viernes, 17 de octubre de 2008

Discurso Político y Poder

17 de octubre

TEORICO N º 21
DISCURSO POLÍTICO y PODER

Guía de Lectura

diseño.com

Capítulo 15
1. Poder como sustantivo, como adjetivo, como verbo.

Se posee (es una cualidad) o se ejerce (es una acción).
2. La Política como retórica del Poder.
3. El Poder y las “tres perspectivas”.
4. Discurso Político: un enunciador y tres destinatarios.
5. Un discurso con un enunciador y “esos” tres destinatarios:

un discurso político.
6. El discurso de la Moda como discurso político.
7. La política como texto, como representación y como juego.


TEXTOS COMPLEMENTARIOS OBLIGATORIOS


1. Discurso Hipócrita y Discurso Cínico. Analogías y diferencias.
2. El silogismo del Discurso Cínico: “honesto” de la hipocresía.
3. Las personas y sus discursos: la opinión.
4. Figuras del Mito y Operaciones Retóricas de los
Discursos Hipócritas y Cínicos.
5. Corruptela y corrupción.
6. La mafia.
7. La corrupción. Tres Modelos.

Aplicación conceptual

Señale enunciadores, destinatarios, componentes y entidades en los siguientes textos:

viernes, 03 de octubre de 2008
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, DOCTORA CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ENCUENTRO CUATRIPARTITO DE PARTIDOS POLÍTICOS DE BRASIL, CHILE, URUGUAY Y ARGENTINA REALIZADO EN EL SHERATON HOTEL DE PILAR

¡Dios mío hablar después de Pepe y de sus palabras!
¿Cómo están todos y todas? Realmente, momentos no sé si difíciles pero distintos o que nunca imaginamos. Pero esta presencia de todos nosotros hoy aquí esta noche, creo que viene con muchos antecedentes.
Viene con el antecedente de la última Cumbre de las Américas, allá en Mar del Plata, donde luego de una discusión y de un debate más que importante, tal vez cuando participamos en esa discusión y en ese debate no vislumbrábamos exactamente qué eran las cosas que se estaban debatiendo y discutiendo. Pero a la luz de las cosas que sucedieron y que están sucediendo, aquellos hechos, aquellas luchas, aquellas discusiones adquieren nuevas dimensiones.
También están las cosas que hemos vivido en los últimos tiempos en la América del Sur, estos ejemplos fantásticos de multilateralidad que nos tocó vivir en la última Cumbre del Grupo de Río, en Dominicana, y la última en La Moneda, cuando en un ejercicio de esa multilateralidad que estamos reclamándole al mundo desde tanto tiempo, pudimos paisitos -como le gusta decir a Mario Benedetti- chiquititos del Sur, algunos más grandes por volumen de economía, tal vez también como dice Pepe, con cierta razón, con mayores responsabilidades en la dirección del conjunto y en éxito del conjunto, pudimos construir instrumentos propios para poder ayudar a otros hermanos jaqueados, asediados, desconocidos en su legitimidad democrática y popular.
Creo, sinceramente, que estamos en momentos fundacionales, no solamente en la región, sino en el mundo. Está la posibilidad de construir una sociedad más justa, más equitativa, más racional también si se quiere, porque, a ver, las cosas que están sucediendo no son solamente producto de espíritus egoístas o insaciables, sino que en el fondo son profundamente irracionales. Y yo creo, precisamente, que una de las cosas que tenemos que hacer en estas discusiones -creo que las habíamos abordado en otras reuniones previas- es la necesidad de discutir también desde categorías propias de pensamiento y de análisis, categorías de pensamiento latinoamericanos, de la América del Sur.
Me parece que la elaboración de esto no es una cuestión menor, sobre todo cuando muchas veces uno va a lo que podríamos denominar los grandes país en la Europa y nos preguntan acerca de los populismos y de las experiencias populistas en la América del Sur. Y yo creo que se hace imprescindible en estas discusiones, en estos encuentros, analizar, precisamente, desde nuestras propias realidades, desde nuestra propias identidades y, fundamentalmente, desde nuestras propias experiencias históricas, políticas e institucionales.
La región vive un momento sin precedentes históricos, con gobiernos que por primera vez responden a la identidad de sus pueblos pero, además, que han podido saltar desde lo testimonial al ejercicio concreto del Gobierno, que no es un salto menor; muchos en ese salto han fracasado y creo que la experiencia nuestra, la de tantos compañeros y compañeras en la América del Sur que soñábamos cuando éramos muy jóvenes con un mundo más justo, más equitativo, con mejor distribución del ingreso, donde pudieran tener los trabajadores y los que nos son trabajadores también, todos, el acceso a la educación, a la seguridad, a la salud y a la vivienda, vemos hoy que ya no es responsabilidad de los otros, sino que es responsabilidad de todos nosotros.
Esto nos exige una altísima cuota de responsabilidad y también de comprensión, de comprensión del mundo que estamos viviendo y del mundo que viene. Los cambios han sido demasiado vertiginosos. Si alguien hubiera pensado allá por los años '80 que se caía el Muro de Berlín, seguramente hubiera discutido como loco; si además alguien le hubiera contado a otro alguien el 11 de Septiembre, seguramente le hubieran dicho "eso es una película americana, no existe" y si a alguien le hubieran relatado esta situación que estamos viviendo, no ya desde los países emergentes desde donde siempre salían las crisis, como lo dije en Naciones Unidas, sino que al contrario, es precisamente desde la centralidad de la globalización y del pensamiento único de donde sale la crisis ahora y amenaza expandirse al resto del mundo, también nos hubieran dicho que estábamos locos y que, bueno, que éramos nostálgicos y que estábamos equivocados.
Esto tampoco nos debe llevar a la soberbia propia de los que no actúan inteligentemente y creer que esto es el fin del capitalismo. Yo no creo que esto sea así realmente, creo sí que se viene otra etapa diferente, una etapa donde las economías reales, donde la producción, donde el trabajo vuelven a tener una centralidad muy importante y me parece que allí tenemos nosotros, que de producción, de trabajo, de sueños, de equidad, de seguridad, de justicia tenemos mucho, pero que además ahora le hemos puesto la expertez del Gobierno, de haber institucionalizado lo que sosteníamos, algunos decían casi solamente teóricamente, poder aportar desde esta construcción diferente que es posible hacer algo distinto en el cual la representación popular deje de ser solamente un hecho que trascurre entre elección y elección.
Ese gran desafío lo tenemos que hacer con mucha humildad, lo tenemos que hacer con mucha dignidad, pero también no podemos rehuir al desafío. Sabemos también que en la región los países con mayor volumen económico o con mayor presencia tenemos también una responsabilidad. No vamos a rehuir a esa responsabilidad, pero también sabemos que la unidad de la región es imprescindible en materia de políticas, de proyectos, de conocimiento, de todo lo que recién mencionaba Pepe con tanta precisión y acierto.
Así que, nada, con la misma humildad de siempre pero con la misma vocación para discutir y debatir todo lo que haya que debatir y discutir, es que aquí estamos y, bueno, manos a la obra. Creo que el tiempo de los que pensábamos que algo diferente se podía hacer ha llegado y creo que es hora de aprovecharlo.
Muchas gracias. (APLAUSOS)

TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO

Diseño y dinero
Por Álvaro Magaña Tabilo. FORO ALFA. 13 de octubre de 2008.

¿Para qué se estudia la carrera de diseño? ¿Por lucro o altruismo?
Lo que nos pasa con el dinero subyace a la respuesta de estas preguntas.

A raíz de la publicación de mi artículo «
Todas esas cosas que no son diseño» en FOROALFA, sostuve un breve intercambio de opiniones por correo con una diseñadora industrial colombiana, para quien lo que escribí en el texto me posicionaba como promotor del «diseño cortesano», concepto que usa Ramiro Espinoza para referirse a quienes, habiendo abandonado el altruismo, diseñan «como si fueran técnicos» vehiculizando «expectativas ajenas, renunciando a toda sublimación, cercenando su Eros creativo […] un sujeto alienado, que no tendrá conciencia de su rol en la sociedad y que, por lo tanto, será incapaz de reformularlo».
Me decía la diseñadora que en el fondo le causaba tristeza que hubiese diseñadores que sólo trabajaran su profesión por el dinero, y esta apreciación que no puedo eludir ni devaluar, creo que es un ejemplo muy claro de la profunda crisis de las vocaciones profesionales y en paralelo de las promesas sociales relacionadas con la educación, dilema que no es privativo del diseño.
Para muchos la vocación, o el llamado a ejercer una determinada disciplina, está disociada de la recompensa económica como patrón de medida del éxito. Idea similar uno suele hallarla en los discursos algo místicos y voluntaristas de gente que ha tenido considerable éxito (todos hemos oído el discurso de Steve Jobs en Stanford, o en una escala más modesta y local el puteo del alma que hace Federico Luppi en la película de Aristaráin, «Lugares Comunes»1 encarnando a Fernando, quien le dice a su propio hijo que lo ha traicionado por no haber seguido su vocación: «lo que le gusta», lo que lo «conmueve» y el hijo le responde que su trabajo «le entretiene y lo hace bien» que le está dando «un futuro» a los hijos y a su mujer —hay que verla—) y también de gente que muy posiblemente ama su trabajo sin haber tenido el mismo éxito de Jobs.
Concuerdo que los mayores aportes que una persona puede hacer a su profesión son independientes de la recompensa económica. De hecho la autorrealización, en su más amplia acepción, permite involucrar toda clase de recompensas: reconocimiento de los pares (que no siempre redunda en riqueza material), comodidad existencial (sentirse a gusto en la situación cualquiera esta sea), sentido del deber cumplido, etc. Pero al mismo tiempo, el sentirse bien con uno mismo implica dosis de libertad que —en la sociedad de mercado que vio nacer al diseño y de la que éste se nutre permanentemente— están relacionadas con el poder adquisitivo, la gestión del dinero y la habilidad financiera en todo nivel: desde hacer maravillas con un bajo presupuesto, hasta saber invertir los excedentes de una exitosa operación comercial.
Todo lo que se ha dicho está muy bien, además no se ha hablado de formar comunidades autoabastecidas basadas en el trueque, o de volar el sistema económico para «liberar» a nadie, como postula Fight Club2.
Pero debemos reconocer que estamos hablando de una sociedad en que el aprendizaje de una profesión deriva de una necesidad social o de una falla de mercado que requiere personas capacitadas y con las competencias adecuadas para resolver dichas necesidades o fallas.
Por cierto las escuelas de diseño explotan ambos argumentos para atraer matrícula (ojo que no hablo de alumnos, ni estudiantes): por un lado cumplir sueños, seguir la vocación, explotar los talentos y luego ser útil al país, a la empresa, al futuro, etc. Así, si bien en las promociones de educación profesional nunca se habla de asegurar trabajo, campo ocupacional ni opciones de desarrollo que no sean académicas (salvo contadas excepciones), creo que es justo que la educación del diseño se haga cargo de la complejidad involucrada en compatibilizar vocaciones, talentos reales, desarrollo de habilidades técnicas y sociales con demandas reales; ya sean explícitas de la industria y el comercio, o de necesidades concretas de la población sin acceso al apoyo del estado.
Una opción no desestima la otra. Pero así como creo que la enseñanza humanista en su definición más genérica es necesaria para cualquier tipo de educación, el foco desmedido que ésta ha recibido en la enseñanza de nuestra disciplina ha generado un doble problema a quienes ejercemos la profesión: la necesidad de una conversión (que es casi una apostasía a los credos académicos de antigua raigambre) del mundo ideal de la academia al crudo mundo del trabajo, y la imagen instalada de que el perfil del diseñador se aproxima más a un anarquista bohemio (por lo general mal preparado para enfrentar al mercado, a los clientes o a cualquier tipo de institución no educativa) que a un asesor estratégico al servicio de las empresas y su país.
Esto demuestra en mi opinión un conflicto muy extraño entre las creencias acerca de lo que representan los conocimientos «humanistas» y artísticos para el diseñador, y lo que en realidad son «el arte y las humanidades», si es que tales cosas son factibles de ser definidas con un objetivo claro para el diseño (si es que a su vez éste es factible de ser definido para el bienestar de quienes lo ejercemos).
¿No será más bien que tenemos que definir la relación de las profesiones (la nuestra en particular) con el dinero?

1. Película de 2002, de Alfredo Aristaráin. Título original: “Un lugar en el mundo”.

2. Película de 1999, de David Fincher, sobre la novela de Chuck Palahniuk. Parlamento de la escena citada: «En el mundo que veo, estás al acecho de alces a través de los húmedos bosques que hay alrededor de las ruinas del Rockefeller Center. Estás vestido con ropajes de cuero que te durarán por el resto de tu vida, Te trepas por las gruesas enredaderas que envuelven la torre Sears. Y cuando miras hacia abajo, ves pequeñas figuras machacando maíz y colocando tiras de carne de venado sobre el carril vacío de una autopista abandonada».



Para la clase de trabajos prácticos del viernes 24 de octubre:

Traer; artículos de diarios o revistas y panfletos para analizar Discurso Político.


Estudiar:

Discurso político y poder capítulo 15 de diseño.com

Derecho de muerte y poder sobre la vida Michel Foucault Módulo 2

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