jueves, 24 de enero de 2008

CERÚLEO y CELESTE

Del Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Joan Corominas:

CERÚLEO. “azul”, 1427. Tomado del latín caerüleus, derivado de caelum “cielo”.

CIELO. 1140. Del latín caelum “cielo. Derivan: celaje, celestial, celeste, celestina (principios de siglo XVII “alcahueta” por alusión a la heroína de la tragicomedia de Francisco de Rojas); celestinear, celestinesco.


Del Diccionario de la Lengua Española:

CERÚLEO, A. adj. Dicho del color del cielo despejado, o de la alta maro o de los grandes lagos.

CELESTE. adj. Perteneciente o relativo al cielo. Los cuerpos celestes. La celeste eternidad. 2. m. azul celeste. Usado también como adjetivo de bóveda, casa, esfera, estado, figura, globo, mapa, mecánica, ocular, tema.


Nota publicada en el diario La Nación el 31 de diciembre de 2003
El color de la Bandera es azul celeste
Por Silvina Premat

¿De qué color es la bandera argentina? La pregunta aparentemente fácil desató -y desata todavía, a 191 años de la creación de la enseña patria-, apasionadas discusiones: para algunos es azul celeste, para otros, azul intenso en sus más variados tonos. Por eso, el Instituto Belgraniano, tras varios años de rigurosos estudios, quiere convertir en nada más que un recuerdo la polémica que a esta altura parece infinita. La institución, en concreto, acaba de dictaminar que a la indiscutible franja blanca deben flanquearlas dos de color azul celeste. "Es un problema puramente ideológico: durante el gobierno rosista se utilizó el azul turquí o azul intenso y el celeste era el color que distinguíaa los unitarios", dijo a LA NACION Aníbal Luzuriaga, presidente del Instituto Nacional Belgraniano. La "aparente" antinomia entre ambos colores es, para Guillermo Palombo, miembro de ese Instituto y autor de dos libros sobre la historia de la bandera, una confusión que surge de los documentos históricos en los que "se usan indistintamente las expresiones azul y celeste". Para Palombo, "la expresión técnica usada desde 1812 en adelante es azul celeste" y "el color es el azul del que el celeste es un matiz". Así, por ejemplo, son diferentes el azul marino, el azul de Prusia y el azul turquí. Se supone que, como ocurre en cualquier país occidental mínimamente organizado, el porcentaje de cada color usado en la bandera nacional debería estar reglamentado por una norma escrita.

El decreto

En la Argentina rige el decreto 10.302, de 1944, que dispone que la Bandera sea de color azul celeste y blanca y "tiene disposiciones técnicas vetustas", agregó Palombo, coautor de una investigación sobre el origen y las características de los símbolos patrios.
La actualización que hizo en 1999 el ex presidente Carlos Menem -con el decreto N° 858- en la que brindaba especificaciones técnicas sobre el azul celeste que se debía utilizar quedó sin efecto dos años después, cuando la derogó su sucesor, Fernando de la Rúa. Los legisladores que en 2002 se interesaron por producir un marco legal que zanje definitivamente las discusiones mantuvieron una acalorada discusión en el recinto y por medio de cartas de lectores a LA NACION. Entonces, un proyecto sobre símbolos patrios que proponía para la Bandera el tono de azul conocido como cerúleo obtuvo la media sanción por la Cámara de Diputados. Según los especialistas, el celeste es la tonalidad del cielo claro de media mañana, mientras que el azul cerúleo es el color del cielo despejado como se ve unos momentos antes de la salida del sol o media hora después de su puesta.
En febrero de 2002, el autor de ese proyecto, el diputado Lorenzo Pepe (PJ), dijo a LA NACION que quería "hacer justicia con la historia" y que "para nada" pretende reivindicar a Rosas -que utilizaba el azul turquí en la bandera- según se lo acusaba desde el Instituto Nacional Belgraniano. Ese proyecto caducó y, en breve, el diputado justicialista Jorge Villaverde presentará un nuevo proyecto no sólo sobre los colores de la Bandera, que es lo que más nos interesa, sino también sobre aspectos que eviten la anarquía en el uso y la forma de los demás símbolos patrios", dijo Luzuriaga. Y agregó: "De una vez por todas puede ser que los argentinos sepamos de qué color es nuestra bandera".

El proyecto

Voceros del diputado Villaverde, a quien LA NACION no pudo ubicar ayer, confirmaron que el legislador, que preside la Comisión de Defensa, presentará el proyecto referido por Luzuriaga ante la Cámara baja. El Instituto Nacional Belgraniano elaboró un dictamen sobre los colores de la Bandera que, según Palombo, "es concordante con los emanados de la Academia Nacional de la Historia, de la Academia Nacional de Bellas Artes" y para el que pidieron colaboración al Instituto Argentino de Normalización (IRAM), al Instituto Nacional de Tecnología Industrial-Centro de Investigaciones Textiles (INTI-CIT), a laboratorios del Ejército y de entidades independientes. En dos años de trabajo participaron también expertos en heráldica y vexilología y fabricantes de banderas. En ese estudio -que puede consultarse en www.manuelbelgrano.gov.ar - se enumera una decena de evidencias halladas en documentos históricos que avalan la conclusión a la que arriba: "Desde 1816 hasta la época de Rosas, la bandera nacional fue, ininterrumpidamente, blanca y celeste, como la creada por Belgrano en 1812, que tomó su color de la escarapela nacional azul celeste conforme lo preceptuara el Triunvirato al crearla oficialmente".
Azul celeste y blanco, los colores que remiten, según muchos historiadores, a los del manto de la Virgen de la que Belgrano era muy devoto y, según otros, a las ideas de unión y libertad.
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miércoles, 23 de enero de 2008

Lenguaje, del diccionario

TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO DEL TEORICO Nº 2 deL CURSO DE VERANO 2008. CyC

Etimología: Del latín lingua “órgano humano para comer y pronunciar”, de donde deriva lenguaje “manera de hablar” y otros vocablos como lenguado “pez con forma de lengua”.

LENGUAJE.
1. Conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente.
2. Lengua, sistema de comunicación verbal.
3. Manera de expresarse. Lenguaje culto, grosero, sencillo, técnico, forense, vulgar.
4. Estilo y modo de hablar y escribir de cada persona en particular.
5. Uso del habla o facultad de hablar.
6. Conjunto de señales que dan a entender algo. El lenguaje de los ojos, de las flores.
7. Informática. Conjunto de signos y reglas que permiten la comunicación con un ordenador.
Informática. –de alto nivel. Lenguaje que facilita la comunicación con un computador

mediante signos convencionales cercanos a los de un lenguaje natural.
Informática. –ensamblador. Lenguaje muy similar al de máquina, con pequeñas

modificaciones mnemotécnicas que facilitan su uso. Es de nivel inmediatamente superior al
de máquina.
Informática. –máquina. Conjunto de instrucciones codificadas que una computadora puede

interpretar y ejecutar directamente.

Conjunto de sonidos articulados
Siguiendo a Saussure “la lengua es el lenguaje menos el habla”. La definición es precisa porque señala que si al lenguaje articulado le “quitamos” el habla que es su puesta en acto individual, nos queda la lengua -como resultado- que son las reglas, las normas, las convenciones, etc. El habla es individual y la lengua es social. Por cuestiones didácticas siempre he definido al lenguaje constituido por la lengua y el habla. Esta “solución” supone un pasaje de términos que resulta de más fácil comprensión que la formulación original de Saussure.

… con que el hombre manifiesta lo que piensa y siente.
“El hombre – ya sabemos es una generalización que se refiere a “seres humanos” o, mejor aún a sujetos. Creo que no vale la pena señalar el prejuicio sexista. . El diccionario da por supuesto que “lo que sueña” se halla dentro de “lo que piensa y siente”.

Lengua, sistema de comunicación verbal.
Aquí es dónde más cerca estamos de la definición de lenguaje según Saussure. La acepción 2.- responde a la noción de lenguaje que surge de la lingüística y -más precisamente- de la semiología. En efecto, “en la lengua no hay más que diferencias”, y esas diferencias son fonológicas. Dicho de otra manera: el lenguaje es un sistema porque la lengua lo es.

Manera de expresarse. Lenguaje culto, grosero, sencillo, técnico, forense, vulgar.
El estilo se encuentra inscripto en el lenguaje pero no es en sí mismo un lenguaje. Cuando no referimos al estilo de un escritor como un lenguaje, lo hacemos porque ese estilo marca una tendencia, un paradigma dentro de la literatura, o una marca de su identidad.

Conjunto de señales que dan a entender algo. El lenguaje de los ojos, de las flores.
En la conversación cotidiana nos referimos a ciertos repertorios o glosarios como un lenguaje. Bien, estos conjuntos de términos no son un lenguaje para la semiología porque su “razón de ser” es un conjunto de términos que –no necesariamente- se establecen por oposiciones y diferencias. Una colección no es un lenguaje. Menos aún cuando los elementos de ese repertorio no son lingüísticos, como es el caso de las flores. En cuanto al lenguaje de los ojos, yo hubiera preferido como ejemplo “el lenguaje de la mirada”; sean ojos o miradas, tampoco son lenguajes.
El color -como percepción material- tampoco se constituye en un lenguaje. Esta cuestión la encontrará ampliada en un el subtítulo “¿Semiología o semiótica del color?” del capítulo “Las connotaciones del color de diseño.com. También en una conferencia que di sobre el mismo tema en el Congreso ARGENCOLOR 2002, en la ciudad de Rosario (se encuentra en internet: www.fadu.uba.ar/sitios/sicyt/color/02pon.htm ).

Uso del habla o facultad de hablar
Nuevamente nos podemos acercar a Saussure: “el lenguaje no es natural en el hombre, lo que es natural es su capacidad de producir hechos de lengua”.. Venimos “diseñados” para el lenguaje pero no nacemos con lenguaje. Es obvio, en esta acepción han quedado excluidos los animales debido a que poseen ciertas conductas adaptativas de señales que no son un lenguaje verbal (aunque algunos respondan con determinada conducta a determinada palabra). Es cierto: “algunos perros sólo les falta hablar”. Es más, uno podría decir que “lo hacen a su manera”, pero –lamentablemente- esto no es más que una resignificación o una metáfora.

Informática. Conjunto de signos y reglas que permiten la comunicación con un ordenador.
Es interesante ver el espacio que el Diccionario de la Lengua Española (2001) adjudica a todas las acepciones que surgen de la informática.
Veamos: la comunicación con un ordenador no es tal. En todo caso, pedemos decir que nos comunicamos a través de ordenadores (para nosotros “computadoras”) mediante el correo, el Chat, etc. Podríamos agregar que la PC es, sobre todo, un Medio de Comunicación. Pero cuando usamos la PC con cualquier programa “sin conexión” no nos estamos comunicando con la máquina. El hecho de que la relación se establezca a partir de un sistema de códigos complejo no significa que entre una persona y la máquina se establezca una comunicación (sería equivalente a decir que nos comunicamos con un cuaderno o una licuadora). La interfase ha hecho cada vez más íntima la relación entre el sujeto y la PC; la ha “naturalizado”. Pero, la PC sigue siendo una máquina; no es un sujeto.
El diccionario separa y aclara los distintos niveles de “lenguaje” entre el sujeto y la interfase, el “lenguaje” de los programas (cada vez más analógicas), y el “lenguaje de máquina” casi inaccesible para el usuario común. Bien, siguiendo las definiciones de Saussure no son lenguajes: son modelos de codificación.








domingo, 20 de enero de 2008

Ampliación de "la comunicación"

TEXTO COMPLEMENTARIO DEL TEORICO Nº 1 DEL CURSO DE VERANO 2008. CyC

“Parafraseando una memorable frase de la política argentina, a veces digo –un poco en broma- que entre quienes trabajamos con teorías tales como la comunicación, la sociología, la historia o el diseño, encontraremos estructuralistas, posestructuralistas, constructivistas, deconstructivistas, etc. ¿Y funcionalistas? ¡Ah, no, funcionalistas ‘somos todos’!” (…) [1]
Doy por supuesto que el tema de la epistemología fue central en la materia Introducción al conocimiento científico del CBC. Por lo tanto, en este curso de Comunicación y crítica no nos dedicaremos todo el tiempo a la epistemología, pero sí ubicaremos a cada uno de los distintos autores en la perspectiva desde la cual teorizan. “Cualquier definición o concepto se articula con alguna posición metodológica. Elegir entre ‘la preferida’ o ‘la interesante’ no requiere más que la opción ética de hacerla explícita.” [2]
En el capítulo 4 “La comunicación” de diseño.com he tomado tres perspectivas epistemológicas:
- Fenómenos empíricos
- Modelos estructurares
- Investigación transdisciplinar

“Ninguna de estas posiciones es ingenua o neutra, ninguna queda invalidada por otra. Conviene, diría yo, reservarse cierta autonomía interteórica, a la vez que reconocemos una inevitable ‘simpatía’ por alguna de las corrientes. No se trata de revelar una verdad oculta que nuestro esclarecimiento intelectual alumbrará sino de entender que el modelo que elijamos determinará el objeto.” [3]
El propósito es señalar tres modelos de pensamiento que –en principio- son bien distintos entre sí. En una –tal vez, demasiado- apretada síntesis podríamos decir que se trata de un primer modelo lineal de causa - efecto, otro modelo que puede ser planteado como un sistema relacional y un tercer modelo que se basa en la idea de campo y condensación de sentido. Ahora bien, hay otras posiciones epistemológicas y, por lo tanto, otros modelos. Agregaré dos: el constructivismo y el deconstructivismo.


Constructivismo

Para el modelo constructivista, la realidad es una construcción hasta cierto punto “inventada” por quien la observa: nunca se podrá llegar a conocer la realidad como lo que es ya que, al enfrentarse al objeto de conocimiento no se hace otra cosa que “ordenar” los datos que el objeto ofrece en el marco teórico del que se dispone. Dicho de otra manera: la realidad no existe sin el sujeto. Ernst Von Glasersfeld (considerado uno de los popes del constructivismo radical) sostiene que la realidad se construye a partir de la experiencia de la propia realidad. Von Glasersfeld enuncia los siguientes principios básicos:

a) El conocimiento no se recibe pasivamente ni a través de los sentidos, ni por medio de la comunicación, sino que es construido activamente por el sujeto cognoscente.

b) La función del conocimiento es “adaptativa” (en el sentido biológico del término) tendiente al ajuste y a la viabilidad.

c) La cognición sirve a la organización del mundo experiencial del sujeto, no al descubrimiento de una realidad ontológica objetiva.

d) Existe algo así como una “experiencia de socialidad”, en términos de “una construcción conceptual de los otros”. En este sentido, las otras subjetividades se construyen a partir del campo experiencial del individuo.

Sobre estos postulados Von Glasersfeld infiere que los significados o las relaciones conceptuales no pueden ser transmitidos de un hablante a otro. Los conceptos son como “bloques” que derivan de la experiencia individual y, luego, se ajustan intersubjetivamente: los significados son subjetivos, por lo tanto “no podemos mantener la noción preconcebida de que las palabras comunican ideas o pensamientos”.
¡Ojo, mucho ojo con las palabritas sueltas! No siempre que “aparece” la palabra función se trata de funcionalismo, ni cuando “aparece” la palabra sistema se trata de estructuralismo; tampoco cuando “aparecen” expresiones tales como “condensación o producción de sentido” se trata automáticamente de la investigación transdisciplinar. Las diversas posiciones epistemológicas responden a modelos de pensamiento: se trata más de ver el supuesto subyacente de un autor y no de localizar palabras sueltas. Muchas veces leemos o escuchamos asegurar que fulano es “tal cosa” o mengano es “tal otra”. Quienes lo hacemos (ya que estamos, me incluyo) conocemos al autor y, por lo tanto, su perspectiva epistemológica no surge del fragmento leído o mencionado sino de un juicio previo.
Para seguir hará falta precisar alguno de los términos mencionados.
Por cognición entenderemos aquí la “acción o efecto de conocer”, sin más. La palabra cognición puede confundir el constructivismo con el cognitivismo, que es otro modelo epistemológico (más próximo al conductismo).
El término socialidad no existe en el diccionario como tal. El autor lo “inventa” para señalar el carácter social de la comunicación humana. No confundir entonces esta “socialidad” con “sociabilidad”, que sí existe en el diccionario y refiere a cierta capacidad (“natural”, según el diccionario) de relacionarse al trato con los demás.
La palabra viabilidad es una traducción del vocablo inglés fit (arranque, arrebato). Para Von Glasersfeld es un concepto que indica que el conocimiento no puede ser asimilado a la idea de “representación de la realidad” sino más bien como una “llave” que abre diversos caminos para el sujeto. En palabras del autor: “(….) el sujeto desea tomar control sobre lo que percibe, de manera de eliminar cualquier desviación o perturbación del logro de sus propias metas. (…) De alguna forma, al sujeto no le interesa controlar la ‘cosa’, sólo le interesa compensar las perturbaciones que siente esa ‘cosa’ representa para sus metas y, por lo tanto, lo hace capaz de adaptarse a circunstancias cambiantes”. Por eso, Humberto Maturana (otro constructivista, aunque no radical) habla de “objetividad”, así, entre comillas, para remarcar cómo la objetividad se convierte en un instrumento de poder, por ejemplo, en la ciencia. En palabras de Maturana: “(…) el resultado de asumir esta postura es la aceptación legítima del otro. Ya que el lugar que ocupa el otro en el mundo es distinto al mío, su “objetividad” será distinta y no puedo sino escucharle con respeto”.
Por último, por ontológico entenderemos aquello relativo a la ontología; término de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales.


Deconstructivismo

En este caso, para el resumen tomaré algunas ideas del filósofo Jacques Derrida.
El deconstructivismo no es desconstructivismo, ya que no se trata de la negación ni de lo puesto al constructivismo. Otra forma de denominarlo, que sí es válida, es deconstrucción.
El término “deconstructivismo” fue elegido por Derrida derivado del término “destrucción” con el cual Martín Heidegger consideró una “técnica del pensamiento filosófico como fin de revisar profundamente las terminologías utilizadas en las humanidades”.
Derrida radicalizó la tradición lingüística de Ferdinand de Saussure (que veremos en la próxima clase) asegurando que “todo es texto”, incluso las arquitecturas y las pinturas. Así, el cerebro construye el mundo del sujeto; sus procesos internos se convierten en procesos cognitivos, comunicables a “otros cerebros” por vía de la representación simbólica. Una obra de arte –ya sea un cuadro o un edificio- es un intento de materializar en un mundo externo las realidades generadas en el estructura reflexiva del cerebro.
Siguiendo esta posición de Derrida, el cerebro es una especie de súper-texto que se organiza en paralelismo y en redes, y no en jerarquías como sostuvo Descartes.
El deconstructivismo incluye ideas de fragmentación, procesos no lineales, procesos de diseño en base a geometría no-euclidiana, negando polaridades como las nociones de estructura y recubrimiento.
Un ejemplo de la complejidad deconstructivista es el Vitra Design Museum de Frank Gehry, que toma el cubo blanco básico sin ornamentación de las galerías de arte modernistas y lo deconstruye empleando geometrías que recuerdan el cubismo y el expresionismo abstracto: toma el cubo como punto de partida y subvierte los aspectos funcionales del modernismo clásico.
Uno de las discusiones sobre el deconstructivismo se basa –justamente- en señalar que se trata de conclusiones auto-lógicas: el deconstructivismo no sólo reconstruye sino también produce nuevos textos que implican una nueva deconstrucción. La arquitectura deconstructivista puede manifestarse en el medio visual del boceto, del dibujo o de la animación computarizada, pero, una vez construida la edificación, sólo queda una huella cimentada de un proceso complejo. Por ejemplo, no cabe ninguna duda que el Museo Guggenheim de Bilbao presenta una escenografía deconstructivista espectacular, pero su forma misma (diseñada también por Frank Gehry) se constituye en un logotipo fijo del “turismo cultural” que, además, reclama un poder centralizado para definir las “modas” de la arquitectura; todo ello es contradictorio con el movimiento deconstructivista expresado en el proyecto.
El diseño asistido por computadora (CAD) es actualmente una herramienta esencial. El modelado tridimensional, la representación de espacios virtuales y las animaciones, ayudan en la conceptualización de espacios complejos. Los críticos al deconstructivismo lo ven como un ejercicio formal, muchas veces, sin contenido que puede dar como resultado “cualquier cosa” que el arquitecto desee y, por lo tanto, sufre de falta de consistencia.
Otros críticos, rechazan la premisa de que la arquitectura sea capaz de ser el sujeto de la filosofía lingüística, por lo tanto, mal puede hablarse del deconstructivismo como un lenguaje.
Es cierto que para muchos arquitectos y diseñadores la opción deconstructivista resulta cómoda porque al tomar el término “deconstrucción” en un sentido doméstico no les exige una reflexión profunda del pensamiento proyectual: “en el proceso de diseño el cuerpo se deconstruye”, ¿viste?
Es obvio que la posición deconstructivista agita el debate entre modernidad y posmodernidad; tema que veremos con detenimiento en la segunda parte del curso.
Por ahora, ubicar el deconstructivismo como una epistemología es discutible; en todo caso, se trata de una posición filosófica o -mejor aún- de una estrategia que requiere cierta demora en su análisis. Sin ir más lejos, recurrir a una geometría no euclidiana sin conocer los principios básicos de Euclides es, por lo menos, una frivolidad. Si luego, el resultado del proyecto es un objeto de diseño estándar, nada hubo de deconstructivismo en su concepción.


[1] Capítulo 10 “Dos enfoques para un vestido” de Casos de comunicación y cosas de diseño.

[2] Capítulo 10 “Dos enfoques para un vestido” de Casos de comunicación y cosas de diseño.

[3] Capítulo 4 “La comunicación” de diseño.com.