitá del campo
expuesta a las auroras y lluvias y suestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.
Un almacén rosado como revés de naipe
brilló y en la trastienda conversaron un truco;
el almacén rosado floreció en un compadre,
ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.
El primer organito salvaba el horizonte
con su achacoso porte, su habanera y su gringo.
El corralón seguro ya opinaba Yrigoyen,
algún piano mandaba tangos de Saborido.
Una cigarrería sahumó como una rosa
el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,
los hombres compartieron un pasado ilusorio.
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.


Glosario:

Sueñera. Cama, hamaca, catre, lecho.

Zaino/a: Dicho de un caballo o una yegua: Castaño oscuro que no tiene otro color.

Azulejo: Dicho de un caballo o una yegua: Entrepelado de blanco y negro que
en ocasiones, particularmente cuando está mojado, presenta reflejos azules.

Juan Díaz. Se refiere a Juan Díaz de Solís. En 1515 partió del puerto de Sanlúcar al
mando de tres naves. Navegó las costas brasileñas y uruguayas hasta llegar al Río
de la Plata, que llamó Mar dulce. Al desembarcar fue atacado por indios
charrúas o guaraníes que dieron muerte a toda la tripulación.
Siempre se dice que a Solís se lo comieron los indios; tal vez, comieron a todos.

Endriago: Del cruce entre hidra y drago: Monstruo fabuloso, con facciones humanas y
miembros de varias fieras.

Trémulo: 1. Que tiembla.
2. Dicho de una cosa que tiene un movimiento o
agitación semejante a la luz de una vela.
Ojo, la oración: “Prendieron unos ranchos trémulos en la costa…”

Embeleco: 1. Embuste, engaño.
2. Persona o cosa fútil, molesta o engañosa.
3. Juego, enredo, montaje, complicación.

Fútil. (Mencionada como acepción de embeleco). De poco aprecio o importancia.

Suestadas. Sudestadas.

Habanera: 1. Oriunda de La Habana.
2. Baile de origen cubano en compás de dos por cuatro (como el tango)
y de movimiento lento.

Saborido, Enrique.
Bailarín, pianista y compositor nacido en Montevideo en 1877.
Es el autor de la música del tango La morocha (entre oíros tangos).

Sahumar. Dar humo aromático a algo con el fin de purificarlo o que huela bien.


Menciones de colores:

“entre los camalotes de la corriente zaina...”

“supondremos que el río era azulejo entonces como oriundo del cielo…”

“con su estrellita roja para marcar el sitio…”

“Un almacén rosado como revés de naipe…”“el almacén rosado floreció en un compadre…”


Palermo Viejo:

Hoy, en la esquina de las calles Paraguay y Serrano (actualmente Borges) hay un bar. A una cuadra, en la esquina de Borges y Soler, hay un almacén con despacho de bebidas y restaurante que conserva la costumbre de ese tipo de negocios de barrio; se llama “El Preferido”.

Aclaración final:

Como ves, los poemas están ordenados Calamaro-Miguel- Benedetti-Borges; más o menos, según un cierto grado de complejidad, según mis prejuicios.
Podés seguir ese orden, comenzar por el más “difícil”, o alternar uno fácil” y uno “difícil”.
Lo interesante será que intentes resolver la mayor cantidad posible de figuras retóricas antes de la clase de trabajos prácticos.
Ahora, cuando el tema de un diseño trate sobre Buenos Aires, sus colores, Palermo Viejo, etc. contás con algo más.
Si querés diseñar, diseñá.

Bonus Track:
Ya que se trata de una fundación “mítica”, no viene nada mal aplicar
las Figuras del Mito según Roland Barthes (hay algunas facilísimas).

sábado, 30 de mayo de 2009

Facebook y "la amistad"

Este artículo es TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO para el curso de "Comunicación y Crítica".

En los tiempos de Facebook
Una amistad peculiar
Mori Ponsowy

LA NACION
Sábado 30 de mayo de 2009 Publicado en edición impresa

Hace algunos años, un amigo me regaló un libro cuyo título es igual al de esta nota. Aunque él y yo compartíamos el amor por la literatura, no creo que me haya dado el libro porque lo considerara una gran obra literaria sino, simplemente, por su nombre: "una amistad peculiar" era también el modo como nosotros nos referíamos a nuestra relación. No éramos novios ni amantes, pero nos sentíamos unidos por un lazo especialmente fuerte y nos parecía que la palabra "amigos" no bastaba para describirlo.
El libro es una rareza. El autor es Dirk Bogarde -el famoso protagonista de películas como El sirviente , Portero de noche y Muerte en Venecia - y está compuesto por las cincuenta y ocho cartas que él envió, entre marzo de 1967 y enero de 1970, a una mujer a quien nunca conoció personalmente. "Nunca nos vimos y nunca nos hablamos", escribe Bogarde en el prólogo. "Ni siquiera sé con certeza qué edad tenía." La amistad empezó cuando, en una peluquería de Nueva York, ella ojeaba una revista inglesa y, al toparse con una entrevista con Bogarde, notó que la casa en la que aparecía fotografiado era la misma en la que ella había vivido hasta que el inicio de la guerra, en 1939, la forzó a abandonar Inglaterra. El amor que había sentido por esa antigua casa de campo del siglo XIII, sumado a la sorpresa de que ahora su dueño fuera una estrella de cine, la impulsó a escribirle a Bogarde. El le respondió inmediatamente, lo que dio origen a una relación intensa y excepcional que duró hasta la muerte de ella, tres años después.
Me he acordado mucho de ese libro en los últimos tiempos, sobre todo cada vez que en mi casilla de correo aparece un mensaje nuevo, originado en Facebook, que dice "Fulano quiere agregarte a su lista de amigos". Al principio, me ponía muy contenta cada vez que me llegaba un mensajito así: ¿a quién no le gusta tener amigos? Me alegró encontrar amigas de infancia, enterarme de que mi primer novio me recuerda con cariño, y volver a tener contacto con compañeros de universidad a quienes les había perdido el rastro. Cada vez que confirmaba una "solicitud de amistad" o que alguien aceptaba mi propia solicitud, veía con orgullo crecer mi número de amigos. De los primeros tres o cuatro, pasé a tener unos cuarenta en una semana y luego, en cuestión de meses, alcancé a los ciento veinte. Toda una hazaña para una introvertida que, hasta entonces, había creído que podía contar a sus amigos con los dedos de una mano.
Las dudas empezaron cuando me llegaron las primeras solicitudes de amistad de personas a quienes no recordaba conocer. Entraba a sus "perfiles" para refrescar mi memoria y enterarme de quiénes eran, pero seguían resultándome extraños. Algunos de esos desconocidos tenían la gentileza de agregar algún pequeño texto a su solicitud, diciendo de dónde creían conocerme o por qué me escribían. Pero la mayoría de las solicitudes llegaban sin nada: apenas un nombre extraño de alguien que quería agregarme a su lista y que yo lo agregara a la mía. Yo no sabía si hacer clic en "Aceptar invitación" o en "Rechazar invitación". Me parecía que si los agregaba a mi lista, de alguna manera tergiversaba la realidad y desvirtuaba el estatus de los que ya formaban parte de ella. Pero, por otra parte: ¿por qué no aceptarlos si la amistad es algo noble? Finalmente, en la mayoría de los casos, optaba por hacerme la distraída y cerraba la ventana de Facebook, sin tomar ninguna decisión.
Aunque no sabemos nada sobre lo que decían las cartas de la señora X a Bogarde -salvo lo que podemos deducir al leer las respuestas de él- supongo que el primer mensaje que ella le envió diría algo más que "Quiero agregarte a mi lista de amigos". De hecho, al responder, él le agradece "su extensa y encantadora carta" y confiesa que se siente "fascinado y sorprendido" por lo que ella cuenta. Imagino que si la señora X no se hubiera tomado el trabajo de escribir una carta "encantadora", Bogarde jamás le habría contestado y nunca se habrían convertido en amigos, peculiares o no.
En sus primeras cartas, Bogarde habla de la casa y, sobre todo, del gran jardín. "Sí, el camino de los castaños todavía está ahí", escribe. "Hoy, una explosión de nardos y margaritas, miles y miles de ellos. ¿Fuiste tú quien plantó la lila blanca en el rincón fuera de la cocina?" Pero a medida que la amistad va creciendo, los temas pasan a ser más íntimos y, las cartas, cada vez más sustanciosas. El habla de cuánto le costó acostumbrarse a ser una estrella de cine; describe la falta de libertad, las complicaciones para salir a la calle, el desagrado que le producían las mujeres "histéricas" que se escondían en lugares insospechados con tal de verlo de cerca. Le transmite la impresión que le producen las ciudades que visita: Viena, París, Gammarth, Budapest. Le escribe sobre la gente con quien se topa en las fiestas (Los Beatles, John Gielgud, la reina de Inglaterra), los directores con los que trabaja, el modo en que lo afectan los personajes que interpreta. Hablando de Accident , dice: "Cuando terminó la película y Stephen tuvo que morir, digamos, porque no había lugar para él en mi vida, me sentí totalmente destrozado".
Bogarde y la señora X se hacen adictos a su correspondencia. Ella le escribe diariamente y, aunque él lo hace con menor frecuencia, los días en que no escribe una carta, al menos le envía una postal. Cuando ella se enferma, él le manda libros para que se entretenga en la clínica. El cariño que se tienen es tan sincero que ella quiere legarle un Modigliani, pero Bogarde lo rechaza con humor, alegando que no es lo suficientemente grande para su casa. No hay tema que dejen sin tocar, y si eligen el adjetivo "peculiar" para referirse a su amistad, es porque saben que la cercanía que han logrado crear no es frecuente.
Se me ocurre que, si decidiéramos hacer un continuo con los distintos tipos de amistad, en un extremo podríamos poner las amistades peculiares y, en el otro, las ordinarias. Las primeras se caracterizarían por la cercanía, el conocimiento y el amor entre los amigos, y las segundas, por la distancia, el desconocimiento mutuo y la falta de verdadero interés. Las amistades peculiares serían las que pasan pocas veces en la vida y, las otras, las que ocurren en cada esquina, las que mantenemos con quienes nos cruzamos en el ascensor y con todas aquellas personas que nos presentaron alguna vez, pero cuyos nombres no recordamos. Mi hipótesis es que casi todas las amistadas que se originan en Facebook pertenecen al segundo grupo... aunque, en realidad, si uno quisiera ser fiel al significado de las palabras y no someterlas al proceso de decoloración y banalización que supone su incorporación al léxico mediático, las ordinarias ni siquiera deberían ser consideradas amistades.
¿Qué es la amistad, sino una larga conversación sostenida a través del tiempo? Una conversación entre dos personas que se sienten queridas y comprendidas en su singularidad por el amigo. "No es que simplemente conteste tus cartas. Te escribo. Trato de conversar contigo", dice Bogarde. "Disfruto esta relación silenciosa, más de lo que puedo decirte. Pienso en ti muy seguido; debo decirle esto o aquello otro; contarle algo de lo que me enteré, o hablarle sobre una música que escuché..." Me pregunto: ¿cuánto diálogo, cuánta escucha, cuánto lugar para que cada individuo se manifieste en su propia singularidad hay en Facebook? A diferencia de los blogs, aquí la página de cada miembro se parece tremendamente a las páginas de todos los demás; cambian las fotos y los nombres, pero las variaciones que cada quien puede hacer en su propia página son estrechísimas. Facebook uniformiza a sus doscientos millones de usuarios. Los convierte en engranajes de un sistema que atenta contra la profundidad, la calidez y la originalidad.
"El libro de las caras": eso significa, literalmente, Facebook. Tergiversando una vez más el significado de las palabras, se trata de un libro que no es libro y que funciona más como álbum de figuritas que como ninguna otra cosa, pues su principal objetivo parece ser coleccionar, sumar caras o nombres a la lista, juntar "amigos" sin importar quiénes sean, ir llenando las páginas vacías del ciberespacio que nos ha sido asignado hasta tener más amigos de los que nos es posible recordar y, sobre todo, amar. "La Librería Sumsum quiere ser tu amigo"; "Súmate a la causa por Keké, el perro quemado vivo". Me encantan las librerías y los perros, pero, francamente, jamás le contaría mis problemas a una librería y, en cuanto al pobre animal y todos los otros pedidos de firmas que llegan diariamente, después de haber leído tantas veces acerca de organizaciones humanitarias que desviaban recursos hacia actividades inconfesables, prefiero documentarme bien antes de adherir a cualquier causa.
Toda la crítica anterior tiene que ver con el mal uso que hacemos -y nos vemos obligados a hacer- de las palabras. Si en vez de "amigo", Facebook empleara alguna otra palabra, las relaciones que propicia serían más claras. ¿Qué cosa quieren realmente las personas, los negocios y las causas que piden ser nuestros amigos en Facebook? Quieren nuestra atención; que sepamos que existen; que los miremos; que estemos de acuerdo con sus cruzadas. "Fulano quiere un pedazo de tu tiempo", sería la manera correcta de formularlo. O, mejor: "Fulano quiere que seas su cliente".
Supongo que casi todos queremos ser famosos, que nos quieran, tener al resto del mundo mirándonos embelesados. Esta es otra explicación para querer coleccionar amigos en Facebook: no se trataría sólo de juntar caras, sino de hacernos la ilusión de que somos amados por muchos otros. Amor peculiar, éste, que lo único que da y lo único que pide es unos segundos de atención: el tiempo que lleve hacer clic en "Aceptar". ¿Será que eso es lo único que estamos dispuestos a dar al prójimo en los tiempos que corren? Una especie de quid pro quo individualista, de "yo te miro y, a cambio, tú también me miras", mientras olvidamos convenientemente que no somos más que números, idénticos unos a otros, perdidos en la noche de la infinita y anónima comunidad virtual.

La ciudad extraña

Este artículo es TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO para el curso de "Comunicación y Crítica".

La ciudad extraña
Por César Hazaki

Revista Topía Nº 55 (actualmente en kioscos)

“A mi se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y como el aire.”
J. L. Borges

La Reina del Plata:
Las fundaciones de las ciudades tienen ese halo de misterio y magia. Mitos y leyendas que prevalecen sobre las razones históricas que llevaron a la constitución de una urbe. De esta manera se provee belleza y épica a los auténticos intereses del nacimiento de una ciudad. Pero la historia es más descarnada y sus verdades se suelen encontrar buceando en las fisuras de la historia oficial. Se trata de develar sentidos guiándose por indicios del pasado que inciden hoy.

Los orígenes del puerto y la ciudad:
La primera fundación de Buenos Aires: Pedro de Mendoza en el año 1536. Su nombre: Nuestra Señora del Buen Ayre, el mismo indica que pueblo y puerto eran una unidad. Es notable que la imponente expedición de Mendoza, con 1.500 hombres, termine en el hambre y con casos de antropofagia. Nadie sabrá las razones por las que los españoles no pescaron habiendo acampado a la vera del rio.
Juan de Garay, en 1580, con setenta hombres donde la mayoría eran mancebos (hijos de la poligámica relación entre españoles e indias) logra la segunda fundación de Bs. As. La ciudad será Santísima Trinidad y el puerto: Santa María de los Buenos Aires.
Es así como la Reina del Plata surge de las naves que iban en busca de otra cosa: una protección militar para la ruta marítima hacia el Cabo de Hornos, el oro y plata después del descubrimiento México y Perú, etc. Lo cierto es que: “Hasta la llegada de los españoles en la costa sur del río, donde está ahora Buenos Aires, y en sus inmediaciones, no había nadie”. (1).

El río y sus habitantes:
“Hay dos fundaciones de la ciudad…. Una es la de Sarmiento, Mármol de Amalia, y Echeverría de El matadero, que son como el momento de origen de la literatura argentina, que es: la ciudad de Buenos Aires ha sido ocupada por la barbarie y entonces la ciudad [verdadera] no es esa ciudad, presente, bárbara, sino es una ciudad futura, ausente, próxima, por construir, que en realidad es una ciudad extranjera” (2)
Se insiste en decir que Buenos Aires ha vivido de espaldas al río. En realidad fueron cambios ecológicos y políticos los que produjeron ese divorcio. Sus causas: a) la contaminación del río, b) el cierre del ramal de tren que recorría la costa, c) la pérdida de los grandes balnearios populares: Costanera Sur, El Ancla en Vicente López, el puerto de Olivos, el Águila, etc., que desaparecieron por desidia de las autoridades que abandonaron los espacios públicos frente al río -por lo que se convirtieron en zonas peligrosas y marginales- y el interés concreto de los habitantes pudientes de la zona norte para que Olivos, Accassuso, Becar, San Isidro no se vieran invadidos por sectores populares todos los fines de semana, para ellos este aluvión (3) afeaba y ponía en peligro sus residencias. Por si esto fuera poco las fuerzas de seguridad aprovecharon el golpe del año 1976 para apropiarse de grandes espacios de la costa de Vicente López y Olivos. Fue una política abandonar la costa para luego apropiarse de ella. También es cierto que siempre la ciudad le escapó a sus límites rellenando el río, es decir no le da la espalda sino que se lo devora transformándolo en edificios y calles.

De puerto abandonado al barrio exclusivo: Puerto Madero
La municipalidad Buenos Aires y su puerto tienen distintas jurisprudencia, dado que el puerto no es un barrio de Bs. As., por eso convertir a P. M. en parte de la misma es una tarea no sólo administrativo - técnica, sino de producción de símbolos, mitos, usos, costumbres, etc. En especial para que los habitantes de la urbe lo hagan propio.
La radical transformación de P. M., abandonado por la inauguración de Puerto Nuevo (1920), se inicia con la constitución de la sociedad anónima Corporación Puerto Madero en el año 1989, donde el gobierno nacional y la municipalidad de Buenos Aires son socios por partes iguales. Son sus objetivos: “Recuperar el rol económico y las actividades del Área Central. Revertir los déficits urbanos equilibrando espacios públicos y privados. Promover un acercamiento de la ciudad al río” (4).
En 1992 se conocen los resultados del concurso, cuya consecuencia es: una modernización exclusiva, futurística, hacia lo alto y con un estricto control social. Fue, entonces, el propio estado el que organizó la S. A. que comandará el monumental proyecto. Es así que, pese al desguace del estado, se gesta una sociedad anónima donde el propio estado se ponía al frente de un plan faraónico.
Hay que comprender que construir P. M. no sólo es un gran negocio, también el intento de establecer un paradigma arquitectónico, cultural y social. Proyecto que completaría hacia el sur, lo realizado en Catalinas Norte desde el Sheraton Hotel hacia el sur.
El mismo será central para todos los gobiernos que advendrán en la ciudad y la nación. Como consecuencia puede ser tomado como un extraordinario laboratorio para analizar a la ciudad del futuro y qué requerimientos corporales y subjetivos solicitará de sus habitantes, tanto en los espacios públicos como en los privados. Veremos en él cómo avanza el control social por medio de cámaras filmadores en el espacio público, también la ausencia de contacto social entre vecinos y paseantes y, para finalizar, la absorción y resignificación de la historia de luchadoras argentinas por los poderosos.

El paradigma de la ciudad extraña:
Sus torres de costos elevadísimos son un sector exclusivo de la ciudad, quienes pueden residirlo son personas de un alto nivel adquisitivo. Muchos de los pisos se hallan deshabitados. Si los poderosos de distintas partes del mundo ven allí grandes negocios, los políticos lo utilizan para mostrar la imagen de un país rico, llevado adelante por ellos, en el cual la sociedad debe mirarse.
La presidenta Cristina F. de Kichner, al lanzar el polémico proyecto del tren bala, dijo que éste sería como P. M.: “Los turistas de todo el mundo vienen a conocer P. M. El tren bala, en consecuencia, será lo mismo una extraordinaria modernización por la que el mundo nos mirará con respeto”.
Lo extraordinario de tomar a P. M. como el paradigma con el que la Argentina y su capital deben desarrollarse es postular una ciudad fantasma, extranjera, que realiza la ciudad de Sarmiento, Etcheverría y Mármol que hace peligrosos a quienes la visitan, de allí que se controle por vía tecnológica todas sus calles.
El paseante puede deambular por sus grandes calles desiertas pero lo más seguro es que no contacte con nadie. Si el espacio organiza el movimiento y la actitud de los cuerpos, las amplias calles de Madero están signadas por la ausencia de los mismos. Así, desde el poder, se empieza a utilizar un mito: por P. M. nos van a aceptar en el mundo, lugar donde no está ni la vida, ni la historia de la gran mayoría de los ciudadanos de Buenos Aires. A diferencia de Catalinas Norte, una concentración de grandes empresas, y por eso poblado por miles de personas que van cotidianamente a trabajar y con contradicciones de clase con las empresas que los contratan, P. M., es el asentamiento de rascacielos costosísimos de los que no sabe quién vive, propietarios o inquilinos que quieren permanecer en el anonimato.
En el recorrido de los edificios de Catalinas Norte, que tienen la clara marca de las multinacionales, ha los de P. M., que parecen circulaciones oscuras de dinero que requieren un lugar donde afincarse para clarearse al sol, se puede ver modificaciones en la manera en que el capitalismo modifica la ciudad.
Puerto Madero es un lugar dónde se radica el dinero y no la gente, en datos oficiales recabados en el 2001 y publicados en el 2005 habitaban P. M. 526 personas (243 mujeres y 283 varones). Al decir de Piglia el sueño de la ciudad futura, europea, que crece hacia las alturas.
Los modelos que la presidente propone para la ilusión del tren bala, son los de la ciudad excluyente y extraña, no sólo para los habitantes de Buenos Aires dado que los turistas que contratan hoteles de P. M. desde sus países de origen, les resulta tan expulsiva esa ciudad fastuosa y vacía que rápidamente cambian de hotel en busca de la Reina del Plata. Se dan cuenta que no está en P. Madero (es un secreto a voces que el hotel Faena no es rentable como tal. Su valor es ser el icono del proyecto general) (5).


La prefectura te mira:
Por si esto fuera poco la ciudad futura y extranjera propone un absoluto control de las personas por medio de un panóptico de veintitrés cámaras de filmación que controlan las calles durante las 24 horas. El edificio donde la prefectura montó la sede visible del más grande control social de la Argentina ha sido integrado al paisaje de los bares de P. M., invitando de esta manera a naturalizar la vigilancia. (6) Así el control social se hace espectáculo y, al mismo tiempo, prepara a los visitantes para aceptar ser cada vez más vigilados, controlados por medios electrónicos.
Si el transeúnte debe tomar “naturalmente” que se encuentra bajo vigilancia absoluta, el habitante de los pisos circulará por edificio en soledad, tratando de no cruzarse con nadie (siempre la inseguridad) y puede, por lo mismo, estar incorporándose bajo su piel un chips antisecuestro por el cuál puede ser seguido lo lleven donde lo lleven (7).

Mujeres con historia:
La municipalidad nunca tuvo bajo su jurisdicción a P.M., era puerto y no ciudad (como se ve Juan de Garay se impuso). Por ello no tiene historia, ni vida en la memoria de los habitantes de Bs. As. Por eso se debió realizar una operación para “generar un barrio”, tratar de asimilar la ciudad extraña a Bs. As., unirlas a un pasado común. Es ahí dónde entra en acción el Puente de la Mujer y los nombres de sus calles: todas mujeres por una ordenanza del año 2002.
Se intenta así se utiliza los planteos y desarrollos de género para tener genealogía, historia, prosapia. Las mujeres notables, de diversos sectores e ideologías, que son tomadas para denominar las calles son requeridas para darle consistencia a P. M., claro que muchas de ellas nada tienen que ver con lo que allí se levanta. Azucena Villaflor, Mimí Langer, Alicia Moreau de Justo, por ejemplo, son personas que vivieron en antagonismo con los poderosos que clarean sus dineros en P. M., para ellas no es reconocimiento que sus nombres queden adscriptos a tal operatoria.
Cabe preguntarse cómo es que nombres de grandes luchadoras de todos los tiempos denominen calles de P. M.? Creemos que dichos nombres en la “ciudad extraña” es una inteligente operación de recuperación de sentidos e historias de mujeres rebeldes e indómitas. Se trata de hacerlos funcionales a los sectores económicos que invierten en P. M., contra los que esas mujeres lucharon, dedicando su vida para modificar las injustas condiciones de pobreza. Se trata, ni más ni menos, que de darle un baño de argentinidad rápido y efectivo a lo que no la tiene.
Que la Presidenta de la Nación tome a P. M. como un ejemplo para sostener la ilusión del tren bala, demuestra la gran envergadura política, cultural y social que la ciudad extraña tiene.

Citas:

(1) Saer, Juan José. El río sin orillas, Editorial Seix Barral, Argentina, 1993.

(2) Ricardo Piglia en conversación con Sergio Waisman.

(3) El tema del aluvión es recurrente: descender de los barcos, país aluvional, el aluvión zoológico, etc.

(4) Como se ve, insiste en que la ciudad abandona la costa.

(5) Queda pendiente hacer un análisis exhaustivo de la imagen de Alan Faena.

(6) El cercado de todas las plazas de la ciudad es otra forma del mismo control social.

(7) Ver el film Casino Royale, allí a James Bond se le coloca este aparatito que emite señales a una central por vía de un satélite.

lunes, 11 de mayo de 2009

LEER

La siguiente nota no es TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO del curso anual 2009 de "Comunicación y crítica".

ENTREVISTA A LA SOCIOLOGA Y ANTROPOLOGA FRANCESA MICHÈLE PETIT
“Transmitir el hábito de la lectura es una tarea sutil”

La autora de Lecturas: del espacio íntimo al espacio público desconfía de ciertas políticas de promoción cultural. “El peligro de que las autoridades coincidan en este ‘hay que leer’ es que muchos chicos salgan corriendo a jugar a los videojuegos”, señala.
Por Silvina Friera
Página/12, 11 de mayo de 2009


En el colegio se aburría, en la universidad no lograba sentirse cómoda. La vida de la socióloga y antropóloga francesa Michèle Petit, tironeada entre el Pato Donald y Thomas Bernhard, es como una película filmada en los márgenes de la gran industria cinematográfica. En junio de 1940 un muchacho de dieciocho años, su padre, abandonó París justo cuando el ejército alemán invadía el norte del país. Durante su fuga, el padre conoció a un grupo de refugiados políticos españoles que huían del franquismo. Y aprendió y cantó las canciones de la República. La familiaridad con el español le facilitó que años después partiera rumbo a Colombia, con una hija de trece años, para dar clases de matemática en un centro universitario. Sus primeras exploraciones como lectora empezaron en una biblioteca, la de la Alianza Colombo-Francesa de Bogotá, en medio de las plantas tropicales. Los libros le permitían construirse a sí misma, le decían que no estaba loca ni era tan rara, que había otras maneras de vivir y de pensar. Después de tres años regresó con su familia a París. Otra vez al Liceo, al rebaño uniformado con las blusas de color beige, a la asfixia de las aulas. Mayo del ’68 la sorprendió deambulando por las calles, observando cómo la gente discutía a lo largo del boulevard Saint Michel. Por fin ocurría algo, el mundo parecía cambiar. Una pena de amor la excluyó de esa fiesta. Las carreras literarias eran para las jóvenes de la burguesía de alcurnia, pero Petit pertenecía a una clase media en ascenso que debía ser moderna y estudiar alguna carrera científica. Se anotó en Sociología como solución intermedia entre las letras y las ciencias. Pero la literatura la salvó. A los 22, decidió estudiar griego moderno. Y anduvo por España y Grecia, por México y Guatemala. Después de investigar las diásporas china y griega, en 1992 comenzó a trabajar el tema de la lectura y la relación de distintos sujetos, especialmente de ámbitos rurales o barrios marginales, con los libros.
Petit se siente como en casa en Buenos Aires, “ciudad de gigantes”, como la define en el prólogo de Lecturas: del espacio íntimo al espacio público (FCE), que visitó por primera vez en la Feria del Libro del 2000. El sábado cerró el II Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares, organizado por la Conabip, ante más de 1100 bibliotecarios. Los ojos curiosamente insaciables de la antropóloga francesa están siempre en estado de alerta. Es una cazadora que no quiere que nada se escape de la telaraña envolvente que teje con su mirada. El color de sus ojos varía de acuerdo a cómo la ilumina la luz. Si es de frente, parecen verdes tirando a grises, si es de lejos o de forma oblicua, el color es miel o avellana. “Si hoy fuera adolescente, ante estos discursos que se repiten hasta el hartazgo de que ‘hay que leer’, creo que me iría a jugar a los videojuegos en vez de leer”, admite la antropóloga en la entrevista con Página/12 mientras camina por los pabellones de la Feria en busca de un café donde poder charlar un poco más tranquila.
–¿Por qué conviven de un modo un tanto esquizofrénico ese discurso imperativo, “hay que leer”, con la visión de que la lectura sigue siendo una actividad peligrosa o prohibida?
–Las generaciones anteriores, en muchas circunstancias, leían bajo las sábanas, con la lámpara iluminando apenas el libro, contra el mundo entero. Pero ahora la lectura aparece como una faena austera a la que uno debe someterse para satisfacer a los adultos. El peligro de que las autoridades políticas, educativas, maestros y padres coincidan en este “hay que leer” es que muchos chicos no quieran leer y salgan corriendo a jugar a los videojuegos. Poder transmitir el hábito de la lectura es una tarea muy sutil. A veces los discursos que hay en torno de la lectura tienen algo que va en contra de lo que pretenden defender. El tema de las prohibiciones no ha caducado. Cuando empecé a trabajar sobre la lectura hace unos quince años, en Francia, en medios rurales y en barrios marginales, me impactó rápidamente el hecho de que la gente que se había convertido en lectora evocaba espontáneamente los miedos que había tenido que traspasar, las prohibiciones que existían en su medio social contra la lectura. Por ejemplo, el miedo a pasar por perezoso, pero “¿para qué sirve la lectura?”, “eso es inútil”; otro miedo era ser visto como un egoísta. En los medios sociales donde se privilegian mucho las experiencias compartidas, la lectura en la habitación propia entre comillas aún hoy en día está mal vista.
–Leer aísla, disgrega a la persona de su grupo, pero también es una actividad rodeada de un halo de misterio, ¿no?
–Claro. Me acuerdo que una vez un señor que viajaba conmigo en un avión, cuando se enteró de que yo trabajaba sobre la lectura me dijo que las mujeres que leen son egoístas (risas). Ese secreto, ese misterio de la persona que lee, también hace que uno se vuelva lector. La mayoría de la gente que es lectora siempre evoca escenas iniciáticas: la madre, la abuela o el padre que le cuenta historias al niño o que le lee en voz alta. Pero también hay otra escena, donde los padres o los abuelos no le leen al niño, pero ellos leen, y el niño los observa y está fascinado. ¿Dónde están? ¿Qué es lo que hay en ese libro? A veces uno se convierte en lector porque quiere encontrar el secreto o misterio que tiene el libro. Y cuando no es en la familia, puede ser a través de un mediador, si se trata de un docente o un bibliotecario que tiene una incidencia fuerte en el niño.
–Usted se opone a la expresión “construcción del lector”, en la que se explicita la idea de que el lector se puede “fabricar”. ¿A qué atribuye la generalización de esta idea?
–La verdad que la expresión “construcción del lector” la descubrí en América latina, en México, Colombia y la Argentina. Me parece una idea de lo más ingenua; cada vez que la escucho pienso en la imagen de Frankestein, “vamos a construir un lector”. Es curioso porque se trata de una posición omnipotente: “Nosotros tenemos el poder de construir lectores”. Cuando empecé a trabajar con la lectura, mi primera referencia teórica fue Michel de Certeau, un investigador atípico que amaba mucho a América latina. A él le interesaba lo que pasaba del lado del lector, lo que el lector creaba. Lo que me interesó siempre fue situarme del lado del lector, estando atenta a sus maneras propias de construir sentido con lo que encontraba en los libros, de construirse a sí mismo con palabras o historias robadas de acá o de allá. Y digo robadas porque De Certeau decía que la lectura era una “caza furtiva”. La cultura se hurta, se roba; es la única manera de que funcione. Lo difícil, pero lo interesante para el mediador, es que pueda contagiar las ganas de apropiarse, de robar. Lo que podemos hacer es multiplicar las oportunidades del encuentro con personas que no repitan el imperativo “hay que leer” sino que tengan una actitud mucho más sutil frente a la lectura.
Ampliando este rechazo a la “construcción de lectores”, en uno de los ensayos de Lecturas... Petit sugiere por qué la lectura no es compatible con la idea de promoción. “¿Se le ocurriría a alguien promover el amor, por ejemplo? ¿Y encargar el tema a las empresas o a los Estados? –se pregunta la antropóloga en ‘Los lectores no dejan de sorprendernos’–. Sin embargo, eso existe. En Singapur, donde realicé investigaciones hace unos quince años, el Estado fletaba barcos del amor y los ejecutivos de empresas, solteros de ambos sexos, eran insistentemente alentados a embarcarse en esos cruceros. Me parece que éste sería un buen método para fabricar todo un pueblo de frígidos.”
–Algunos afirman que la lectura es un placer, una actividad lúdica; otros plantean que decir que la lectura es un juego es engañoso, además de frustrante, porque oculta que detrás de todo placer hay una dificultad. ¿Cuál es su posición ante estos discursos?
–El discurso del placer surgió siguiendo a Daniel Pennac, que había escrito su libro, Como una novela, en reacción a un discurso que hacía de la lectura una faena austera. Por favor, si no hay un gozo, una alegría, un placer, entonces para qué leemos. Aunque él lo planteaba de una manera más compleja, quienes retomaron esta idea la redujeron solamente al “placer de leer”. A una persona que ha crecido en un medio alejado de la cultura escrita y que le cuesta leer, si se le dice que leer es un placer, pero él no lo siente, se lo está excluyendo aún más. Es un poco complicado el tema del placer. Aprendí mucho de los propios lectores que entrevisté en medios rurales, en barrios marginales o en contextos difíciles de violencia. Esa gente no habla tanto del placer de leer. Lo que más me impactó es que evocan de qué manera la lectura les había permitido construir un poco de sentido a su experiencia humana. En Colombia, estuve con chicos que han padecido la violencia y han vivido cosas atroces; han visto morir a amigos y tienen un caparazón durísimo, heridas terribles producto del terror. Muchos ni siquiera pueden hablar. Pero de pronto se encontraban en espacios de lecturas y narración oral de historias típicas de Colombia y empezaban a recordar. Y hacían un relato de la propia vida que antes no habían podido desencadenar. La lectura reactiva el pensamiento en contextos difíciles. No vamos a pecar de ingenuos, tampoco lo soluciona todo, pero demuestra la importancia que tiene la lectura en la construcción o reconstrucción de uno mismo. Esta es la dimensión que más me interesa de la lectura, de la que menos se ha hablado, y no tanto la mera visión de la lectura como placer o distracción. Para los chicos colombianos no es una mera distracción sino que la lectura les permite integrar a su memoria sus propias historias.
–¿La palabra placer estaría asociada a un léxico típico de las clases medias?
–No. La experiencia de la lectura no es diferente de un medio social a otro. Los seres humanos estamos siempre en busca de ecos exteriores, de decir la experiencia, un duelo o estar enamorado, que no son experiencias fáciles de poner en palabras. No es por casualidad que todas las sociedades han tenido escritores, poetas, psicoanalistas, que observan la experiencia humana y que tratan de escribirla de manera condensada y estética. Todos estamos en busca de un eco de lo que pasa en nosotros.
–¿Qué opina de los discursos catastrofistas que advierten que cada vez se lee menos cuando cada vez se publican más libros en el mundo?
–Los escritores parece que temen quedarse sin clientela (risas). A esta feria viene un millón de personas, siete veces más que en la Feria del Libro de Francia, a la que van unas 160 mil personas. Acá viene gente de sectores populares, no como en Francia que es sólo para las clases medias escolarizadas. Yo no comparto ese discurso catastrofista porque tiene un efecto contraproducente y la realidad es mucho más compleja.
–¿Por qué se deposita en el libro una suerte de “utopía de la salvación”, como si leer inmunizara de todos los males, aun cuando no impidió el nazismo en Alemania ni la dictadura militar en la Argentina?
–La lectura no va a solucionar los problemas del mundo. No forzosamente construye gente crítica, con distanciamiento. Pero el que no puede apropiarse de la cultura escrita está más marginado de la sociedad. La lectura no te garantiza nada, pero si no tienes ese derecho estás más excluido porque vivimos en una sociedad donde se cambia rápidamente de trabajo y hay que estar permanentemente capacitándose. La lectura tampoco garantiza una ciudadanía activa, pero si no leés tenés mucho menos voz y voto en los espacios públicos. La lectura te permite transitar pasarelas, generar caminitos con sutileza, inventar mediaciones que facilitan la apropiación de la cultura escrita.
–En Del Pato Donald a Thomas Bernhard. Autobiografía de una lectora nacida en París en los años de posguerra confiesa que la escritura fue algo prohibido para usted, que era el privilegio de su madre, que tocarla “era como robarle sus vestidos”. ¿En su próxima visita entrevistaremos, finalmente, a Michèle Petit novelista?
–(Se ríe a carcajadas) Escribí una mala novela, que gracias a Dios no fue publicada, para repararme de una pena de amor. Escribo, es cierto, pero nunca se sabe qué puede pasar.

viernes, 1 de mayo de 2009

Mosquitos y cerdos

El que sigue es TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO para el curso anual 2009 de "Comunicación y Crítica".


Hemos visto que Saussure y Peirce fueron contemporáneos y fundaron definiciones de signo desde dos perspectivas o Escuelas muy distintas.
Una conjetura que explicaría esta “casualidad” se basa en que hacia finales del siglo XIX y principios del XX, la ciencia (en estos casos: estructuralista y pragmaticista, pero positivista en general) buscaba afanosamente unidades mínimas de interpretación que dieran fundamento a “la búsqueda de la verdad”.
Un caso paradigmático es “El átomo de Bohr”.
Reproducido durante décadas en los textos escolares, básicamente, consiste en representar una molécula con un núcleo central (positivo, habitado por protones y neutrones) y uno o muchos más electrones (negativos) girando concéntricos a su alrededor. “El átomo de Bohr” era una explicación satisfactoria no sólo porque explicaba la constitución de las moléculas y sus posibilidades de unión o intercambio de electrones; también lo era porque representaba una forma de lo mínimo que reproducía en escala una forma de lo máximo: el Universo. “El átomo de Bohr” fue (y sigue siendo en estudios muy elementales) una excelente metáfora de la constitución de la materia.
Otro tanto ocurrió en la medicina. De los estudios del cuerpo como conjunto de órganos y funciones que podía ser curado a través de la extirpación o mutilación, se llegó al estudio de la unidad mínima de interpretación de la constitución orgánica: la célula.
Desde mediados del siglo XX se desarrollaron importantes estudios y tratamientos basados en lo que se conoce bajo el nombre de “medicina nuclear”. En este caso, el núcleo es el centro de una célula que tiene otras dos zonas bien diferenciadas: el citoplasma y el protoplasma.
Ahora bien, hace unos años, el núcleo de la medicina ya no es el celular sino el molecular. Justamente, a esta especialidad se la denomina “medicina molecular”. Los avances en los campos de la cibernética y la neurobiología han constituido una “nueva” unidad de sentido de lo orgánico basada en la molécula como agente de información: el muy difundido ADN. Algo de esto menciono en 2001 en el capítulo Posmoda de DISEÑO.COM:

(… ) En principio (la época actual) la podríamos formular en los términos de la era de la información: ya no somos individuos singulares: somos datos, una fórmula de ADN. La manipulación genérica abona este supuesto. Las noticias sobre la ovejita Dolly, un par de chimpancés clonados, el reciente debate por las patentes de la fórmula del genoma humano inquietan y llaman a reflexiones sobre este punto. La clonación tendría así importancia más allá del debate científico de las experiencias de manipulación genética. Se trata de un cambio singular, cualitativo. Pasadas, superadas, las tres heridas narcisísticas o discontinuidades
(no ser el “centro” del universo, no ser tan “distintos” de los animales, no ser los “dueños” de nuestra conciencia) nos quedaba el hecho de ser individuos orgánicamente específicos, irrepetibles. (…) El clon es un idéntico a nivel molecular; es la información genética que se repite en otro ser: la gemelidad es absoluta. Pero, sólo en el nivel biológico. Lo humano es, por suerte, del orden de lo inefable. (…)

Hay más, pero si lo agregamos ahora nos vamos del tema.

Para la medicina nuclear los procedimientos de curación se basan en introducir en el organismo unidades de información que modifiquen o sustituyan la información “errónea”: verdaderas máquinas moleculares que actúan como un agente de espionaje cambiando una información falsa por una verdadera.
El caso es que esta “nueva” percepción del cuerpo y de su tratamiento produce otras categorías sobre la salud cuya principal amenaza es la proliferación de otros “agentes del mal”: los virus.



Virus y bacterias

Precisemos la diferencia entre virus y bacteria según el diccionario:

BACTERIA. (Etimológicamente del griego: bastón). Microorganismo unicelular procarionte, cuyas diversas especies producen las fermentaciones, enfermedades o putrefacción en los seres vivos o en las materias orgánicas.

Bueno,
PROCARIONTE. (Etimológicamente del latín: proceder). Dicho de un organismo cuyo ácido desoxirribonucleico no está confinado en el interior del núcleo, sino extendido en el citoplasma.

Ahora sí:
VIRUS. (Del latín: virus). 1. Organismo de estructura muy sencilla, compuesto de proteínas y ácidos nucleicos y capaz de reproducirse sólo en el seno de células vivas específicas, utilizando su metabolismo. 2. Programa introducido subrepticiamente en el programa de un ordenador que, al activarse, destruye parcial o totalmente la información almacenada.

Como vemos, la bacteria es un microorganismo y el virus es un organismo de estructura “muy sencilla” que contiene una variedad de ácidos nucleicos y, además, proteínas. Las bacterias se desparraman por el citoplasma y los virus alteran el metabolismo en el interior de células vivas.
El Diccionario incluye el virus informático como segunda acepción. Este virus es letal para la PC pero no para los seres humanos (exceptuando grados de neurosis que serían noticia para Crónica TV). La lógica de transmisión, reproducción y agresión del virus informático es similar a la de los virus orgánicos. Esto es cierto suponiendo que el lenguaje básico de las computadoras se comporta “como”, o “es”, un metabolismo. De cualquier manera, la metáfora “virus informático” resulta explicativa.
Todos estamos expuestos (algunos más, otros menos) a bacterias y virus de la más diversa índole. En el extremo de una diferenciación clasista, podríamos formular: “dime cuáles son las bacterias o los virus que te amenazan o padeces más frecuentemente y te diré a cuál sector sociocultural perteneces”.
Uno de los virus más conocidos es el HIV (acrónimo de Inmuno Deficiencia Humana, ligeramente distinto de su versión SIDA, acrónimo de Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida). Ambas siglas no representan exactamente lo mismo: se distinguen entre “lo humano” y “adquirida”. El HIV puede alojarse en un ser humano durante muchos años (o toda la vida) sin presentar síntomas, mientras que el SIDA es su manifestación clínica.
Algunos teóricos y epistemólogos de las ciencias de la salud sostienen que “el contagio” como tal (es decir, como patología) no existe: lo que sí existen son casos de contagio. Estos científicos argumentan que el HIV ha existido en estado larvado con muy pocas manifestaciones de SIDA durante muchos años; lo que ocurrió fue que se presentaba en casos muy aislados que no eran diagnosticados como HIV sino como cáncer o cualquier otra enfermedad que se produjera a partir de la disminución de las defensas del organismo.
Siguiendo esta línea de pensamiento, digamos que existen personas contagiantes y personas contagiosas. Este razonamiento no justifica acatar las órdenes de Wojtila y Ratzinger: debido a que una de las formas de transmisión de HIV es sexual, conviene usar preservativos en las relaciones ocasionales. Tanto Wojtila como Ratzinger se encuentran más preocupados por las formas de transmisión del amor sexual que por los virus. No han faltado exégetas como Mariano Grondona que avanzaron sobre una hipótesis según la cual el HIV era un mensaje divino contra la promiscuidad (la sexual, obvio).
En las últimas semanas se han difundido otros dos virus: el que se transmite a través del mosquito en su variedad “Dengue” y el de la “Gripe porcina”.
Del primero, todos conocemos su aspecto: en las campañas de prevención aparecen en televisión y portales de Internet algunos dibujos de la anatomía del mosquito Dengue. Es un mosquito de buen diseño que tiene la propiedad de no sólo transportar el virus sino de metabolizarlo y transformarlo en otras variedades.
Según las notas periodísticas (que son la divulgación de la divulgación de la divulgación de los artículos científicos, mezcladas con opiniones de los comunicadores de la salud y las opiniones apresuradas de columnistas y noteros), la cosa es más o menos así:
El Dengue se desarrolla en lugares húmedos y cálidos. Cuando los casos de contagio se presentan en las proximidades del lugar de generación, se dice que se trata de casos “autóctonos”. El mosquito no viaja. Los que viajan son las personas infectadas, produciendo nuevos casos a cientos o miles de kilómetros de los originales. Todo se complica un poco más porque, a veces, las personas infectadas llegan a lugares donde residen casos autóctonos.
La prolongación de la etapa estival y el consecuente acortamiento del invierno agravan la situación. No se trata, exactamente, de que los mosquitos “se mueren en invierno”. Su reproducción es de grado exponencial en etapas y zonas cálidas. Cuando “llega el frío” las hembras viven 10 días en lugar de 30 (la vida media decrece a un tercio, digo, para tomar dimensión). Por lo tanto, la velocidad de reproducción decrece vertiginosamente. Pero subsisten las larvas que contienen el virus modificado que, cuando nazcan y se reproduzcan, producirán variedades del original. Si sumamos la ausencia de prevención, la falta de campañas de fumigación y las formas de reproducción del virus, la ministra Ocaña tiene razón: “el Dengue llegó para quedarse”.
Vimos que el virus informático es una metáfora del virus orgánico; podremos entonces proceder al revés y explicar la difusión del virus del Dengue como un caso de conectividad biológica.
Pero, además, convendría trazar un mapa que representara los casos de generación, enfermedad, muertes, nomadismo, zonas de riesgo de contagio, etc. y superponerlo con otros mapas que representaran bolsones de pobreza y la ausencia de sanitarios, redes cloacales y agua corriente. Surgirían otras formas de los países y de la región. Eso que se llama “La Argentina profunda” se transformaría en una Argentina visible, cercana, al nivel del piso.
Siguiendo la difusión periodística, el metabolismo del chancho ha sido apropiado para alojar y transmutar el virus de la gripe común y el de la gripe aviar generando su variedad original.

“No voy en tren, voy en avión”

El virus de la Gripe Porcina tiene otro estatus. Se lo denomina Virus A, H1N1 o, simplemente, “influenza”. Existe una discusión acerca de si se originó en México o en Estados Unidos: hay cerca de 300 casos en México, pero el primer caso fatal ocurrió en California. Lo cierto es que se presentaron muchos casos en ambos países, en Canadá, Francia, Noruega y, ahora un caso en Hong Kong por un turista que lo llevó..
Mientras el virus del dengue viaja en ómnibus (de esos que “paran en todos los pueblos”) o en el tren Urquiza, el de la gripe porcina lo hace en automóvil o en avión. Es otro caso de conectividad, de mayor velocidad y menor caudal: un virus del Primer Mundo.
En nuestro país (al momento de esta nota), se difundió la noticia de 10 casos de los cuales, al día siguiente, se desmintieron 9, por tratarse de gripe común (también grave en algunos situaciones sociales) y de gastroenteritis.
Su transmisión se produce por vía oral a través de las microgotas de saliva que flotan en el aliento. De ahí, la moda y el diseño de barbijos.

“No necesito a nadie, a nadie alrededor”

En Página/12, Sandra Russo publicó una nota que se titula “Bésame poco”. Se refiere a un tema que veremos en la segunda parte del curso: los dispositivos de control del cuerpo y la sexualidad como mecanismos del poder.
Si el HIV hizo del prójimo alguien sexualmente desconfiable, la Gripe Porcina, agrega, la desconfianza del beso. Lo que importa aquí es una forma de control social que, basada en el miedo al prójimo entre variedades del delito y los vínculos amorosos, abona la inseguridad y el retraimiento al individualismo: el Otro, “cuando no me roba y me mata, me contagia”.

Con los temas que vimos hasta ahora en el curso podemos pensar el “dengue” y “los cerdos” como producción de subjetividades que condensan discursos sobre la distribución de la riqueza, la salud, el miedo, la vida y la muerte.
Cuidate.



jueves, 23 de abril de 2009

Lectura recomendada

ANALISIS CRÍTICO DEL DISCURSO APLICADO AL MARKETING
EDUCATIVO:

EL CASO DE LAS EMPRESAS ADMINISTRADORAS DE
EDUCACION EN ESTADOS UNIDOS

Mónica Eva Pini
Universidad Nacional de General San Martín


http://www.fchst.unlpam.edu.ar/iciels/039.pdf

viernes, 3 de abril de 2009

Grandes pensadores del siglo XX

Grandes pensadores del siglo XX
por canal Encuentro
www.encuentro.gov.ar
Los miércoles a las 23:00

Sinopsis:
Grandes pensadores del siglo XX nos acerca la voz y la imagen de hombres y mujeres cuyas ideas trascendieron las fronteras de Europa para influir en el pensamiento humano. A lo largo de diez capítulos, Ricardo Forster -doctor en Filosofía, profesor e investigador- presenta entrevistas a destacados pensadores, muchos de ellos nunca antes vistos en la televisión argentina. Valiéndose de su experiencia como docente, Forster acercará los conceptos y contextos de época en que surgieron las teorías de estos intelectuales. En una conferencia en la Universidad de Louvain (1972), Jacques Lacan reflexiona sobre el psicoanálisis y el rol del analista; Claude Lévi Strauss lee fragmentos de su obra Tristes Trópicos y repasa su investigación; Hannah Arendt explica las particularidades de la democracia norteamericana, comparando a Europa y a Estados Unidos; Pierre Bourdieu aborda temas como la Escuela, la sociología como ciencia y los juicios sobre la estética. Éstos son sólo algunos de los protagonistas de la serie, que se completa con: Michel Foucault, Jean Paul Sartre, Cornelius Castoriadis, Ilya Prigogine y Edgar Morin.

Conducción:
Ricardo Forster

Capítulos:
Miércoles 01/04: Jacques Lacan
Miércoles 08/04: Michael Foucault
Miércoles 15/04: Pierre Bourdieu
Miércoles 22/04: Hannah Arendt
Miércoles 29/04: Edgar Morin

Repeticiones:
Miércoles: 02:30
Jueves: 16:30
Viernes: 10:30
Domingo: 20:00

jueves, 2 de abril de 2009

¡Ay, Santiago!

La que sigue es una nota publicada en el blog www.rambletamble.blogspot.com (blog que recomiendo).

Rosas silvestres , Por Clarice Lispector

Publicada en el diario Jornal do Brazil, 18 de mayo de 1968.

Las rosas silvestres tienen un misterio de los más extraños y delicados:
a medida que envejecen perfuman más.
Cuando están por morir, ya ajándose, el perfume se vuelve fuerte y dulzón,
y recuerda las perfumadas noches de luna de Recife...

Fragmento de un texto tremendamente bello. Pero que se reduce a la nada cuando lo comparamos con este otro fragmento de un poema escrito por el gran Santiago Kovadloff en el año 1984, o sea, unos dieciseis años (¡16!) después del texto de Lispector.

Y ahora que está de moda copiar lo que hace Brasil, señores ¡este es un adelantado!

Flor de verano, fin del país, Por Santiago Kovadloff

Inquietante lección de los jazmines:
cuanto más agonizan más perfuman.
Doblados sobre el tallo, yendo del blanco luz al blanco macilento,
caen y se pudren mientras perfuman
sin tregua el cuarto en que aún resisto...



Esa nota de rambletamble me hizo recordar otra coincidencia.

El tema del silencio siempre me pareció interesante desde la comunicación. El silencio como hiato, como cesura, como ausencia o como censura.
En 1993 Santiago Kovadloff publica El silencio primordial (Buenos Aires, Editorial Sudamericana). Copio su Índice:

Prólogo a un silencio mayor
La palabra en el abismo: poesía y silencio.
El silencio en la cura.
El silencio musical
El silencio matemático
El silencio monástico
El silencio en la luz: la pintura
El silencio amoroso
Bibliografía general

Lo curioso es que en la "Bibliografía general" no incluye el libro El silencio; una compilación de Carlos Castilla del Pino publicado un año ante, en 1992, por Alianza, Madrid, cuyo Índice es:

Introducción, Carlos Castilla del Pino
La conducta del silencio, Alfredo Fierro Bardajl
El silencio en el proceso comunicacional, Carlos Castilla del Pino
El silencio en la literatura, Carmen Boves Naves
Las voces éticas del silencio, Javier Muguerza
El silencio de Cristo, Alfonso Álvarez Bolado

¿Parecidos, no?
No digo que se trate de dos casos de plagio, de hecho no lo son. Pero tampoco se trata de inspiración. Digamos que Santiago Kovadloff es un filósofo con muchas aspiraciones.


jueves, 15 de enero de 2009

domingo, 11 de enero de 2009

CyC. Organización

Organización

Cada jornada consiste en una clase Teórica que se expone para todo el curso y una clase Práctica que se desarrolla en cada una de las comisiones que correspondan.
En la “Teórica”, se inicia y explica cada unidad temática, que luego será relacionada con el material de autor y textos complementarios cuya lectura se indique para la “Práctica”.
Es obligatorio un 75% de asistencia tanto en las clases “Teóricas” como en las “Prácticas”.

El curso de 120 horas se divide en dos partes que corresponden aproximadamente a los cuatrimestres del curso anual.
Al finalizar cada una de estas etapas se tomará un Examen Parcial escrito que se aprueba con la calificación de 4 (cuatro).
Luego, hay una instancia de Examen Parcial Recuperatorio (también escrito) para los casos en que uno de los dos parciales no haya sido aprobado o haya estado ausente.
En el caso de reprobar ambos parciales o la instancia recuperatoria se pierde la condición de Alumno Regular.

Se desarrollarán dos Trabajos Prácticos que también serán calificados.
Las cuatro calificaciones y una quinta de carácter conceptual por parte del docente a cargo de la comisión de Trabajos Prácticos, serán promediadas como calificación general del Curso y se tendrá en cuenta como nivel de cursado.

Se realizará además un Trabajo Práctico Final que denominaremos T.P.F.
Es una monografía donde se articulan los conceptos de la materia en un tema a elección siguiendo cierta metodología que se indicará oportunamente.
Si el T.P.F. resulta insuficiente se le indicará que lo corrija y amplíe hasta que resulte aprobado. En el caso que no cumpla con las consignas mínimas de realización, se le indicará que lo haga nuevamente hasta que reúna las condiciones de aprobado.
Los T.P.F. que se destaquen por el nivel de análisis y la aplicación ajustada de los conceptos de la materia, serán seleccionados para formar parte de una biblioteca a la que podrán acudir otros alumnos para consultar temas teóricos de la especialidad.
Este T.P.F. no es calificado con nota numérica; su aprobación (con las correciones que se señalen) indicará que se encuentra en condiciones de rendir el Examen Final.

El Examen Final es de exposición oral individual. La/el alumna/o lo inicia con la ampliación conceptual del T.P.F. y luego será interrogado sobre cualquier tema de la materia con referencia al último Programa efectivamente dado.
En este examen es obligatoria la bibliografía general de la materia constituida por las clases teóricas, los textos de autores seleccionados en los módulos, los textos complementarios y auxiliares que se hayan indicado y publicado durante el curso inmediato anterior a la fecha de examen.

CyC. Introducción a la materia

De qué se trata

Aquí comienza el vigésimoséptimo curso de esta cátedra: un curso de comunicación y diseño, de comunicación para diseño o de diseño a comunicación...
Es así: el diseño “anda” a comunicación.
Del diseño y de la comunicación no hay, ni es esperable, una teoría formalizada. Siendo lo que son, campos del conocimiento, reciben el aporte de distintas teorías que construirán -siempre provisoriamente- una explicación.
Diseño y comunicación son conceptualizaciones equivalentes, es decir, tienen cierta problemática, objeto y vertientes comunes.
El diseño y la comunicación comparten una raíz subyacente: operan, estudian, se desarrollan, con signos. Por eso sostengo que así como cualquier profesor, de cualquier materia, supone (como es lógico, o deseable, por otra parte) que su materia es la que aporta las “verdaderas claves de la carrera”, cualquier profesor de comunicación puede afirmar algo más: el diseño y la comunicación, además, comparten el signo.
En cualquier situación cultural no se pueden plantear emisores y receptores neutros sino instancias de emisión y de recepción determinadas por condiciones de producción y condiciones de reconocimiento. Entre ambas condiciones no circulan mensajes “portadores” de información, sino discursos, esto es: textos situados.
Un objeto –para nuestro caso, un objeto de indumentaria o un objeto textil- es una producción de sentido. Ese objeto, como configuración de signos, como objeto cultural, forma parte de la semiosis social. Con cierta aplicación de una gramática o tecnología, con alguna intencionalidad estética y cierto conocimiento sobre la forma, se puede generar un diseño, es decir, un discurso.
El diseño es un discurso.

Aquí estamos. El diseño, como discurso, es el enfoque de este curso. Así, puede ser abordado desde la comunicación porque, al compartir el signo, comparte las relaciones que los signos establecen entre sí.
De signos tratan la semiología, la semiótica, la comunicación.
Con signos trata el diseño.
Comunicación y crítica puede ser planteado como un curso que se distancia del objeto para diseñar diseño.

He mencionado hasta aquí algunos conceptos, disciplinas y enfoques con el propósito de situar la materia en su perspectiva. Cada uno de estos temas, y otros, serán desarrollados y motivo de cierta demora reflexiva.

El curso tiene dos partes. Una, primera, básica, se ocupa de nociones de semiología, semiótica y comunicación; indispensables para recorrer una segunda parte donde se enfrentan temas de diseño desde el punto de vista comunicacional.
No podremos dividir taxativamente cada aspecto teórico de la materia y su aplicación, pero sí vincularemos la parte “semio” (semiológica y semiótica) al objeto de estudio de la carrera, esto es, el indumento, el producto textil; por su parte, la parte comunicacional dará cuenta de los aspectos teóricos del diseño. Ambas estrategias serán combinadas y convergentes.
No obstante, es probable que surja otro punto de vista desde el cual es factible pensar la profesión. Así resulta.

Comunicación y Crítica no contiene secretos, claves extrañas, criterios arbitrarios o conceptos capciosos. El cursado se resuelve prestando atención en las clases teóricas, preguntando aquello que no entienda, estudiando los textos indicados, consultando sus dudas y asumiendo una actitud participativa en la clase práctica.

Tal vez le parezca que “hay mucho para estudiar”; bueno, no será cómplice de una estafa.