domingo, 12 de agosto de 2007

Identidad, del diccionario

Ante un nuevo tema, lo primero que se me ocurre es buscar la palabra en el diccionario. Lo que sigue, entonces, serán las distintas acepciones “oficiales” sobre identidad y, luego, sus derivas desde la comunicación

IDENTIDAD

o Cualidad de idéntico.
· Idéntico: dicho de una cosa que es lo mismo que otra con que se compara. Muy parecido.

Es cierto, dos fotocopias del mismo original son “idénticas” entre sí. Pero esta acepción no nos interesa demasiado. Cuando hablemos de identidad nos referiremos a un relato que no será un repertorio de características iguales a nada en particular.

o Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que se caracterizan frente a las demás.

Esta sí nos interesa. Tenemos aquí varios elementos para señalar.
Se refiere a un individuo o a una colectividad; por lo tanto, la definición alcanza tanto a personas como a instituciones, empresas, grupos, tribus, países y regiones.
Dice: “… que se caracterizan frente a los demás”. Se trata de características singulares que serán distintas tanto como simétricas (en espejo) o como complementarias.
Para el diseño –nuestro caso- lo más importantes es señalar el “conjunto de rasgos”. Aquí es donde el relato de una identidad se apoya en subjetividades. El término rasgo se refiere tanto a una característica conceptual imprecisa como a un trazo. El diseño tiene mucho para hacer al trasladar un rasgo verbal en un rasgo de la forma, de la materialidad y del color.

o Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y frente a las demás.

En este caso se refiere sólo a individuos, a personas, pero esta acepción la podemos extender también a grupos sociales. Aquí la definición incluye al enunciador y el destinatario. Por lo tanto, el relato de la identidad tiene más que ver con un contrato o pacto que con un mensaje dirigido.
Somos quien suponemos que somos en función de nuestro relato y, también, del discurso de los demás sobre nosotros mismos. Simplificando: ese contrato se constituye en un discurso híbrido: el de sí mismo, el del otro sobre uno mismo y el resultante entre ambos.
Responder sólo al discurso de sí puede ser un caso de narcisismo patológico.
Responder exclusivamente al discurso del otro puede ser un caso de sometimiento.
El discurso entendido como la circulación entre un enunciador y un destinatario es, precisamente, la comunicación entendida como situación de encuentro.
Como señalo en diseño.com, “encontrar” se basa en hallar aquello que se busca o que no se busca: podemos encontrar un billete por azar o un billete que creíamos perdido. Por otra parte, un encuentro supone compartir una situación con cierto carácter libidinal o de enfrentamiento. En cualquier caso, la comunicación puede ser metaforizada como un encuentro en que se halla lo que se busca y lo que no se busca en una situación “amigable” y “competitiva”.
¿Qué es lo que se pone en común en un encuentro comunicacional? ¿Qué es aquello que se comparte y se enfrenta? La respuesta a las dos preguntas es: signos. El análisis sobre la identidad será siempre un análisis semiótico.

Antes de seguir avanzando, seamos sinceros en el siguiente punto: un diseñador (cualquier diseñador: prestigioso o inexperto) pretende encontrar un repertorio de signos que lo identifiquen. Para el caso de la identidad de exportación requiere algo más: que sus características individuales se relacionen con las del país o grupo social que representa. Por último, pretende que esta “identificación” (llegamos a la palabrita) se produzca sin caer en estereotipos. Compliquémoslo aún más: en sus características identitarias recurrirá a algún convencionalismo para ser reconocible por el “otro”.
En síntesis, se trata de rasgos personales en relación con la comunidad, lo suficientemente sutiles para que sean propios y lo suficientemente generales para que sean representativos.
La estrategia de la identidad se basa en una paradoja entre una particularidad extensa y una generalidad intensa. De esto se trata.

Sigamos con el diccionario.

o Hecho de ser alguien o algo el mismo que se supone o se busca.

“El mismo que se supone o se busca”. Esta acepción confirma y amplía el punto de vista anterior: la situación comunicacional como “encuentro”. Tenemos entonces un conjunto de rasgos que se buscan o se hallan, que se comparten o se enfrentan.
Para el tema que nos interesa, ese conjunto de rasgos se condensan en el objeto diseñado. Así, el objeto puede ser definido como un dispositivo; una condensación de sentido, un acontecimiento. La misma palabra acontecimiento (algo que acontece, obvio) nos marca que el objeto se instala siempre en una situación espacio temporal.
No hay objeto ahistórico. El objeto se puede pensar como el punto de sutura de que marca la llegada de un proyecto y el lanzamiento de otro. Un objeto es un acontecimiento entre dos proyectos.

o Igualdad algebraica que se verifica siempre, cualquiera sea el valor de sus variables.

No pensemos que esta acepción no tiene nada que ver con el tema que nos ocupa. Es, ni más ni menos, que la versión objetivista del diseño que entiende a la identidad como un repertorio o un glosario. Si así fuera, no habría discursos sobre la identidad; un museo sería una colección de cifras de ADN. Cuestión esta última que se confirma con la última acepción:

o Carné de… Cédula de…

La identidad como cifra; el ADN, la última cifra.

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