jueves, 16 de agosto de 2007

Hacia el encuentro de la identidad

MUSEO NACIONAL DEL TRAJE
XI Jornada sobre Moda Argentina, jueves 16 de agosto de 2007.
"Moda y Producción Argentina", hacia una estética de exportación",


Intro

Cuando Susana Speroni me explicó cuál era el tema general con el cual nos convocaba para esta jornada le respondí inmediatamente que mi charla sería sobre la identidad. Luego, pensé por qué, y se me ocurrieron algunas posibilidades:
En primer lugar, no tengo ningún apunte o capítulo sobre identidad como tema concreto; sin embargo, diversas cuestiones sobre la identidad ronda en todos. Por lo tanto, esta es una buena oportunidad para ir comenzando un primer borrador.
El segundo punto se refiere a que la cuestión de la “identidad” es un tema frecuente en diversas expresiones de diseño. Se presenta de diversos modos: como la “marca” de un diseñador, un grupo social, una empresa o un país. Por otra parte, la identidad es como la personalidad: siempre se tiene “una”.
Por último, para el diseñador el tema de la identidad presenta un dilema básico: ¿cómo diseñar una identidad “identificatoria” sin caer en estereotipos?

Para vender al exterior (en nuestro caso: diseño) hacen falta tres condiciones:

1. Una relación de cambio peso-dólar alta, que se denomina frecuentemente con el eufemismo de “sustentable” que es una manera de decir que la relación de cambio competitiva perdure. La señalo en primer lugar porque es un a priori. Es una condición imprescindible, pero no suficiente.

2. Un producto de calidad sustentable.

Antes de señalar la tercera condición debo aclarar mi prejuicio: el éxito de algunos diseñadores en el exterior no se debe tanto a las características identitarias de sus diseños sino, simplemente, a que son buenos. Señalo esta advertencia porque no faltan quienes suponen que la cuestión de la identidad está resuelta citando el caso de un par de diseñadores exitosos.

3. Una distinción de identidad. La identidad es un rasgo cultural estratégico a la hora de exportar.

Como síntesis de las tres condiciones:

4. Hace falta una relación de cambio competitiva y es necesario que esa relación competitiva perdure para poder comenzar a pensar la identidad como una estrategia.

A veces digo que tenemos un problema con la identidad que, tal vez, sea un problemita de identidad: jactarse de tener la avenida más ancha y, sobre todo, la calle más larga del mundo, son características identitarias, pero también son síntomas del problemita.
Por otra parte, en un mundo globalizado crecen, a la vez, la homologación y los rasgos de diversidad. En esta situación, la “marca argentina” es indispensable para abrir mercados permanentes –no coyunturales- en el exterior.
Como dice Silvia Hopenhayn “la identidad no es un destino; la identidad es una construcción colectiva”.

Los intentos por fijar la identidad en un símbolo o en un objeto, corresponden a configuraciones totalitarias de cualquier tema y especie, en fin, de cualquier “signo”.
Desde la comunicación, revisaremos algunos casos para señalar algunas estrategias con el fin de enfrentar “eso” que llamamos identidad.

La conferencia sigue y se puede reconstruir con los blog anteriores en el siguiente orden (por ese asunto de la lectura en pantalla, ¿vio?):


Identidad, del diccionario

El quehacer de la identidad

El encanto de la identidad

En busca de la identidad

El quehacer de la identidad

Seamos concretos, ¿qué nos interesa?: alguna reflexión que nos permita concebir un diseño singular sin caer en estereotipos como la pareja que baila tango, el gauchito, un mate, o las boleadoras.
No habrá fórmulas, pero sí líneas de trabajo para darle alguna sustancialidad a nuestra tarea. Con el término “sustancial” no me refiero a ningún vericueto de la profundidad ni a una pose erudita: “No es lo mismo ser profundo que haberse venido abajo”, decía (dice) María E. Walsh. Simplemente, intento esquivar la superficialidad o –lo que es peor aún- la estupidez solemne. Resultará “sustancial” los pliegues de sentido cuyo develamiento supone cierta sensación de demora. Aquello que en la literatura experimentamos al releer y en el diseño al re-mirar, re-tocar, re-utilizar. Esta acepción de “demora” que sostengo hace mucho la he tomado de Marcelo Percia. Con un criterio similar, el diseñador catalán Miguel Milá señala la sensación de “poso” como indispensable para un diseño en serio. “Poso”, está bien escrito con “ese”. Del diccionario, poso: Sedimento de líquido contenido en una vasija. / Descanso, quietud, reposo. / Lugar para descansar o detenerse.
Si el diseño sirve para algo será para mejorar nuestra relación con los objetos.

Tomaremos algunos ejemplos simples, breves y muy conocidos de la literatura, el fútbol, el tango y el rock:

En Borges, un escritor de las orillas, Beatriz Sarlo sostiene que Jorge L. Borges no hizo literatura sino que inventó una literatura. No haré un análisis literario (no sé, soy un lector más). Pero podemos señalar que la tesis de Sarlo propone que no se trata de un estilo singular sino de una “creación“. Borges “inventa” al orillero como un sujeto del borde, de un lugar que lo podemos pensar como un fuelle, como un entre, entre la ciudad y el desierto. Si lo prefiere: entre cultura y naturaleza. Nadie duda que su obra trasciende sus concepciones políticas e ideológicas. Nadie duda que Borges hizo literatura argentina siendo anglófilo. Borges inventó un relato sobre lo argentino y así forma parte de la literatura argentina. Tenemos aquí la identidad como reinvención.
Cortázar y Saer escriben en “argentino” (tanto en la situaciones narradas como en el estilo) viviendo 40 años en París. Ni Cortázar ni Saer anotan todos los días las palabras y los hechos de actualidad de nuestro país para “hablar en argentino”. Hacen otra cosa: buscan en sí mismos la constitución de su cultura, la construcción de su lenguaje. La identidad es un lenguaje, o más precisamente: la identidad es una lengua.
José Hernández es el caso más sencillo. Se trata de la identidad como tradición.
Vayamos ahora al caso de la AFA: la Asociación del Fútbol Argentino. Bueno, no hay fútbol argentino del mismo modo que no existe el ajedrez argentino y, por lo tanto, su institución se denomina Asociación Argentina de Ajedrez. Las otras asociaciones de fútbol del mundo (salvo alguna excepción que se me escapa) se denominan -por citar un ejemplo- Asociación Brasilera de Fútbol -y no se puede decir que el fútbol brasilero no tiene “identidad”. En nuestro medio se sostiene que “jugar a la argentina” consiste en “hacer la nuestra”: una mezcla de técnica, garra y picardía. Dejemos la técnica y la garra (la última final de la Copa América desmiente este mito). La picardía se asocia con burlar las reglas. La picardía no es una transgresión ni tampoco es una forma de cinismo: es la forma socialmente correcta de la hipocresía. Una regla de tres: la picardía es a la transgresión lo que la corruptela es a la corrupción. Resumiremos este caso de identidad como la necesidad “imperiosa” de reconocimiento del otro (a cualquier “precio”).

Siendo joven (en uno de los tantos y enardecidos debates argentinos) tomé partido por Piazzolla. La cuestión era simple: si el tango es una música “ciudadana” que se caracteriza por su ritmo “dos por cuatro”, la música de Piazzolla era “otra cosa”. En cambio si el tango es una música de Buenos Aires, fue “dos por cuatro” en los años 40 y era (¿sigue siendo?) la de los años 60 y 70. El primer caso corresponde a la visión tradicionalista; el segundo, a la posibilidad de la renovación a través de la resignificación.
Un modo singular de reapropiación ocurrió con el rock nacional que tomó la concepción rupturista básica del rock adaptando sus letras y su música (hasta algunos acordes verdaderamente “canyengues”). Este movimiento sumado al recital como lugar de encuentro (en una época en que el encuentro era sospechoso y sospechado) produjo una estética que se sostuvo como un espacio de resistencia.

Podemos ahora armar un paradigma de las diversas formas identitarias. La identidad como:

Una lengua.
Reinvención.
Tradición.
Necesidad de reconocimiento.
Resignificación.
Reapropiación.
Resistencia.

Se podrá tomar uno cualquiera de estos ejes o la combinación que se prefiera. Hace unos meses que insisto sobre el concepto de "boceto verbal" que ocupa un capítulo de Casos de comunicación y cosas de diseño. Para ser breve (me) cito un par de fragmentos, y listo:

“Fascinados por la ‘cultura de la imagen’ hemos abandonado la noción
de que nuestro pensamiento es un hecho del lenguaje. Cualquier forma
de representación es asimilable en el lenguaje verbal.” (…)
“Pensamos objetos, que son imágenes, que son palabras. Dado que el
diseño es un discurso, un objeto diseñado será un objeto narrado.” (…)
“Algunas veces he asistido al desarrollo de un trabajo proyectual donde
surge una idea-primera. Esa idea original- (inspirada, asociada
inconscientemente, ‘regalada por las musas’; no importa cómo
interpretemos la génesis de su producción) representa para su autor un
alto grado de fidelidad consigo mismo. (…) El relato de la idea genera una
forma material significante. Lo curioso es que ese significante es
abandonado porque resulta “complejo”.
A ese abandono de la complejidad tomando un atajo simplificador lo he
denominado: ‘la infidelidad con el significante’. Dicho de otra manera: un
dibujo sin palabras que lo sustentan es un dibujo insignificante.
Suponer que la complejidad es una complicación es uno de las tantas
coartadas de cierto facilismo intelectual o académico. La complejidad es
centrífuga, la complicación es centrípeta; la complejidad es arborescente,
la complicación es unívoca. La complejidad hace interesante una idea; la
complicación es… chocar siempre con la misma piedra.
Me animo a señalar una estrategia: transformar las complicaciones en
complejidades. Tendremos así nuevos e interesantes relatos, narraciones,
discursos y diseños.”

domingo, 12 de agosto de 2007

En busca de la identidad

(Fragmentos del artículo que con el mismo título se publicó en el diario La Nación el 22 de julio de 2007.)

"La última crisis económica en nuestro país aceleró un resurgimiento en varias expresiones del arte y del diseño", dice Arturo Grimaldi en el prólogo de Diseño Argentino, libro editado por Papers.
"Tendrán que pasar varios años más para terminar de consolidar este nuevo proceso -agrega- y el tiempo dirá si este nuevo diseñador fue capaz de crear identidad."
Es la identidad nacional, justamente, lo que busca rescatar Gastón Girod. En plena crisis de 2001 fundó junto al arquitecto Roberto Busnelli la empresa Team Fierro, que impulsó el diseño argentino en el exterior. La serie de muestras que curará ahora en Praxis -galería que a 30 años de su fundación quiere retornar a sus orígenes, cuando era un centro de arte y diseño- buscará conciliar materiales tradicionales y perspectivas contemporáneas.
La materia prima será un material muy local: el cuero.
Los diseños van desde lo más artesanal, como un par de bancos forrados por el artista Enrique Salvatierra, hasta los que apelan a la tecnología moderna, algo visible en el láser usado por Pablo Petruchansky para diseñar tramas sobre alfombras. El cuero reconstituido que produce Javier Martínez Mingo - producto ecológico utilizado por varios diseñadores, incluido Girod-, o el troquelado de eslabones ideado por Miki Friedenbach, merecen una mirada de atención. Friedenbach participará también, junto a más de 50 colegas, en la muestra del Mamba. Será un balance del diseño industrial e incluirá trabajos producidos entre 2000 y 2005, muchos de los cuales pasarán a formar parte de la colección permanente del museo. Gracias a exposiciones similares, el Mamba acumuló en la última década unas 500 piezas fabricadas desde los años ´40, que esperan ver la luz cuando se termine la demoradísima ampliación de la sede del museo en San Telmo. El diseño tendrá allí su propia sala: uno de los pocos espacios que le restan por conquistar.

Mamba, Corrientes 172 2° piso, hasta el 26 de agosto.

Por Celina Chatruc De la Redacción de LA NACION

Identidad, del diccionario

Ante un nuevo tema, lo primero que se me ocurre es buscar la palabra en el diccionario. Lo que sigue, entonces, serán las distintas acepciones “oficiales” sobre identidad y, luego, sus derivas desde la comunicación

IDENTIDAD

o Cualidad de idéntico.
· Idéntico: dicho de una cosa que es lo mismo que otra con que se compara. Muy parecido.

Es cierto, dos fotocopias del mismo original son “idénticas” entre sí. Pero esta acepción no nos interesa demasiado. Cuando hablemos de identidad nos referiremos a un relato que no será un repertorio de características iguales a nada en particular.

o Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que se caracterizan frente a las demás.

Esta sí nos interesa. Tenemos aquí varios elementos para señalar.
Se refiere a un individuo o a una colectividad; por lo tanto, la definición alcanza tanto a personas como a instituciones, empresas, grupos, tribus, países y regiones.
Dice: “… que se caracterizan frente a los demás”. Se trata de características singulares que serán distintas tanto como simétricas (en espejo) o como complementarias.
Para el diseño –nuestro caso- lo más importantes es señalar el “conjunto de rasgos”. Aquí es donde el relato de una identidad se apoya en subjetividades. El término rasgo se refiere tanto a una característica conceptual imprecisa como a un trazo. El diseño tiene mucho para hacer al trasladar un rasgo verbal en un rasgo de la forma, de la materialidad y del color.

o Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y frente a las demás.

En este caso se refiere sólo a individuos, a personas, pero esta acepción la podemos extender también a grupos sociales. Aquí la definición incluye al enunciador y el destinatario. Por lo tanto, el relato de la identidad tiene más que ver con un contrato o pacto que con un mensaje dirigido.
Somos quien suponemos que somos en función de nuestro relato y, también, del discurso de los demás sobre nosotros mismos. Simplificando: ese contrato se constituye en un discurso híbrido: el de sí mismo, el del otro sobre uno mismo y el resultante entre ambos.
Responder sólo al discurso de sí puede ser un caso de narcisismo patológico.
Responder exclusivamente al discurso del otro puede ser un caso de sometimiento.
El discurso entendido como la circulación entre un enunciador y un destinatario es, precisamente, la comunicación entendida como situación de encuentro.
Como señalo en diseño.com, “encontrar” se basa en hallar aquello que se busca o que no se busca: podemos encontrar un billete por azar o un billete que creíamos perdido. Por otra parte, un encuentro supone compartir una situación con cierto carácter libidinal o de enfrentamiento. En cualquier caso, la comunicación puede ser metaforizada como un encuentro en que se halla lo que se busca y lo que no se busca en una situación “amigable” y “competitiva”.
¿Qué es lo que se pone en común en un encuentro comunicacional? ¿Qué es aquello que se comparte y se enfrenta? La respuesta a las dos preguntas es: signos. El análisis sobre la identidad será siempre un análisis semiótico.

Antes de seguir avanzando, seamos sinceros en el siguiente punto: un diseñador (cualquier diseñador: prestigioso o inexperto) pretende encontrar un repertorio de signos que lo identifiquen. Para el caso de la identidad de exportación requiere algo más: que sus características individuales se relacionen con las del país o grupo social que representa. Por último, pretende que esta “identificación” (llegamos a la palabrita) se produzca sin caer en estereotipos. Compliquémoslo aún más: en sus características identitarias recurrirá a algún convencionalismo para ser reconocible por el “otro”.
En síntesis, se trata de rasgos personales en relación con la comunidad, lo suficientemente sutiles para que sean propios y lo suficientemente generales para que sean representativos.
La estrategia de la identidad se basa en una paradoja entre una particularidad extensa y una generalidad intensa. De esto se trata.

Sigamos con el diccionario.

o Hecho de ser alguien o algo el mismo que se supone o se busca.

“El mismo que se supone o se busca”. Esta acepción confirma y amplía el punto de vista anterior: la situación comunicacional como “encuentro”. Tenemos entonces un conjunto de rasgos que se buscan o se hallan, que se comparten o se enfrentan.
Para el tema que nos interesa, ese conjunto de rasgos se condensan en el objeto diseñado. Así, el objeto puede ser definido como un dispositivo; una condensación de sentido, un acontecimiento. La misma palabra acontecimiento (algo que acontece, obvio) nos marca que el objeto se instala siempre en una situación espacio temporal.
No hay objeto ahistórico. El objeto se puede pensar como el punto de sutura de que marca la llegada de un proyecto y el lanzamiento de otro. Un objeto es un acontecimiento entre dos proyectos.

o Igualdad algebraica que se verifica siempre, cualquiera sea el valor de sus variables.

No pensemos que esta acepción no tiene nada que ver con el tema que nos ocupa. Es, ni más ni menos, que la versión objetivista del diseño que entiende a la identidad como un repertorio o un glosario. Si así fuera, no habría discursos sobre la identidad; un museo sería una colección de cifras de ADN. Cuestión esta última que se confirma con la última acepción:

o Carné de… Cédula de…

La identidad como cifra; el ADN, la última cifra.