miércoles, 1 de julio de 2009

Deleuze y Nietzche

ESTOS TEXTOS SON DE LECTURA COMPLEMENTARIA (NO OBLIGATORIOS) PARA EL CURSO DE COMUNICACIÓN Y CRÍTICA.

Deleuze y Nietzche
Textos seleccionados por María Mascheroni

Sólo tengan relación con lo que aman. Hay sensibilidades sustanciales, existen los que tienen una sensibilidad sustancial. Yo sueño con hacer alguna cosa sobre la sensibilidad filosófica. Es así que encontrarán los autores que cada uno amará. No estoy diciéndoles que sean spinozistas, porque me importa un bledo. Lo que no importa un bledo es que ustedes encuentren lo que les hace falta, que cada uno de ustedes encuentre los autores que les hacen falta, es decir, los autores que tienen algo para decirles.
Lo que a mí me atormenta en filosofía es esa elección. Es igual que cuando se habla de una sensibilidad artística, por ejemplo de una sensibilidad musical. La sensibilidad musical no es indiferenciada, no consiste solamente en decir: Amo la música. Quiere decir también que extrañamente, en cosas que yo mismo no comprendo, tengo algo que ver particularmente con tal: “ah, para mí es Mozart. Mozart me dice algo”. Es curioso eso. En filosofía es lo mismo. Hay una sensibilidad filosófica. Allí también es una cuestión de moléculas, si aplicamos todo lo que acabamos de decir hace un momento. Nos encontramos con que las moléculas de alguien serán atraídas, serán ya, en cierta forma, cartesianas. Hay cartesianos. Bueno, comprendo, un cartesiano es alguien que leyó bien a Descartes y que escribe libros sobre Descartes. Pero eso no es muy interesante. Al menos hay cartesianos a un nivel mejor. Consideran que Descartes les dice algo al oído a ellos, algo fundamental para la vida, incluida la vida más moderna. Bueno, a mí, tomo mi ejemplo, realmente Descartes no me dice nada, nada, nada, nada… Se me va de las manos, me embola.
Sin embargo, no voy a decir que es un pobre tipo, es evidente que tiene genio. Bueno, de acuerdo, tiene genio, pero yo, por mi cuenta, no tengo nada que hacer con él. Jamás me dijo nada. Bueno ¿y Hegel... ¿Cómo se explican estas cuestiones de sensibilidad, qué es eso, qué quieren decir estas relaciones moleculares? Yo abogo por relaciones moleculares con los autores que leen. Encuentren lo que les gusta, no pasen jamás un segundo criticando algo o a alguien. Nunca, nunca, nunca critiquen. Y si los critican a ustedes digan: “De acuerdo” y sigan, no hay nada que hacer. Encuentren sus moléculas. Si no las encuentran, ni siquiera pueden leer.

Leer es eso, es encontrar vuestras propias moléculas. Están en los libros. Vuestras moléculas cerebrales están en los libros. Yo creo que nada es más triste en los jóvenes en principio dotados que envejecer sin haber encontrado los libros que verdaderamente hubieran amado. Y generalmente no encontrar los libros que uno ama, o no amar finalmente ninguno, da un temperamento…, y de golpe uno se hace el sabio sobre todos los libros. Es una cosa rara. Nos volvemos amargos. Ustedes conocen la especie de amargura de ese intelectual que se venga contra los autores por no haber sabido encontrar a aquellos que amaba…, el aire de superioridad que tiene a fuerza de ser tonto. Todo eso es muy enojoso. Es preciso que, en última instancia, sólo tengan relación con lo que aman.
Gilles Deleuze


Se tiene que aprender a amar. Así nos sucede en la música: primero se tiene que aprender a oír, a entreoír, a distinguir una figura y un motivo, a aislarla y a delimitarla como a una vida por sí sola, luego se requiere esfuerzo y buena voluntad para tolerarla a pesar de su extrañeza, paciencia frente a su mirada y expresión, practicar la generosidad frente a lo sorprendente que hay en ella -: finalmente llega un instante en que estamos habituados a ella, en que la esperamos, presentimos que nos haría falta, si faltase; y luego ejerce más y más su imposición y hechizo y no acaba hasta que nos hemos convertido en su humilde y arrobado amante, que no quiere nada mejor del mundo más que a ella y solo a ella.Pero no sólo con la música nos sucede así: precisamente así es como hemos aprendido a amar todas las cosas que amamos. Por último, siempre seremos recompensados por nuestra buena voluntad, nuestra paciencia, equidad, dulzura frente a lo extraño, cuando lo extraño se despoja lentamente de su velo y se muestra como una nueva e indecible belleza: es su agradecimiento por nuestra hospitalidad. También quien se ama a sí mismo lo habrá aprendido por esa vía: no hay ningún otro camino. También el amor se tiene que aprender.
Friederich Nietzsche

jueves, 25 de junio de 2009

El perfil del diseñador está errado

TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO PARA EL CURSO DE COMUNICACIÓN Y CRÍTICA.

El perfil del diseñador está errado
Jorge Piazza
FOROALFA
Buenos Aires 23/06/2009

Es necesario operar cambios en la educación del diseño en pro de una capacitación que sirva para enfrentar la realidad laboral.
El 95% de los estudiantes se proyectan en su vida laboral futura como profesionales independientes. (1)
El dato no es menor porque, con absoluta contundencia, pone de manifiesto una necesidad específica de capacitación para el futuro profesional. A ese dato estadístico hay que sumarle otras realidades del mercado:

Existen muy pocos puestos laborales en relación de dependencia ocupados por
diseñadores que superen los diez años de vida profesional. Cumplida esa etapa
o incluso antes, el profesional-empleado suele aventurarse al emprendimiento
propio.

La salida laboral en relación de dependencia para profesionales jóvenes no
parece convocar diseñadores sino a operarios. Basta leer los anuncios que se
publican en diversos medios: «Se busca diseñador con manejo en entorno Mac/PC,
con conocimiento de programas: Photoshop, Ilustrator…».

La independencia
En estudios realizados acerca del emprendedorismo en América Latina se menciona que la principal escuela donde se forjan la vocación y la competencia para crear y manejar un emprendimiento es el empleo en el que el emprendedor trabajó previamente.(2) En el caso del diseño, si ese trabajo consistió en estar frente a una computadora bocetando o armando originales, la consigna no se va cumplir. Y, en efecto, quienes realizan esa función, que es la que abunda en el formato de relación de dependencia, no adquieren ninguna de las competencias necesarias para posteriormente formar y llevar adelante el estudio propio.
Estos mismos informes aseguran que la baja presencia de modelos de rol y la débil contribución del sistema educativo a la adquisición de capacidades emprendedoras figuran entre los principales aspectos culturales que obstaculizan, en alguna medida, el surgimiento de nuevas vocaciones empresarias.
¿Qué curioso que una profesión donde los modelos de rol están ausentes, y donde la educación es por demás deficiente en lo que hace a capacitar en aspectos de emprendedorismo, tenga una tendencia tan marcada hacia la salida laboral
independiente?
La ausencia de modelos no se debe a que no existan, sino a cierto hermetismo por parte de los estudios de diseño a hablar de temas relacionados con el negocio (durante años el precio del servicio del diseño pareció ser un tabú, y aún hoy, hay estudios que ni quieren tocar ese punto). A lo que hay que sumar una fuerte tendencia por parte del estudiantado a interesarse en apreciar sólo los productos gráficos de los estudios referentes del mercado, observándolos casi como figuritas, y mostrando un preocupante desinterés por indagar en temas referidos al negocio del diseño. De esta manera, armar un estudio propio está más emparentado con la idea de auto-emplearse que con la de formar una empresa de diseño.
La consecuencia directa de la situación descripta es que los profesionales terminan transitando un arduo camino de aprendizaje que se basa en el anti-método del tropezón-caída-levantada, con la posibilidad no segura de sacar conclusiones que eviten nuevas caídas. Este proceso suele implicar diez años de penurias, donde nada asegura llegar a buen puerto ni conservar la autoestima necesaria para continuar.
A esto debe agregarse que la puerta de entrada al diseño está plagada de futuros estudiantes con una fuerte inclinación hacia lo artístico —y el correspondiente estilo «bohemio» que eso conlleva—, totalmente alejados de conceptos empresariales y de negocios. Los diseñadores nos sentimos mucho más cercano a un artista plástico que a un contador. ¡Lástima que uno de los primeros pasos para armar un estudio sea contactar justamente a un contador!
En respuesta al hecho de no contar con una inclinación natural que nos predisponga a llevar adelante un negocio, con todo lo que ello implica, este tipo de contenidos deberían convertirse en prioritarios durante nuestra etapa de formación. La palabra clave en este asunto es: «Gestión».

La gestión
Es una tarea difícil explicar a los estudiantes de los primeros años, que con cierta razón consideran que estudian para diseñar, cuán determinante será el capacitarse en gestión para el desarrollo de su profesión. Es lógico que un estudiante considere que para diseñar no se requiere de conocimientos de gestión. Pero es incomprensible e inaceptable que casi todo el sistema educativo, ignore el dato estadístico con que iniciamos este texto y, en definitiva, no brinde la capacitación necesaria a los estudiantes.
Paradójicamente, el censo antes mencionado arrojó también el siguiente dato: Para el 65.5% de los profesionales y docentes las casas de estudio no contribuyen a la adquisición de capacidades emprendedoras y de gestión Imaginemos una estructura unipersonal, en la que el diseñador hace frente a todas las tareas. No pasará mucho tiempo hasta que, ante al crecimiento en la demanda de trabajo, deba comenzar un proceso de delegación a través de
tercerizaciones y alianzas (en la medida que no desee que su estructura crezca).
¿Cuáles serán la tareas tercerizadas? O, para simplificar, ¿cuál es la única tarea que no se puede delegar?: La gestión.
¿Cómo es posible que lo único indelegable sean aquellas tareas que requieren de conocimientos y habilidades que no hemos incorporado? La realidad marca que el diseñador novel tiende a vivir frustraciones profesionales, y no por falta de trabajo, sino por no saber gestionar el trabajo. El profesional con más años de trayectoria vive otro tipo de frustraciones, en este caso porque pese a tener un alto ritmo laboral, no termina de convertirlo en negocio.
Para que se cumpla la premisa planteada en la frase que inicia este texto (que los profesionales logren desarrollarse como profesionales independiente), es necesario un importante ajuste a nuestro perfil profesional. La incapacidad de gestionar un estudio de diseño —que generalmente conlleva no trazar estrategias, desconocer como posicionarse en el mercado y no tener una misión y visión claras—, colabora muy estrechamente con la imagen que proyectamos al mercado.
Esto, además de perjudicar a cada diseñador, contribuye al desmerecimiento de la profesión. Lamentablemente, para la mayoría de los clientes, el diseñador gráfico es una persona que sabe hacer dibujos.
Un estudio de diseño que enfrenta continuamente al mercado con una inseguridad absoluta del servicio que brinda, del por qué de sus costos, sin saber como venderse, vive a diario situaciones de roce y desgaste con los clientes.
Situaciones que terminan por predisponer mal al cliente frente al diseño y a la importancia que puede tener para su empresa. Cuando me refiero al cliente pienso en la infinidad de PyMEs que conforman el mercado, que no contratan diseño, o lo hacen mal. Esa inmensa porción del mercado es vital frente al desmesurado crecimiento en la oferta educativa, con el consiguiente incremento en el número de egresados. No se puede seguir proyectando la profesión poniendo el foco únicamente en las pocas grandes empresas, que conocen muy bien el aporte del
diseño, pero tienen una larga lista de estudios esperando la oportunidad de brindarles servicios.

Los diseñadores ¿en contra de los negocios?
Quienes eligen al diseño como profesión suelen tener ciertas características personales en común. Una de ellas es carecer de habilidad para todo aquello relacionado con asuntos de negocios. Esta carencia debería alentar la capacitación en aspectos de gestión empresaria. Sin embargo, en los ámbitos académicos se oculta el tema y, en lugar de hablar de «clientes», se habla de «comitentes». Ese extraño uso llama poderosamente la atención. Podemos suponer
que algunos diseñadores quieren alejarse todo lo posible del concepto de negocio, para así mantener limpia «tan digna profesión». De esta manera, nos asemejamos al médico, que no tiene clientes, sino pacientes. Pero la medicina es uno de los grandes negocios del mundo. Cada vez que uno ingresa a un consultorio, lo hace abonando previamente al entregar su carnet de obra social o medicina prepaga, para luego tener que aguardar el tiempo que sea en una soporífera sala de espera, y (posiblemente) terminar escuchando lo que no quiere
oir. En cambio el diseñador, acostumbrado a las demoras del cliente, trata de mostrarle aquello que supone le «gustará», para mucho después intentar cobrar lo que considera que vale su trabajo, aunque pocas veces lo sepa a ciencia cierta.
¿Por qué creímos que la palabra negocio ensuciaba al diseño?, ¿cuándo decidimos tener comitentes y no clientes? Suele coincidir que muchos de los que defienden esta posición extremista de un diseño «noble», alejado de los intereses y banalidades del mercado, son justamente los que decidieron no vivir de la práctica del diseño como profesión.
¿A qué obedece la ausencia de herramientas de gestión en los planes de estudio de una carrera en la que el 95% de los estudiantes aspira a formar una empresa?
Cuesta encontrar una explicación. Lo cierto es que desde su formación, se enseña al diseñador gráfico a rechazar en forma sistemática la palabra «negocios».

El panorama resulta desalentador: a nuestra incapacidad natural para la venta, hay que sumarle nuestro perfil profesional errado —asociado a la informalidad y la bohemia—, que contribuye a una sub-valoración de la actividad por parte del mundo empresario, en un mercado en el que la oferta de diseñadores supera con creces a la demanda, determinando precios cada vez más bajos para los servicios de diseño gráfico (ley básica del mercado) y, por ende, también un deterioro en los sueldos de los diseñadores asalariados.
Los diseñadores gráficos formamos parte de una actividad que constituye una porción ínfima de la economía y, a pesar de esa realidad, nos han inculcado cierta ¡culpa! por tener «clientes» a quienes les «vendemos» nuestros servicios.
En tanto no asumamos nuestra «responsabilidad con nosotros mismos» y nuestras familias (o futuras familias), seguiremos teniendo problemas económicos o, llegada cierta edad, nos veremos obligados a cambiar de actividad por otra que nos permita ganarnos la vida.

(1) Dato obtenido en el Primer Censo de Aproximación a la Realidad del Mercado del Diseño Argentino, realizado por Redargenta en el año 2004. La investigación se llevó a cabo a través de encuestas a estudiantes, profesionales y docentes, habiendo abarcado a nueve mil personas, y obteniendo respuestas de todas las provincias argentinas donde se enseña Diseño Gráfico.

(2) «Empresarialidad en economías emergentes», Informe Argentina. Banco Interamericano de Desarrollo - Universidad Nacional General Sarmiento.

jueves, 18 de junio de 2009

Bésame poco

EL SIGUIENTE TEXTO SE INCLUYE COMO APLICACIÓN DE FUNCIONES DEL LENGUAJE, FIGURAS DEL MITO Y OPERACIONES RETÓRICAS EN EL APUNTE CORRESPONDIENTE AL TEÓRICO Nº 10.
SE REPITE ABAJO EN NEGRO

Bésame poco
Por Sandra Russo
Página/12, 30/04/09

Pandemia, pandemia, pandemia. Uno no puede dejar de escuchar un morbo mediático en la reiteración de la palabra que describe la globalización por otras vías. Hay un estallido generalizado de símbolos. Se derrumba un sistema político y económico que tenía al individuo como eje, y ataca al mundo en forma de pandemia un virus mutante que supo de vuelos y estiércol y que presenta la forma de una simple gripe. Pero el primer efecto de la pandemia es eliminar las simples gripes. Ya no las hay. Cualquier calentura es señal de alarma. Las personas son interceptadas en los aeropuertos en busca de información sobre su organismo. Y desde México, donde se juegan partidos de fútbol “a puertas cerradas”, también llega la noticia de las telenovelas sin besos. Nuestro mundo se está modificando.
No es que uno crea en las enfermedades de diseño, sobre las que ha visto unas cuantas películas norteamericanas. Ni que participe de posiciones conspirativas que imaginan a diez personas decidiendo en secreto algo que cambiará incluso (y sobre todo, como es costumbre, que eso no cambia) nuestras vidas periféricas. Pero justo en el momento en que la economía real hace revisar el ideario neoliberal que condujo al desastre, un ideario posneoliberal asoma en el único otro punto más sensible que la economía: la salud.
El posneoliberalismo está pronto a adquirir nuevas formas, porque va de suyo que embriona, y se diría que no se llamará así, que es muy pomposo. Podría llamarse, por ejemplo, Política de Manos Limpias, no porque deje atrás su intrínseca corrupción, sino porque hará eje en la desinfección obsesiva del espacio público, que de todos modos dejará de usarse, ya que cualquiera puede tener fiebre, y es más: cualquiera puede estar incubando fiebre. ¿Cuánto apostamos a que las señoras caceroleras serán las primeras en enchufarles barbijos a sus mucamas, que llegan desde el suburbio? No puede uno imaginarse, si la pandemia sigue siendo pronunciada con tanto énfasis y excitación, lo peligrosos que serán todos y cada uno de los pasajeros del transporte público. Es que es el aire que media entre uno y otro ser el que contiene la peste. Es que ya no es conveniente aproximarnos.
Escucho a un sanitarista hablar de “planes de contingencia”. Claro, la maldita contingencia. Es aquí cuando debería intervenir el Chapulín Colorado, pero bueh, es mexicano. La contingencia es algo de lo que siempre escapamos, algo que preferimos creer que no existe, un fantasma. La civilización que se globalizó y llevó sus hilachas virtuales a los lugares más lejanos es una civilización cimentada en la idea de que todo puede preverse y planificarse. Pero paradójicamente, esa civilización que vende imágenes de gente segura y tranquila se asienta en un sistema de explotación de un planeta que da probadas muestras de cansancio.
En las telenovelas mexicanas los amantes ya no se besan, y es posible presumir que si la pandemia pasa del grado 5 al 6, como se indica una y otra vez en los noticieros, los bunkers antiaéreos de este nuevo desastre serán unipersonales. Cada criatura aislada en su propio cuerpo. Cada uno cuidándose de las cosas terribles que pueden salir del cuerpo del otro.
Justo cuando un modelo político y económico basado en el más encarnizado individualismo se fractura y deja ver sus intestinos, el sistema sanitario mundial se pone en alerta por la peste que nos vuelve a todos Michael Jackson, todos un poco chiflados sospechando de la tos del vecino.

No es que uno crea en las enfermedades de diseño, pero qué justo.

miércoles, 10 de junio de 2009

Signos y palabras

TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO PARA EL CURSO DE COMUNICACIÓN Y CRÍTICA

Libros en agenda
Signos y palabras
Silvia Hopenhayn Para LA NACION
Miércoles 10 de junio de 2009 Publicado en edición impresa

La poesía siempre está al borde de decirlo todo, o por lo menos de atisbar un todo insondable. Como si los poetas pudieran tocar con las palabras algo constitutivo de lo humano que no se deja nombrar tan fácilmente. Este aspecto táctil de lo escrito los acerca a la pintura. Muchos han buscando algún secreto escondido entre el signo y el trazo, la línea y la mancha. Henri Michaux fue uno de ellos. Anduvo por los bordes: primero, en el lejano Oriente, viaje que volcó en su libro Un bárbaro en Asia , traducido por Borges en 1941; luego, el borde de adentro, lo que Michaux llamó el "lejano interior", tras su experiencia con las drogas, sobre todo la mescalina, que aparece en libros, como Miserable milagro o Infinito turbulento . Este tanteo vertiginoso tiene antecedentes ya en su primera obra publicada, Caso de locura circular (1923) y en otros textos, como Conocimiento por los abismos , La vida en los pliegues o Ailleurs ("por afuera").
Si bien no llegó a caerse, Michaux sufrió del "exilio de las palabras", al decir de Le Clézio. En realidad, buscaba desligar las palabras de su significado para rescatar el impulso verbal. Llegar a la abstracción total que, según él, constituía la velocidad. Por eso -de manera más solitaria y rabiosa que Apollinaire- fue arrimándose al ideograma, al pictograma, haciendo del signo una huella del deseo. "Signos/ signos no de techo, de túnica o palacio/ no de archivos ni enciclopedia del saber/ sí de torsión, de violencia, brusquedad/ de deseo cinético [Michaux]." Como Mallarmée, le interesaba no tanto describir las cosas, sino sus efectos. Atrapar al voleo el efecto de las palabras y plasmarlo. Claro que, para ello, las mismas palabras no le bastaban; era como si éstas no llegaran a tiempo. De allí su vuelco al trazo, primero ligado a la línea del alfabeto, luego indagando en figuras más recónditas, ciudades ocultas, animales por lo general monstruosos, pájaros, insectos o larvas. El mismo escribió: "El arte es lo que ayuda a salir de la inercia". Es interesante que su apego a cultores del surrealismo o su amistad con Paul Klee o De Chirico no lo asimilaran al movimiento artístico de la época. La obra de Michaux, en este sentido, es tan singular como aislada.
El libro-catálogo de la actual muestra Un diálogo de signos , en la galería La Ruche, que reúne la obra de León Ferrari con Henri Michaux, da cuenta de esta experiencia en los bordes. Apela al movimiento de las palabras, a la velocidad de la letra que se hace dibujo para liberarse de la convención. El diálogo que entablan Ferrari y Michaux es desfasado en el tiempo, pero ligado en el espacio. Como si entre ambos tejieran el enlace entre las palabras y el dibujo. Vale recordar el genial Cuadro escrito (1964), de Ferrari, en el que el artista describe la pintura que haría si supiera pintar, y todo el cuadro consta de palabras que revelan el carácter pictórico de la pintura que no está.
Quizá la apuesta mayor, el revés del signo sea, más que representar, hacer presente.

miércoles, 3 de junio de 2009

CyC.2009. 08 OPERACIONES RETÓRICAS

UBA FADU - DISEÑO DE INDUMENTARIA – DISEÑO TEXTIL
COMUNICACIÓN Y CRÍTICA - SEXE
CURSO DE VERANO 2009
5 de junio

TEÓRICO Nº 8
OPERACIONES RETÓRICAS

Para la clase de Trabajos Prácticos del viernes 12 de junio:

Estudiar:
“Retórica y diseño” capítulo 9 de DISEÑO.COM


Aplicación conceptual

- Analizar Figuras Retóricas en los siguientes poemas (canciones) de Andrés Calamaro, Luis Miguel, Carlos Gardel, Joan Manuel Serrat, Mario Benedetti y Jorge L. Borges.

- Señalar el NIVEL y las OPERACIONES que se presentan en cada caso.

- Para el caso de las metáforas y las metonimias: explicar su funcionamiento indicando generalizantes y particularizantes. Clasificar las metáforas según: particularizante presente / ausente, metáforas por comparación, y “es” de equivalencia.

Flaca
Andrés Calamaro

Flaca no me claves, tus puñales, por la espalda, tan profundo, no me duelen, no me hacen malLejos, en el centro, de la Tierra, las raíces, del amor, donde estaban, quedaránEntre “no me olvides” me deje nuestros abriles olvidados, en el fondo del placard, del cuarto de invitados, eran tiempos dorados de un pasado mejor.Aunque casi me equivoco y te digo poco a poco “no me mientas”, “no me digas la verdad”, “no te quedes callada, no levantes la voz, ni me pidas perdón”.Aunque casi te confieso que también he sido un perro compañero, un perro ideal que aprendió a ladrar y a volver al hogar para poder comer.Flaca no me claves, tus puñales, por la espalda, tan profundo, no me duelen, no me hacen malLejos, en el centro, de la Tierra, las raíces, del amor, donde estaban, quedarán


Por debajo de la mesa
Luis Miguel

Por debajo de la mesa, acaricio tu rodilla,
y bebo sorbo a sorbo tu mirada angelical
Y respiro de tu boca esa flor de maravilla
las alondras del deseo,cantan, vuelan, vienen, van.

Y me muero por llevarte, al rincón de mi guarida,
en donde escondo un beso con matiz de una ilusión
se nos va acabando el trago,sin saber qué es lo que hago,
si contengo mis instintos
o jamás te dejo ir.

Y es que no sabes lo que tú me haces sentir
si tú pudieras un minutoestar en mí…
Tal vez te fundirías a esta hoguera de mi sangre,
y vivirías aquíy yo abrazado a ti.
Y es que no sabeslo que tú me haces sentir
que no hay momento queno pueda estar sin ti…
Me absorbes el espacio y despacio me haces tuyo…
Muere el orgullo en mi,y es que no puedo estar,
sin ti.


Cuando no estás
Carlos Gardel

Solo en la ruta de mi destino,
sin el amparo de tu mirar,
soy como el ave que en el camino
rompió las cuerdas de su cantar.

Cuando no estás, la flor no perfuma.
Si tú te vas, me envuelve la bruma.
El zorzal, la fuente y las estrellas,
pierden para mí su seducción.

Cuando no estás, muere la esperanza.
Si tú te vas, se va mi ilusión.
Oye mi lamento, que confío al viento,
todo es dolor… cuando tú no estás.

Nace la aurora resplandeciente,
clara mañana, bello rosal,
brilla la estrella, canta la fuente,
ríe la vida, porque tú estás.


No hago otra cosa que pensar en ti
Joan Manuel Serrat

No hago otra cosa que pensar en ti...
Por halagarte y para que se sepa,
tomé papel y lápiz, y esparcí
las prendas de tu amor sobre la mesa.

Buscaba una canción y me perdí
en un montón de palabras gastadas.
No hago otra cosa que pensar en ti,
y no se me ocurre nada.

Enciendo un cigarrillo, y otro más...
Un día de ésos he de plantearme
muy seriamente dejar de fumar,
con esa tos que me entra al levantarme...

Busqué, mirando al cielo, inspiración,
y me quedé "colgao" en las alturas.
Por cierto, al techo no le iría nada mal
una mano de pintura.

Miré por la ventana y me fugué
con una niña que iba en bicicleta.
Me distrajo un vecino que también
no hacía más que rascarse la cabeza.

No hago otra cosa que pensar en ti...
Nada me gusta más que hacer canciones,
pero hoy las musas han "pasao" de mí.
Andarán de vacaciones…


Te quiero
Mario Benedetti

Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos,
te quiero porque tus manos trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo
y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada,
te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía, tu boca no se equivoca,
te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo
y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero, y tu paso vagabundo,
y tu llanto por el mundo, porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aureola ni cándida moraleja
y porque somos pareja que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso, es decir, que en mi país,
la gente viva feliz aunque no tenga permiso.
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.


¿Por qué cantamos?
Mario Benedetti

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo era una cueva de ladrones
los aires ya no son tan buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil
y usted, preguntará por qué cantamos.

Si los nuestros quedaron sin abrazo,
la patria casi muerta de tristeza
y el corazón del hombre se hizo añicos
antes que estallara la vergüenza.
Usted, preguntará por qué cantamos.

Cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río, suena el río,
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo,
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos

Si fuimos lejos como un horizontes
iaquí quedaron árboles y cielosi
cada noche siempre era una ausencia
y cada despertar un desencuentro,
usted, preguntará por qué cantamos

Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.
Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca,
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.

Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta.


Y ahora:

Fundación mítica de Buenos Aires
Jorge Luis Borges
En Cuaderno San Martín (1929)

¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.
Pensando bien la cosa, supondremos que el río
era azulejo entonces como oriundo del cielo
con su estrellita roja para marcar el sitio
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.
Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imanes que enloquecen la brújula.
Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.
Una manzana entera pero en mitá del campo
expuesta a las auroras y lluvias y suestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.
Un almacén rosado como revés de naipe
brilló y en la trastienda conversaron un truco;
el almacén rosado floreció en un compadre,
ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.
El primer organito salvaba el horizonte
con su achacoso porte, su habanera y su gringo.
El corralón seguro ya opinaba Yrigoyen,
algún piano mandaba tangos de Saborido.
Una cigarrería sahumó como una rosa
el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,
los hombres compartieron un pasado ilusorio.
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.


Glosario:

Sueñera. Cama, hamaca, catre, lecho.

Zaino/a: Dicho de un caballo o una yegua: Castaño oscuro que no tiene otro color.

Azulejo: Dicho de un caballo o una yegua: Entrepelado de blanco y negro que
en ocasiones, particularmente cuando está mojado, presenta reflejos azules.

Juan Díaz. Se refiere a Juan Díaz de Solís. En 1515 partió del puerto de Sanlúcar al
mando de tres naves. Navegó las costas brasileñas y uruguayas hasta llegar al Río
de la Plata, que llamó Mar dulce. Al desembarcar fue atacado por indios
charrúas o guaraníes que dieron muerte a toda la tripulación.
Siempre se dice que a Solís se lo comieron los indios; tal vez, comieron a todos.

Endriago: Del cruce entre hidra y drago: Monstruo fabuloso, con facciones humanas y
miembros de varias fieras.

Trémulo: 1. Que tiembla.
2. Dicho de una cosa que tiene un movimiento o
agitación semejante a la luz de una vela.
Ojo, la oración: “Prendieron unos ranchos trémulos en la costa…”

Embeleco: 1. Embuste, engaño.
2. Persona o cosa fútil, molesta o engañosa.
3. Juego, enredo, montaje, complicación.

Fútil. (Mencionada como acepción de embeleco). De poco aprecio o importancia.

Suestadas. Sudestadas.

Habanera: 1. Oriunda de La Habana.
2. Baile de origen cubano en compás de dos por cuatro (como el tango)
y de movimiento lento.

Saborido, Enrique.
Bailarín, pianista y compositor nacido en Montevideo en 1877.
Es el autor de la música del tango La morocha (entre oíros tangos).

Sahumar. Dar humo aromático a algo con el fin de purificarlo o que huela bien.


Menciones de colores:

“entre los camalotes de la corriente zaina...”

“supondremos que el río era azulejo entonces como oriundo del cielo…”

“con su estrellita roja para marcar el sitio…”

“Un almacén rosado como revés de naipe…”“el almacén rosado floreció en un compadre…”


Palermo Viejo:

Hoy, en la esquina de las calles Paraguay y Serrano (actualmente Borges) hay un bar. A una cuadra, en la esquina de Borges y Soler, hay un almacén con despacho de bebidas y restaurante que conserva la costumbre de ese tipo de negocios de barrio; se llama “El Preferido”.

Aclaración final:

Como ves, los poemas están ordenados Calamaro-Miguel- Benedetti-Borges; más o menos, según un cierto grado de complejidad, según mis prejuicios.
Podés seguir ese orden, comenzar por el más “difícil”, o alternar uno fácil” y uno “difícil”.
Lo interesante será que intentes resolver la mayor cantidad posible de figuras retóricas antes de la clase de trabajos prácticos.
Ahora, cuando el tema de un diseño trate sobre Buenos Aires, sus colores, Palermo Viejo, etc. contás con algo más.
Si querés diseñar, diseñá.

Bonus Track:
Ya que se trata de una fundación “mítica”, no viene nada mal aplicar
las Figuras del Mito según Roland Barthes (hay algunas facilísimas).

sábado, 30 de mayo de 2009

Facebook y "la amistad"

Este artículo es TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO para el curso de "Comunicación y Crítica".

En los tiempos de Facebook
Una amistad peculiar
Mori Ponsowy

LA NACION
Sábado 30 de mayo de 2009 Publicado en edición impresa

Hace algunos años, un amigo me regaló un libro cuyo título es igual al de esta nota. Aunque él y yo compartíamos el amor por la literatura, no creo que me haya dado el libro porque lo considerara una gran obra literaria sino, simplemente, por su nombre: "una amistad peculiar" era también el modo como nosotros nos referíamos a nuestra relación. No éramos novios ni amantes, pero nos sentíamos unidos por un lazo especialmente fuerte y nos parecía que la palabra "amigos" no bastaba para describirlo.
El libro es una rareza. El autor es Dirk Bogarde -el famoso protagonista de películas como El sirviente , Portero de noche y Muerte en Venecia - y está compuesto por las cincuenta y ocho cartas que él envió, entre marzo de 1967 y enero de 1970, a una mujer a quien nunca conoció personalmente. "Nunca nos vimos y nunca nos hablamos", escribe Bogarde en el prólogo. "Ni siquiera sé con certeza qué edad tenía." La amistad empezó cuando, en una peluquería de Nueva York, ella ojeaba una revista inglesa y, al toparse con una entrevista con Bogarde, notó que la casa en la que aparecía fotografiado era la misma en la que ella había vivido hasta que el inicio de la guerra, en 1939, la forzó a abandonar Inglaterra. El amor que había sentido por esa antigua casa de campo del siglo XIII, sumado a la sorpresa de que ahora su dueño fuera una estrella de cine, la impulsó a escribirle a Bogarde. El le respondió inmediatamente, lo que dio origen a una relación intensa y excepcional que duró hasta la muerte de ella, tres años después.
Me he acordado mucho de ese libro en los últimos tiempos, sobre todo cada vez que en mi casilla de correo aparece un mensaje nuevo, originado en Facebook, que dice "Fulano quiere agregarte a su lista de amigos". Al principio, me ponía muy contenta cada vez que me llegaba un mensajito así: ¿a quién no le gusta tener amigos? Me alegró encontrar amigas de infancia, enterarme de que mi primer novio me recuerda con cariño, y volver a tener contacto con compañeros de universidad a quienes les había perdido el rastro. Cada vez que confirmaba una "solicitud de amistad" o que alguien aceptaba mi propia solicitud, veía con orgullo crecer mi número de amigos. De los primeros tres o cuatro, pasé a tener unos cuarenta en una semana y luego, en cuestión de meses, alcancé a los ciento veinte. Toda una hazaña para una introvertida que, hasta entonces, había creído que podía contar a sus amigos con los dedos de una mano.
Las dudas empezaron cuando me llegaron las primeras solicitudes de amistad de personas a quienes no recordaba conocer. Entraba a sus "perfiles" para refrescar mi memoria y enterarme de quiénes eran, pero seguían resultándome extraños. Algunos de esos desconocidos tenían la gentileza de agregar algún pequeño texto a su solicitud, diciendo de dónde creían conocerme o por qué me escribían. Pero la mayoría de las solicitudes llegaban sin nada: apenas un nombre extraño de alguien que quería agregarme a su lista y que yo lo agregara a la mía. Yo no sabía si hacer clic en "Aceptar invitación" o en "Rechazar invitación". Me parecía que si los agregaba a mi lista, de alguna manera tergiversaba la realidad y desvirtuaba el estatus de los que ya formaban parte de ella. Pero, por otra parte: ¿por qué no aceptarlos si la amistad es algo noble? Finalmente, en la mayoría de los casos, optaba por hacerme la distraída y cerraba la ventana de Facebook, sin tomar ninguna decisión.
Aunque no sabemos nada sobre lo que decían las cartas de la señora X a Bogarde -salvo lo que podemos deducir al leer las respuestas de él- supongo que el primer mensaje que ella le envió diría algo más que "Quiero agregarte a mi lista de amigos". De hecho, al responder, él le agradece "su extensa y encantadora carta" y confiesa que se siente "fascinado y sorprendido" por lo que ella cuenta. Imagino que si la señora X no se hubiera tomado el trabajo de escribir una carta "encantadora", Bogarde jamás le habría contestado y nunca se habrían convertido en amigos, peculiares o no.
En sus primeras cartas, Bogarde habla de la casa y, sobre todo, del gran jardín. "Sí, el camino de los castaños todavía está ahí", escribe. "Hoy, una explosión de nardos y margaritas, miles y miles de ellos. ¿Fuiste tú quien plantó la lila blanca en el rincón fuera de la cocina?" Pero a medida que la amistad va creciendo, los temas pasan a ser más íntimos y, las cartas, cada vez más sustanciosas. El habla de cuánto le costó acostumbrarse a ser una estrella de cine; describe la falta de libertad, las complicaciones para salir a la calle, el desagrado que le producían las mujeres "histéricas" que se escondían en lugares insospechados con tal de verlo de cerca. Le transmite la impresión que le producen las ciudades que visita: Viena, París, Gammarth, Budapest. Le escribe sobre la gente con quien se topa en las fiestas (Los Beatles, John Gielgud, la reina de Inglaterra), los directores con los que trabaja, el modo en que lo afectan los personajes que interpreta. Hablando de Accident , dice: "Cuando terminó la película y Stephen tuvo que morir, digamos, porque no había lugar para él en mi vida, me sentí totalmente destrozado".
Bogarde y la señora X se hacen adictos a su correspondencia. Ella le escribe diariamente y, aunque él lo hace con menor frecuencia, los días en que no escribe una carta, al menos le envía una postal. Cuando ella se enferma, él le manda libros para que se entretenga en la clínica. El cariño que se tienen es tan sincero que ella quiere legarle un Modigliani, pero Bogarde lo rechaza con humor, alegando que no es lo suficientemente grande para su casa. No hay tema que dejen sin tocar, y si eligen el adjetivo "peculiar" para referirse a su amistad, es porque saben que la cercanía que han logrado crear no es frecuente.
Se me ocurre que, si decidiéramos hacer un continuo con los distintos tipos de amistad, en un extremo podríamos poner las amistades peculiares y, en el otro, las ordinarias. Las primeras se caracterizarían por la cercanía, el conocimiento y el amor entre los amigos, y las segundas, por la distancia, el desconocimiento mutuo y la falta de verdadero interés. Las amistades peculiares serían las que pasan pocas veces en la vida y, las otras, las que ocurren en cada esquina, las que mantenemos con quienes nos cruzamos en el ascensor y con todas aquellas personas que nos presentaron alguna vez, pero cuyos nombres no recordamos. Mi hipótesis es que casi todas las amistadas que se originan en Facebook pertenecen al segundo grupo... aunque, en realidad, si uno quisiera ser fiel al significado de las palabras y no someterlas al proceso de decoloración y banalización que supone su incorporación al léxico mediático, las ordinarias ni siquiera deberían ser consideradas amistades.
¿Qué es la amistad, sino una larga conversación sostenida a través del tiempo? Una conversación entre dos personas que se sienten queridas y comprendidas en su singularidad por el amigo. "No es que simplemente conteste tus cartas. Te escribo. Trato de conversar contigo", dice Bogarde. "Disfruto esta relación silenciosa, más de lo que puedo decirte. Pienso en ti muy seguido; debo decirle esto o aquello otro; contarle algo de lo que me enteré, o hablarle sobre una música que escuché..." Me pregunto: ¿cuánto diálogo, cuánta escucha, cuánto lugar para que cada individuo se manifieste en su propia singularidad hay en Facebook? A diferencia de los blogs, aquí la página de cada miembro se parece tremendamente a las páginas de todos los demás; cambian las fotos y los nombres, pero las variaciones que cada quien puede hacer en su propia página son estrechísimas. Facebook uniformiza a sus doscientos millones de usuarios. Los convierte en engranajes de un sistema que atenta contra la profundidad, la calidez y la originalidad.
"El libro de las caras": eso significa, literalmente, Facebook. Tergiversando una vez más el significado de las palabras, se trata de un libro que no es libro y que funciona más como álbum de figuritas que como ninguna otra cosa, pues su principal objetivo parece ser coleccionar, sumar caras o nombres a la lista, juntar "amigos" sin importar quiénes sean, ir llenando las páginas vacías del ciberespacio que nos ha sido asignado hasta tener más amigos de los que nos es posible recordar y, sobre todo, amar. "La Librería Sumsum quiere ser tu amigo"; "Súmate a la causa por Keké, el perro quemado vivo". Me encantan las librerías y los perros, pero, francamente, jamás le contaría mis problemas a una librería y, en cuanto al pobre animal y todos los otros pedidos de firmas que llegan diariamente, después de haber leído tantas veces acerca de organizaciones humanitarias que desviaban recursos hacia actividades inconfesables, prefiero documentarme bien antes de adherir a cualquier causa.
Toda la crítica anterior tiene que ver con el mal uso que hacemos -y nos vemos obligados a hacer- de las palabras. Si en vez de "amigo", Facebook empleara alguna otra palabra, las relaciones que propicia serían más claras. ¿Qué cosa quieren realmente las personas, los negocios y las causas que piden ser nuestros amigos en Facebook? Quieren nuestra atención; que sepamos que existen; que los miremos; que estemos de acuerdo con sus cruzadas. "Fulano quiere un pedazo de tu tiempo", sería la manera correcta de formularlo. O, mejor: "Fulano quiere que seas su cliente".
Supongo que casi todos queremos ser famosos, que nos quieran, tener al resto del mundo mirándonos embelesados. Esta es otra explicación para querer coleccionar amigos en Facebook: no se trataría sólo de juntar caras, sino de hacernos la ilusión de que somos amados por muchos otros. Amor peculiar, éste, que lo único que da y lo único que pide es unos segundos de atención: el tiempo que lleve hacer clic en "Aceptar". ¿Será que eso es lo único que estamos dispuestos a dar al prójimo en los tiempos que corren? Una especie de quid pro quo individualista, de "yo te miro y, a cambio, tú también me miras", mientras olvidamos convenientemente que no somos más que números, idénticos unos a otros, perdidos en la noche de la infinita y anónima comunidad virtual.

La ciudad extraña

Este artículo es TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO para el curso de "Comunicación y Crítica".

La ciudad extraña
Por César Hazaki

Revista Topía Nº 55 (actualmente en kioscos)

“A mi se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y como el aire.”
J. L. Borges

La Reina del Plata:
Las fundaciones de las ciudades tienen ese halo de misterio y magia. Mitos y leyendas que prevalecen sobre las razones históricas que llevaron a la constitución de una urbe. De esta manera se provee belleza y épica a los auténticos intereses del nacimiento de una ciudad. Pero la historia es más descarnada y sus verdades se suelen encontrar buceando en las fisuras de la historia oficial. Se trata de develar sentidos guiándose por indicios del pasado que inciden hoy.

Los orígenes del puerto y la ciudad:
La primera fundación de Buenos Aires: Pedro de Mendoza en el año 1536. Su nombre: Nuestra Señora del Buen Ayre, el mismo indica que pueblo y puerto eran una unidad. Es notable que la imponente expedición de Mendoza, con 1.500 hombres, termine en el hambre y con casos de antropofagia. Nadie sabrá las razones por las que los españoles no pescaron habiendo acampado a la vera del rio.
Juan de Garay, en 1580, con setenta hombres donde la mayoría eran mancebos (hijos de la poligámica relación entre españoles e indias) logra la segunda fundación de Bs. As. La ciudad será Santísima Trinidad y el puerto: Santa María de los Buenos Aires.
Es así como la Reina del Plata surge de las naves que iban en busca de otra cosa: una protección militar para la ruta marítima hacia el Cabo de Hornos, el oro y plata después del descubrimiento México y Perú, etc. Lo cierto es que: “Hasta la llegada de los españoles en la costa sur del río, donde está ahora Buenos Aires, y en sus inmediaciones, no había nadie”. (1).

El río y sus habitantes:
“Hay dos fundaciones de la ciudad…. Una es la de Sarmiento, Mármol de Amalia, y Echeverría de El matadero, que son como el momento de origen de la literatura argentina, que es: la ciudad de Buenos Aires ha sido ocupada por la barbarie y entonces la ciudad [verdadera] no es esa ciudad, presente, bárbara, sino es una ciudad futura, ausente, próxima, por construir, que en realidad es una ciudad extranjera” (2)
Se insiste en decir que Buenos Aires ha vivido de espaldas al río. En realidad fueron cambios ecológicos y políticos los que produjeron ese divorcio. Sus causas: a) la contaminación del río, b) el cierre del ramal de tren que recorría la costa, c) la pérdida de los grandes balnearios populares: Costanera Sur, El Ancla en Vicente López, el puerto de Olivos, el Águila, etc., que desaparecieron por desidia de las autoridades que abandonaron los espacios públicos frente al río -por lo que se convirtieron en zonas peligrosas y marginales- y el interés concreto de los habitantes pudientes de la zona norte para que Olivos, Accassuso, Becar, San Isidro no se vieran invadidos por sectores populares todos los fines de semana, para ellos este aluvión (3) afeaba y ponía en peligro sus residencias. Por si esto fuera poco las fuerzas de seguridad aprovecharon el golpe del año 1976 para apropiarse de grandes espacios de la costa de Vicente López y Olivos. Fue una política abandonar la costa para luego apropiarse de ella. También es cierto que siempre la ciudad le escapó a sus límites rellenando el río, es decir no le da la espalda sino que se lo devora transformándolo en edificios y calles.

De puerto abandonado al barrio exclusivo: Puerto Madero
La municipalidad Buenos Aires y su puerto tienen distintas jurisprudencia, dado que el puerto no es un barrio de Bs. As., por eso convertir a P. M. en parte de la misma es una tarea no sólo administrativo - técnica, sino de producción de símbolos, mitos, usos, costumbres, etc. En especial para que los habitantes de la urbe lo hagan propio.
La radical transformación de P. M., abandonado por la inauguración de Puerto Nuevo (1920), se inicia con la constitución de la sociedad anónima Corporación Puerto Madero en el año 1989, donde el gobierno nacional y la municipalidad de Buenos Aires son socios por partes iguales. Son sus objetivos: “Recuperar el rol económico y las actividades del Área Central. Revertir los déficits urbanos equilibrando espacios públicos y privados. Promover un acercamiento de la ciudad al río” (4).
En 1992 se conocen los resultados del concurso, cuya consecuencia es: una modernización exclusiva, futurística, hacia lo alto y con un estricto control social. Fue, entonces, el propio estado el que organizó la S. A. que comandará el monumental proyecto. Es así que, pese al desguace del estado, se gesta una sociedad anónima donde el propio estado se ponía al frente de un plan faraónico.
Hay que comprender que construir P. M. no sólo es un gran negocio, también el intento de establecer un paradigma arquitectónico, cultural y social. Proyecto que completaría hacia el sur, lo realizado en Catalinas Norte desde el Sheraton Hotel hacia el sur.
El mismo será central para todos los gobiernos que advendrán en la ciudad y la nación. Como consecuencia puede ser tomado como un extraordinario laboratorio para analizar a la ciudad del futuro y qué requerimientos corporales y subjetivos solicitará de sus habitantes, tanto en los espacios públicos como en los privados. Veremos en él cómo avanza el control social por medio de cámaras filmadores en el espacio público, también la ausencia de contacto social entre vecinos y paseantes y, para finalizar, la absorción y resignificación de la historia de luchadoras argentinas por los poderosos.

El paradigma de la ciudad extraña:
Sus torres de costos elevadísimos son un sector exclusivo de la ciudad, quienes pueden residirlo son personas de un alto nivel adquisitivo. Muchos de los pisos se hallan deshabitados. Si los poderosos de distintas partes del mundo ven allí grandes negocios, los políticos lo utilizan para mostrar la imagen de un país rico, llevado adelante por ellos, en el cual la sociedad debe mirarse.
La presidenta Cristina F. de Kichner, al lanzar el polémico proyecto del tren bala, dijo que éste sería como P. M.: “Los turistas de todo el mundo vienen a conocer P. M. El tren bala, en consecuencia, será lo mismo una extraordinaria modernización por la que el mundo nos mirará con respeto”.
Lo extraordinario de tomar a P. M. como el paradigma con el que la Argentina y su capital deben desarrollarse es postular una ciudad fantasma, extranjera, que realiza la ciudad de Sarmiento, Etcheverría y Mármol que hace peligrosos a quienes la visitan, de allí que se controle por vía tecnológica todas sus calles.
El paseante puede deambular por sus grandes calles desiertas pero lo más seguro es que no contacte con nadie. Si el espacio organiza el movimiento y la actitud de los cuerpos, las amplias calles de Madero están signadas por la ausencia de los mismos. Así, desde el poder, se empieza a utilizar un mito: por P. M. nos van a aceptar en el mundo, lugar donde no está ni la vida, ni la historia de la gran mayoría de los ciudadanos de Buenos Aires. A diferencia de Catalinas Norte, una concentración de grandes empresas, y por eso poblado por miles de personas que van cotidianamente a trabajar y con contradicciones de clase con las empresas que los contratan, P. M., es el asentamiento de rascacielos costosísimos de los que no sabe quién vive, propietarios o inquilinos que quieren permanecer en el anonimato.
En el recorrido de los edificios de Catalinas Norte, que tienen la clara marca de las multinacionales, ha los de P. M., que parecen circulaciones oscuras de dinero que requieren un lugar donde afincarse para clarearse al sol, se puede ver modificaciones en la manera en que el capitalismo modifica la ciudad.
Puerto Madero es un lugar dónde se radica el dinero y no la gente, en datos oficiales recabados en el 2001 y publicados en el 2005 habitaban P. M. 526 personas (243 mujeres y 283 varones). Al decir de Piglia el sueño de la ciudad futura, europea, que crece hacia las alturas.
Los modelos que la presidente propone para la ilusión del tren bala, son los de la ciudad excluyente y extraña, no sólo para los habitantes de Buenos Aires dado que los turistas que contratan hoteles de P. M. desde sus países de origen, les resulta tan expulsiva esa ciudad fastuosa y vacía que rápidamente cambian de hotel en busca de la Reina del Plata. Se dan cuenta que no está en P. Madero (es un secreto a voces que el hotel Faena no es rentable como tal. Su valor es ser el icono del proyecto general) (5).


La prefectura te mira:
Por si esto fuera poco la ciudad futura y extranjera propone un absoluto control de las personas por medio de un panóptico de veintitrés cámaras de filmación que controlan las calles durante las 24 horas. El edificio donde la prefectura montó la sede visible del más grande control social de la Argentina ha sido integrado al paisaje de los bares de P. M., invitando de esta manera a naturalizar la vigilancia. (6) Así el control social se hace espectáculo y, al mismo tiempo, prepara a los visitantes para aceptar ser cada vez más vigilados, controlados por medios electrónicos.
Si el transeúnte debe tomar “naturalmente” que se encuentra bajo vigilancia absoluta, el habitante de los pisos circulará por edificio en soledad, tratando de no cruzarse con nadie (siempre la inseguridad) y puede, por lo mismo, estar incorporándose bajo su piel un chips antisecuestro por el cuál puede ser seguido lo lleven donde lo lleven (7).

Mujeres con historia:
La municipalidad nunca tuvo bajo su jurisdicción a P.M., era puerto y no ciudad (como se ve Juan de Garay se impuso). Por ello no tiene historia, ni vida en la memoria de los habitantes de Bs. As. Por eso se debió realizar una operación para “generar un barrio”, tratar de asimilar la ciudad extraña a Bs. As., unirlas a un pasado común. Es ahí dónde entra en acción el Puente de la Mujer y los nombres de sus calles: todas mujeres por una ordenanza del año 2002.
Se intenta así se utiliza los planteos y desarrollos de género para tener genealogía, historia, prosapia. Las mujeres notables, de diversos sectores e ideologías, que son tomadas para denominar las calles son requeridas para darle consistencia a P. M., claro que muchas de ellas nada tienen que ver con lo que allí se levanta. Azucena Villaflor, Mimí Langer, Alicia Moreau de Justo, por ejemplo, son personas que vivieron en antagonismo con los poderosos que clarean sus dineros en P. M., para ellas no es reconocimiento que sus nombres queden adscriptos a tal operatoria.
Cabe preguntarse cómo es que nombres de grandes luchadoras de todos los tiempos denominen calles de P. M.? Creemos que dichos nombres en la “ciudad extraña” es una inteligente operación de recuperación de sentidos e historias de mujeres rebeldes e indómitas. Se trata de hacerlos funcionales a los sectores económicos que invierten en P. M., contra los que esas mujeres lucharon, dedicando su vida para modificar las injustas condiciones de pobreza. Se trata, ni más ni menos, que de darle un baño de argentinidad rápido y efectivo a lo que no la tiene.
Que la Presidenta de la Nación tome a P. M. como un ejemplo para sostener la ilusión del tren bala, demuestra la gran envergadura política, cultural y social que la ciudad extraña tiene.

Citas:

(1) Saer, Juan José. El río sin orillas, Editorial Seix Barral, Argentina, 1993.

(2) Ricardo Piglia en conversación con Sergio Waisman.

(3) El tema del aluvión es recurrente: descender de los barcos, país aluvional, el aluvión zoológico, etc.

(4) Como se ve, insiste en que la ciudad abandona la costa.

(5) Queda pendiente hacer un análisis exhaustivo de la imagen de Alan Faena.

(6) El cercado de todas las plazas de la ciudad es otra forma del mismo control social.

(7) Ver el film Casino Royale, allí a James Bond se le coloca este aparatito que emite señales a una central por vía de un satélite.